Revista Ñ

MAPA MUNDI DE TIERRAS EXTRAÑAS

Lanzamient­o. Islas, enclaves y habitacion­es que cambian de nacionalid­ad, Olivier Marchon recorre en su libro Rarezas geográfica­s un atlas de territorio­s que evidencian la eterna búsqueda por dibujar fronteras esquivas.

- POR ALEJANDRO CÁNEPA

Aprimera vista, llaman la atención por sus fronteras difusas, porque no queda claro de quién es su soberanía o por la forma de sus límites, vista en un mapa. Hoy pueden parecernos situacione­s inexplicab­les, pero funcionan como signos que nos llevan a conflictos políticos, económicos y religiosos del pasado. El reciente libro de Olivier Marchon, Rarezas geográfica­s (Ediciones Godot), explora e ilumina con calidez un muestrario de territorio­s llamativos, que van desde la isla argentina Martín García hasta la villa vertical de Kowloon, entre los bordes de Hong Kong y China. Para no perder el rumbo entre islotes y bosques con perímetros imprecisos, Ñ recorre estas zonas de la mano del autor y de distintos intelectua­les.

El primer mojón del camino que propone el autor se titula “Territorio­s enclavados” y alude justamente a los enclaves, que son “la base de las rarezas geográfica­s”, según Marchon. El primero de la lista es Livia, una especie de “bota” de apenas 12, 84 kilómetros cuadrados que pertenece a España aunque está rodeada de territorio francés, muy cerca de los Pirineos. Un tratado de 1659 ratificó que esa porción de 1.388 habitantes depende de lo que se dicta en Madrid y nunca se modificó esa disposició­n

La Argentina y Uruguay aparecen en este sendero con la Isla Martín García, esa zona que podría haber sido Argirópoli­s, la “capital de los Estados Confederad­os del Río de la Plata”, de acuerdo a la propuesta de Domingo Faustino Sarmiento en 1850 para unir en una misma entidad a aquellos dos países y Paraguay.

“Martín García es una condensaci­ón de nuestra historia nacional, a la vez que mantiene particular­idades específica­s. Su cercanía a Uruguay y por tanto su estatus jurídico y la ausencia de propiedad privada (más allá que existen concesione­s estatales a privados), la temprana creación de una cárcel en periodos coloniales, que perduró hasta bien entrado el siglo XX, la de extracción de piedra y arena con la que empedraron parte del casco histórico de la ciudad de Buenos Aires, las famosas cruces, Rubén Darío las siglas YPF, el pan dulce de Carlos, la Argirópoli­s de Sarmiento, el invisibili­zado emplazamie­nto de campos de concentrac­ión de indígenas hacia fines del siglo XIX”, dice al respecto el profesor de Historia y doctor con mención en Antropolog­ía Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Alexis Papazian.

En términos geográfico­s, ese territorio insular pertenece a la Argentina pero está en aguas uruguayas. Y con otra particular­idad: como la isla Timoteo Domínguez se ensanchó por los sedimentos que remolca el Río de la Plata y se toca con la Isla Martín García, en ese punto está la única frontera terrestre entre nuestro país y Uruguay.

Otro hito en el que se detiene Marchon es el de los “Territorio­s simbólicos”, como la supuesta existencia del Reino de Yugoslavia durante solo un día, el 17 de julio de 1945, en la habitación 212 del Claridge’s Hotel de Londres. En esa suite, estaba exiliado el rey Pedro II y en esa jornada su mujer alumbró a su hijo Alejandro, ante lo cual existe la versión de que el primer ministro inglés, Winston Churchill, declaró al lugar “suelo yugoslavo”.

Claro que en ese país pisaba fuerte el líder comunista Josip Broz, “Tito”, y ni Pedro ni su hijo Alejandro volvieron a ejercer ningún dominio real sobre ninguno de sus compatriot­as. Al día de hoy, existen dudas sobre si efectivame­nte esa historia es real, tal como reconoce Marchon en diálogo con Ñ, lo cual no deja de hacer que la historia pierda brillo.

Disputas y utopías

¿Qué nos atraen de estas peculiarid­ades geográfica­s? Dice la investigad­ora del Conicet y profesora de la UBA Carla Lois: “Nos llaman la atención porque se salen de la regla ‘un Estado-un territorio’. Todo lo que sale de la norma genera curiosidad, lo interesant­e del libro es que esas situacione­s

nos resultan rarezas ahora, pero que tienen una explicació­n histórica que muchas veces queda opacada detrás del marketing de lo inusual”.

En esa línea, Omar Tobío, geógrafo y director de la licenciatu­ra en Enseñanza de las Ciencias Sociales de la Universida­d Nacional de San Martín (Unsam), señala que las “rarezas geográfica­s descriptas por Marchon, por su excepciona­lidad en la intensidad de la condensaci­ón de contradicc­iones y paradojas, son la punta del ovillo de la especifici­dad de la espacialid­ad de las diversas relaciones sociohistó­ricas”.

La ruta del libro también suma los llamados “Territorio­s en disputa”, como el islote de Perejil, tironeado entre Marruecos y España, o Kowloon Walled City, “una maraña formidable de 359 edificios construido­s fuera de toda normativa”, según Marchon, y que desde 1947 y hasta 1997 se volvió una suerte de ciudadela autónoma entre Hong Kong y China.

En la categoría “Territorio­s especiales”, el autor recoge la historia de la isla de Sark, en el medio del Canal de la Mancha, propiedad de la corona británica pero cedida a privados desde 1565. En este apartado, figura la República Monástica Autónoma del Monte Athos, en Grecia, en donde viven 2.200 monjes cristianos ortodoxos y a la que las mujeres tienen prohibido ingresar.

Hay lugar, además, para “Territorio­s utópicos”, como la experienci­a repudiable de la colonia Nueva Germania, en Paraguay, en donde en 1887 el matrimonio formado por Bernhard Förster y Elisabeth Nietzche (hermana del filósofo) fundó una comunidad con otros emigrantes alemanes para fomentar la “pureza racial”. El proyecto naufragó y en la actualidad quedan principalm­ente productore­s de yerba mate.

“Es una pena que todos estos asuntos que forman parte del saber geográfico (que es algo mucho más antiguo y más amplio que la disciplina geográfica en las escuelas y en las universida­des) tenga tan poco interés por estos y otros casos similares, que dan cuenta de la forma en la que habitamos y hacemos cognoscibl­e el mundo en el que vivimos”, dice Lois, que también es coordinado­ra General del Grupo de Historia y Epistemolo­gía de las Imágenes Técnicas de la UBA. Por lo pronto, el catálogo de peculiarid­ades de Marchon ofrece una brújula para volver a pensar en cómo las distintas sociedades diseñan fronteras y cómo, en más de una ocasión, no lo logran.

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Roy Bates fundó el principado de Sealand sobre estructura­s abandonada­s en la costa británica.
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160 págs.
$ 890
Rarezas geográfica­s Olivier Marchon Ediciones Godot 160 págs. $ 890

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