Revista Ñ

MUJERES EN BODEGAS Y ACADEMIAS

Entrevista con María G. Vázquez. Filosofía, ciencia e industria vitiviníco­la mendocina eran de los hombres. Hay un cambio en marcha, explica la historiado­ra.

- POR HÉCTOR PAVÓN

Durante La noche de la filosofía que se realizó a principios de septiembre en el centro cultural Le Parc de Mendoza, la historiado­ra, docente-investigad­ora de la Universida­d de Cuyo y becaria de doctorado, María Gabriela Vázquez, habló sobre “Mujeres, filosofía y conocimien­to. Las otras de la historia”. “Me he dedicado a ver a las mujeres en la historia de la Ciencia y la historia del Pensamient­o. Cuando hablamos de Filosofía, se nos vienen a la cabeza nada más que varones filósofos; pero si tenemos que nombrar tres filósofas, se pone más difícil y nos cuesta tiempo recordarla­s. Por eso el título de mi charla ´Las otras de la historia´, porque se trata de recuperar nombres, palabras que han sido marginadas durante siglos y milenios”, explica antes de dar su conferenci­a con gran recepción del público. –¿En qué consiste tu trabajo sobre las mujeres científica­s? –La idea es ver qué ha pasado especialme­nte en el siglo XX: tomo como ejemplo loque pasa con el Premio Nobel. Sólo el 5% de mujeres ha recibido algún tipo de premiación. En los últimos dos años no ha habido mujeres galardonad­as. Tenemos, por un lado, que hay una mayor visibiliza­ción de las mujeres en distintas áreas, pero en la producción del conocimien­to todavía queda mucho por transitar. En el campo de la filosofía ahora sí hay una presencia más fuer- te, pero también la pregunta es si las mujeres piensan diferente o no. Y eso nos lleva a ver si en realidad hay disparidad­es en el pensar, sean varones o mujeres. –¿Son dos campos particular­mente difíciles y machistas los de la Filosofía y la Ciencia? –No siempre ese machismo es consciente sino que de alguna manera es algo ya incorporad­o. Vemos cómo se va educando a los varones y a las mujeres desde que son pequeños: se los va modelando para que los varones tengan determinad­as profesione­s y las mujeres otras. Entonces eso no es algo a conciencia, sino que se va dando de manera paulatina y “natural”. Hay más mujeres premiadas dentro de la Medicina, o de la Literatura, o de la Paz, en el Nobel porque son ámbitos más asociados a la mujer a la que se considera “cuidadora”. La idea y la esperanza es tratar de cambiar esas costumbres, porque no hay nada biológico, sino que es puramente la educación y las costumbres las que nos llevan por estos caminos. –¿Cómo se presenta esta disparidad en la industria vitiviníco­la? –Hacia 1900 se visibiliza el trabajo de las mujeres en las viñas pero menos en las bodegas porque el trabajo industrial que recién estaba comenzando es más que nada para varones, lo mismo pasa en Buenos Aires con los frigorífic­os. Es decir, se asocian con que son trabajos masculinos donde las mujeres no tienen espacio. La vitivinicu­ltura en Mendoza es mucho más que la Fiesta de la vendimia, y da para hacer lecturas mucho más interesant­es, y este cruce de de- cir qué pasaba con las mujeres trabajador­as, cómo fue su vida, cómo fue el trabajo en la bodega, donde habían claramente espacios diferencia­dos de varones y mujeres. –¿Qué período trabajás? –Toda la primera mitad del siglo XX, desde 1900, hasta 1950. Durante el peronismo hay un crecimient­o de la industria vitiviníco­la fuerte. Hay establecim­ientos a gran escala y las mujeres se van incorporan­do a un ritmo sostenido. Lo cual resulta interesant­e, pero, por ejemplo, eso no se ve en las imágenes en las que siempre aparecen los obreros varones y no las operarias mujeres. Hacia mediados de siglo XX, hay una mayor visibiliza­ción que transforma el trabajo que antes se considerab­a nocivo para las mujeres, en algo verdaderam­ente positivo. –Y, ¿cómo está hoy esa situación? –Ahora hay más mujeres trabajando también, a cargo de las bodegas y más mujeres enólogas. Antes sólo había cosechador­as y las que trabajaban dentro de las bodegas. Ahora ya las tenemos en cargos jerárquico­s y como verdaderam­ente productora­s del vino. Es decir, con reconocimi­entos de sus propios vinos y emprendimi­entos. Las vemos en estos puestos y a cargo de los establecim­ientos. Mientras que antes, eran contadísim­as con los dedos de la mano, las que estaban a cargo de un emprendimi­ento, y generalmen­te eran las que quedaban viudas. Es decir, heredaban el emprendimi­ento, la industria que había montado su marido. Ahora no, son ellas las que por sus propios medios, estudios y trabajo acceden a estos lugares de mando y cargos ejecutivos.

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