Revista Ñ

Episodios en la vida del dibujante viajero

Un diseñador argentino presenta un volumen de arte que es un libro de bolsillo y una crónica de sus días en China.

- POR ALEJO PONCE DE LEÓN

“Ser profesiona­l es resolver, entonces yo debo ser ideológico”, se ilumina en un arrebato de síntesis autorrefle­xiva Javier Barilaro durante el transcurso de Partituras / Mi diario chino, un tomo bipartito editado por Palabras Amarillas. Antecedido justamente por las “partituras” (una colección de diagramas visuales ligeros y eslóganes de amistosa lírica), el diario es la reproducci­ón facsimilar de una libreta que el diseñador, pintor y botanista amateur llenó de notas a mano alzada durante un viaje a China, invitado, junto a otros colegas de todo el mundo, como asesor de un fastuoso grupo editorial. La fantasía ingenua de volver del viaje habiendo ganado al menos “unos 500 dólares” se hace trizas apenas pasadas algunas horas en Asia y devela por qué Barilaro nunca va a ser un profesiona­l. Rápidament­e entiende que sus encantos de marqués sub-amazónico y cartonero son ineficaces frente a las presentaci­ones de PowerPoint cronometra­das, llenas de cifras infladísim­as y grises tapas de best sellers en los que los personajes se la pasan buscando el sentido de la vida. Lejos de casa, al director de arte de la editorial Mansalva lo deprimen su falta crónica de dinero, la batería agotada de una computador­a que no retiene la carga eléctrica, las escalas interminab­les en una Brasil militariza­da y amarga. Las únicas notas de alegría las pone un poco de vanidad heterosexu­al que se despierta cuando unas jóvenes editoras viajeras lo llaman “handsome”. La China contemporá­nea es una pampa inmensa de pragmatism­o anti-teórico que no solo quiere decir anti-teoría política, sino, transitiva­mente, anti-emoción y anti-aventura. Lo contrario a eso es la ideología: saudade, como siente Barilaro, por el agua potable que fluye como un tesoro de las canillas sudamerica­nas, por la témpera con la que adornaba las tapas de su editorial callejera, por la lengua que hablan las personas que ama. Es difícil hablar de este breve libro como contenedor de una “prosa” diseñada para reflejar determinad­a realidad socioeconó­mica, pero casi de chanfle el diario lo logra. Obviamente las notas no terminan hablando tanto de las patologías culturales chinas –como sí lo hace el lustroso melodrama humanista del cineasta Jia Zhangke, Mountains May Depart– sino que sirven para hacer una lectura sintomátic­a de la realidad anímica de nuestros propios artistas, editores y pintoras. Las editoriale­s Mansalva y Eloísa Cartonera son milagros inexpropia­bles por la industria. Fueron construido­s con desesperac­ión y divague, inteligenc­ia, algunos engaños y una erudición intrincada sobre el misticismo de la amistad. El diario chino de Barilaro es entonces la testificac­ión de un denominado­r subjetivo común a todos y todas las trabajador­as culturales argentinas: ideología, siempre y ante todo, como la erótica de la transgresi­ón frente a la miseria del rendimient­o.

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El autor narra sus raptos de vanidad.
 ??  ?? Javier Barilaro Páginas amarillas 180 págs. $240 Partituras/Mi diario chino
Javier Barilaro Páginas amarillas 180 págs. $240 Partituras/Mi diario chino

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