A contramano de un mundo descartable
Novela. Una bizarra misión científica conduce el itinerario de Dodge, la nueva ficción de Daniel Krupa.
En El sobretodo metafísico (2016) Daniel Kupra ya había mencionado al Dodge como “el auto más lindo del mundo”. Su última novela retoma y reitera esa afirmación, con mayúsculas, para ubicar a un viejo modelo de Dodge en el centro de una historia ambientada en un futuro próximo, el año 2025, cuando parece aproximarse el fin del mundo.
Graff, el protagonista, recibió un Dodge break o rural 1.8, “de impoluto celeste metalizado”, como herencia del padre, en perfecto estado y prácticamente sin uso. El auto significa en principio “la posibilidad de resguardar el vínculo con su padre”, fantasma que se proyecta además en la relación laboral que el personaje establece con Hamilton, un astrónomo y profesor de la Universidad de La Plata dedicado a investigar los misteriosos fenómenos que se desencadenan en el universo, por los cuales el sol pierde periódicamente parte de su masa y se suceden trastornos en la Tierra.
Si Graff tuvo problemas para relacionarse con el padre, también encontrará dificultades en su trato con el vehículo, al punto de desarrollar “cierta hipersensibilidad” ante cualquier percance y de exponerse al ridículo. El Dodge, desde su punto de vista, es una creación noble, un producto industrial de un tiempo felizmente ajeno a la tecnología sofisticada y, como las máquinas provistas de cualidades humanas de la ciencia ficción, también es capaz de responder de manera autónoma ante las situaciones que se le presentan y de interactuar con sus ocupantes. Como si hablara, y como si pudiera escuchar. Pero “no es un auto tripulado por
Stephen King”, enfatiza el narrador, “es otra cosa”: el Dodge no responde a una fuerza inescrutable y fuera de control que puede volverse contra el hombre. Por el contrario, participa de una bizarra misión científica por la cual se inmola y además constituye el vestigio de un momento de belleza que con su sola presencia desenmascara la corrupción del presente: “un auto de otro siglo, a contramano de un mundo descartable”.
Graff tiene un aire de familia con Klausen, el personaje que en El sobretodo metafísico busca un hecho fundacional, un atentado irreparable, para lo cual concibe un Plan Maestro de Cagadas (también con mayúsculas). Como él, el protagonista de Dodge quiere aprovechar el “tiempo a favor”, un desfasaje respecto de los demás que lo coloca en un estado de extrema lucidez y a la vez de ansiedad; y como él, también, pasa al acto en el sentido clínico de la expresión. Pero lo que parece un comportamiento suicida resulta en definitiva una salvación posible, mientras el mundo sucumbe al caos y la destrucción.
El futuro que despliega la novela podría ser contemplado como una descripción del presente por sus resonancias con la actualidad del confinamiento social –las grandes urbes se convierten en ciudades fantasmao ficciones del apocalipsis –, “gente que ya no es gente” conforma hordas de asesinos, pero no es una visión pesimista ni tiene que ver con los lugares comunes de las distopías: el fin del mundo conocido es en Dodge un estado incierto pero estimulante, en que lo atípico ya no lo parece tanto y el umbral de la percepción se vuelve más receptivo para la sorpresa.
Daniel Krupa (Berisso, 1977) narra lo anormal, lo insólito, lo extraño, sin sobresaltos y sin estridencias, entre la ironía con que se distancia de la historia y la comprensión íntima de sus personajes. Dodge se apoya en una poética que encuentra su forma ideal en la novela breve.