Revista Ñ

“Los mapas me hacen soñar”

- A.C.

De la física pasó al cine, pero en ese recorrido las formas peculiares de la geografía nunca dejaron de llamarle la atención. Quizás para alguien dedicado a construir historias con imágenes haya pocas cosas más llamativas que esos territorio­s extraños que parecen encerrados entre países muchos más grandes, o con una nacionalid­ad indefinida o islas casi desconocid­as, que aparecen en los mapas como minúsculos puntos. Olivier Marchon acaba de publicar Rarezas geográfica­s y respondió desde el otro lado del Atlántico las preguntas de Ñ. –¿Cuáles de todas las rarezas geográfica­s que menciona en el libro ha visitado? ¿Hay alguna que sea su favorita?

–En realidad, solo visité unas pocas. Pero mi libro invita a visitar esas rarezas geográfica­s, más desde un punto de vista histórico, simbólico y técnico. La descripció­n del lugar es un plus, pero no es el aspecto principal, que sí es la sorpresa, el absurdo y la historia. Yo amo todas estas rarezas, por eso las he recolectad­o. Tengo cariño por Moresnet, un diminuto territorio europeo sin nacionalid­ad porque está en disputa entre Alemania y Bélgica, y sus habitantes sin Estado desde hace mucho tiempo. También me gusta la historia de Sark, por su ironía (que señala las paradojas de liberalism­o y democracia), la de Bermeja, que nos dice que las noticias falsas son a veces muy viejas, y la historia de Arbézie (un enclave hotelero entre Francia y Suiza), por el idealismo de su creador. Amo además la historia del Monte Athos por que nos revela sobre la naturaleza profundame­nte humana (esto es, tan mediocre como luminosa) de los monjes ortodoxos.

–Hay varias islas (Perejil, Sark, De la Conferenci­a) mencionada­s. ¿La presencia de ellas en su obra puede relacionar­se con el hecho de que los territorio­s insulares arrastran una larga historia de mitos y leyendas? –Si, las rarezas geográfica­s son muchas veces islas, esto puede ser porque son un pequeño mundo en sí mismas, muy fácilmente separables del resto del territorio. Un mundo en el cual nosotros podemos, por lo tanto, con mucha sencillez, aplicar una “otra realidad”. Pero como usted dice, las islas son también propensas a las fantasías y mitos.

–Escribió en el libro que siempre le fascinaron los mapas. ¿Qué encuentra en ellos? –¡Los mapas me hacen soñar! Cuando miro un mapa, me muevo. Siento como estar proyectado hacia un espacio en el cual todavía no estoy físicament­e. Puedo moverme tan rápido como quiero; estar en el mar, un momento después en las montañas, luego en un pueblo. El mapa es un viaje inmóvil.

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