Un caballero andante para el siglo XXI
Crónicas. México, Marruecos, Cuba e Islandia son algunos puntos que toca con gracia el escritor, actor y trotamundos Esteban Feune de Colombi.
En tiempos de ciclistas y de runners, de dispositivos y aburridas metas de superación personal, reivindicar el paso ocioso es un acto de elegancia creativa. El caminante, que siempre encuentra historias, es en esencia un narrador. Pero si ese mismo caminante tiene el plus de una misión a cumplir que justifique su incumplimiento y su desvío, que le permita desdibujar las fronteras entre objetivo y azar, como en el caso de este registro, entonces, el flâneur ha sido bendecido por la distracción necesaria.
Creo en la historia de mis pasos nos recuerda la promiscua tentación de quienes quisimos ser John Malkovich y habitar dentro del protagonista escribiente, encarnar su lente subjetiva. Como se trata de Esteban Feune de Colombi sentimos ser, en su escritura, quien narra este viaje, estos viajes donde también viaja el cuerpo, con un rol específico: la obra de teatro protagonizada por Robert Walser que el autor despliega en distintos puntos del mapa es, además de caminata, una performance itinerante.
Así, aquí, la ficción sobre ficción multiplica, como siempre, los enfoques. Un cuadro dentro de otro cuadro, que a su vez es un cuadro del cuadro exige confusión y germina en algo felizmente extraño. Como los espejos enfrentados; como los niveles cruzados de las mismas horas y minutos compartidos en distintas dimensiones que dan vida al ojo del paseante. El cruce perceptivo permite ver todas las historias posibles con la liviandad de atravesarlas y seguir camino.
Los pasos de la historia de Feune son ágiles. Nos reciben en el aeropuerto de La Habana “cuarenta grados a la sombra, no muchos menos adentro”. Nos llevan después al Tánger de El almuerzo desnudo, al Darjeeling abrumador y polvoriento, a la búsqueda del peyote Mexicano: “Encaré la ruta el mismo día que Artaud desembarco en Veracruz, un 7 de febrero: en mi caso, ochentaidós años más tarde y no a Chihuahua sino a San Luis de Potosí”.
La marcha es siempre literaria, incluso (o especialmente) en Reykholt, un pueblo islandés de 40 habitantes, a cien kilómetros de la capital del país. Feune le dedica en este tramo una crónica a Borges, y su prosa tiende incluso a mimetizarlo: “Un día de 1971 que el calendario cifra miércoles 14 de abril, Georgie le dictó en el hotel Holt a Norman Thomas di Giovanni, su traductor anglosajón, estas líneas que figuran en el reverso de una postal con dos fotos de la capital islandesa: ‘querida madre, mucho más increíble que Islandia es el hecho de que María Kodama haya arribado aquí con noticias tuyas. Reikiavik es menos monumental que la Municipalidad de Lomas e infinitamente más linda, por extraño que parezca.” dice el mentor del Aleph, según dice Feune de Colombi.
Si bien los dispositivos suelen distanciarnos de la experiencia, es innegable que la posibilidad fotográfica la amplía y corresponde, ya que estamos, al propio juego borgiano del que ningún escriba está exento: el narrador sintiéndose narrado, descubriendo una lápida al correr con la bota la misma nieve vikinga que pisaron los primeros colonos, noruegos, en el año 874. Y esto lo sabemos como si nos lo estuvieran contando allí mismo, con ese frío de hazaña.
Con las fotos, el volumen incluye una propuesta interactiva a la que se accede con cualquier teléfono celular. Hay que bajarse una aplicación, es cierto; no nos gusta. Pero vale la pena. Otra vez, esfuerzo mediante, convendrá reivindicar al dispositivo que, en esta vuelta, ofrece algo interesante. Esa gestión antipática pero mínima (la app es muy liviana y baja en segundos) abre la puerta un caudal de imágenes música, datos, entrevistas audiovisuales con personajes locales y otra buena cantidad de material reunido durante el periplo-libro. Creo en la historia de mis pasos encarna en el objeto libro unas cuántas coordenadas para armar a Esteban Feune Colombi; suerte de renacentista del Siglo XXI, fotógrafo, narrador, cronista, actor, performer, periodista, caballero andante.