El Herralde no será de lectura fácil
“Esta es una novela radical en sus ideas, en su forma y en su lenguaje. Una novela-panfleto, una novela-grito, una novela-puñetazo”, afirmó el jurado que acaba de otorgar el Premio Herralde de Novela a la obra Lectura fácil, de la española Cristina Morales.
El libro cuenta la historia de cuatro primas que tienen diversos grados de discapacidad intelectual y comparten un piso tutelado. Viven en una Barcelona mestiza y opresiva: la ciudad del paro, los desahucios, los okupas. Pero por encima de todo son chicas libres, que transitan sin complejos su día a día, sus cuerpos y su sexualidad.
Morales es una joven escritora nacida en Granada en 1985, licenciada en Derecho y Ciencias Políticas y autora de tres novelas que desde hace unos seis años comenzaron a destacarse en la crítica española. “Morales es la novelista de registro más amplio y potente de su generación”, había apuntado el crítico Carlos Pardo en El País el año pasado. El dato no es menor teniendo en cuenta que Anagrama –que publicará el libro ganador el año próximo–, viene apostando fuertemente por la nueva narrativa hispanoamericana y por la escritura que toma riesgos al mostrar universos disfuncionales. De hecho, en 2014 el premio fue para Guadalupe Nettel (que por estos días estuvo en Buenos Aires para ser jurado del Premio Clarín Novela) y en su catálogo, la prestigiosa editorial también incluyó a las argentinas Mariana Enriquez y Vera Giaconi.
En esta 36° edición del Herralde, los textos de los argentinos Ariana Harwicz y Fabián Martínez Siccardi (ganador del Premio Clarín Novela en 2016) quedaron entre los siete preseleccionados sobre un total de 445 obras presentadas.
No obstante, además de la ganadora, la finalista fue otra mujer. Se trata de la chilena Alejandra Costamagna, por la novela El sistema del tacto.