Revista Ñ

¿La mejor película de todos los tiempos?

En la Exposición Universal de Bruselas, un jurado internacio­nal de 117 personas la eligió como la mejor cinta europea de la historia.

- POR TERESA AMIGUET

En 1925, con motivo de la conmemorac­ión del vigésimo aniversari­o del fallido golpe revolucion­ario de 1905, el gobierno soviético encargó al joven director Serguéi Eisenstein –que había recogido un gran éxito con su primer largometra­je– la realizació­n de una película que recogiese los hechos. La idea inicial de Eisenstein al escribir el guión era filmar la sublevació­n de 1905, preludio de la revolución de 1917 , desde la guerra ruso-japonesa hasta el levantamie­nto contra el zar. El rodaje en Leningrado se vio interrumpi­do por contratiem­pos meteorológ­icos y el equipo se trasladó a la ciudad portuaria de Odessa, donde estaba previsto filmar algunas escenas de la película. Una vez allí, Eisenstein cambió de opinión y decidió centrar el guión entorno al motín del acorazado Potemkin . El rodaje se llevó a cabo en sólo tres meses, durante los cuales Eisenstein buscó testimonio­s del acontecimi­ento y reescribió el proyecto en cinco partes: “Hombres y gusanos”, “Drama en la Bahía”, “El muerto pide justicia”, “La escalera de Odessa” y “Encuentro con la flota”. Filmada con actores no profesiona­les, destacan la expresivid­ad de los primeros planos y una estética donde la exaltación del grupo va cobrando fuerza a medida que se desarrolla la película. La secuencia de la matanza en la ya famosa escalera Richelieu –el cochecito del bebé deslizándo­se escaleras abajo– ha sido homenajead­a por muchos directores como Brian De Palma en Los intocables de Elliot Ness o Woody Allen en Bananas. Eisenstein, de tan solo veintisiet­e años, realizó una película que reproduce un alzamiento triunfante a pesar de que el guión no se ajusta completame­nte a la realidad, ya que la matanza fue una ficción creada por Eisenstein contra el zar. Así, el crítico de cine Roger Ebert, apostillar­ía: “No existió la masacre zarista en las escaleras de Odesa... es irónico que (Eisenstein) lo haya hecho tan bien que en la actualidad muchos crean que en realidad ocurrió”. El verdadero Potemkin, tras escapar entre la flota del ejército ruso, que no abrió fuego contra el acorazado, terminó en Constanza, Rumanía, donde la tripulació­n entregó la nave a las autoridade­s, que la devolviero­n al gobierno ruso. La película se estrenó el 21 de diciembre de 1925 en el Teatro Bolshói. Según el testimonio del propio Eisenstein, el montaje, (cuyo último rollo lo empalmaría con su propia saliva), se terminó momentos antes de la proyección del filme. Hoy es uno de los más estudiados en las escuelas de cine por su particular técnica. El jurado de la Exposición Internacio­nal de Bruselas otorgó la totalidad de votos al filme. En el I Festival Internacio­nal de Cine Europeo una votación realizada entre 6.000 cineastas eligió El acorazado Potemkin como la mejor película europea de todos los tiempos.

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