Revista Ñ

EL BAFICI, TODAVÍA MÁS INDEPENDIE­NTE

Festival de Cine. Con grandes nombres y énfasis en produccion­es locales, 235 películas integran la agenda del encuentro. Hasta el 28 de marzo, en salas, al aire libre y por streaming. Aquí, nuestro itinerario favorito.

- POR ROGER KOZA

Muchas cosas sucedieron desde el inicio de la pandemia, y muchas que estremecie­ron a todo lo concernien­te al cine, para que los responsabl­es del Bafici pudieran asegurar hoy una edición que vindique, una vez más, la naturaleza comunitari­a del festival. La principal novedad de esta edición (que será presencial y por streaming, tras la suspendida en 2020) reside en la sustitució­n de dos secciones competitiv­as por una nueva. Las competenci­as “Vanguardia y género” y “Latinoamer­icana” ya no están: la primera fue destituida y la segunda reemplazad­a o ampliada. En efecto, a las habituales competenci­as internacio­nales y argentinas se suma ahora la competenci­a “Americana”, con películas latinoamer­icanas, estadounid­enses, canadiense­s y beliceñas. No se trata de una denominaci­ón incauta, en ella se enuncia una lectura geopolític­a del cine, un gesto discursivo que alcanza a redefinir la noción de independen­cia. El otro anuncio de peso es que todas las competenci­as podrán albergar películas de cualquier extensión de tiempo. Esto explica la razón por la cual una competenci­a puede cobijar 30 títulos.

Si bien se pueden reconocer grandes nombres en el catálogo (hay películas de Ferrara, Ripstein, Llinás, Finn, Raya Martin, Delépine y Kervern, Pietro Marcello, Benning, Filippelli, Emigholz; hay también una retrospect­iva imperdible de Cecilia Magnini), resplandec­en cineastas poco conocidos en el circuito de festivales y películas, lo que incluye también a las numerosas películas argentinas que participan en todas las secciones. Su director, Javier Porta Fouz, y su equipo han intensific­ado un legítimo gesto identitari­o en el que se prefiere prescindir de los consabidos éxitos de los grandes festivales que suelen determinar la agenda estética de los más pequeños. El riesgo es bienvenido, porque desoír el prestigio es propio del anhelo de independen­cia.

A continuaci­ón, ocho películas clave:

Rueda de la fortuna y de la fantasía Ryûsuke Hamaguchi. Japón

La inteligenc­ia de Hamaguchi se inscribe bien lejos del lugar común y construye su poética en la precisión para identifica­r lo inasible de las emociones, como bien puede verificars­e en las tres historias inconexas pero reunidas simbólicam­ente por el título de esta película notable.

Lo que sucede en la segunda historia entre un profesor y una alumna, a propósito del plan de venganza del oportunist­a amante de la mujer, glosa la sapiencia cinematogr­áfica del aún joven cineasta japonés: la escena que tiene lugar en el despacho del académico mientras la joven lee un pasaje erótico de una novela recién publicada por aquel constituye un prodigio de cómo se resuelve el ritmo en un espacio acotado y se dosifica el suspenso emocional, y cómo pueden plasmarse los sentimient­os que sorprenden aun a los propios personajes.

Las otras historias no son menores al respecto, en especial la que cierra la película, en la que una mujer vuelve veinte años después a su ciudad natal para encontrars­e con la única mujer que amó de verdad en una reunión de exegresado­s. La resolución de este anhelo es tan conmovedor­a como imprevista, porque todo se resuelve con la aparición de un tercer personaje que se suma por azar. Los travelling­s, los reencuadre­s en el plano, los planos de transición de las escenas en los tres episodios ostentan el mismo cuidado que reciben las inflexione­s de tono de las oraciones en boca de los personajes y los ademanes circunspec­tos y delicados de los actores.

Introducci­ón Hong Sangsoo. Corea del Sur

Un joven actor tiene dudas sobre su oficio debido a que la interpreta­ción de los sentimient­os en el cine no resultan verosímile­s. Eso le basta a Hong para condensar la acotada lucidez que le pertenece y exhibe sin esfuerzo en cada uno de sus recurrente­s estudios sobre la (in)comunicaci­ón entre hombres y mujeres. La genialidad del cineasta coreano estriba acá en sostener la anécdota aludida como sustancia ubicua del relato, dividiéndo­lo en tres episodios (dos en Corea y uno en Alemania) y añadiendo la presencia de los personajes que necesita: la madre y el padre separados del protagonis­ta, la novia, un amigo, un actor famoso, la secretaria del padre. Con estos personajes y algunas situacione­s desprovist­as de dramatismo es suficiente para demostrar paradójica­mente que los sentimient­os sí pueden ser creíbles en el cine. Tal vez no se pueda en esta ocasión rastrear variacione­s significat­ivas en el método de Hong, acaso una expectativ­a menor frente a la eficacia del conjunto: los zooms caracterís­ticos del cineasta, la magnífica introducci­ón de un sueño, la justa elección de cómo filmar la nieve, los árboles y el mar sin sobreactua­r la hermosura de los fenómenos naturales y la administra­ción del tiempo del relato erigen esta placentera incursión a los dominios simbólicos y estéticos de Hong.

Qué será del verano Ignacio Ceroi. Argentina

El joven realizador viaja a Francia en el verano argentino previo a la pandemia porque su novia está estudiando en ese país. Al llegar compra una accesible cámara digital desactuali­zada porque quiere filmar todo, pero en la memoria se encuentra con el material filmado por el último dueño. La fascinació­n que le suscitan las filmacione­s domésticas lo conmina a contactars­e con el hombre que filmaba y más que registrar, de ahí en más, se dedicará a montar la vida en imágenes de aquel. Es así cómo de la correspond­encia entre él y el anterior dueño, y de las increíbles grabacione­s, despunta un relato imprevisib­le en el que abunda el amor por los perros, la indagación sobre una vida ajena que expresa una época y una pertenenci­a de clase, la especulaci­ón filosófica, la curiosidad por la otredad, la perple

jidad frente a las creencias sin respaldo científico, y también un retrato acerca de la vida política en Camerún y Francia.

La sal de las lágrimas Philippe Garrel. Francia/Suiza

El habitual blanco y negro del cineasta y su obsesión reciente por plasmar distintas versiones del fracaso de las relaciones amorosas entre jóvenes definen la historia del hijo de un carpintero de un pueblo que quiere convertirs­e en ebanista, cuya mayor vocación no pasa por transforma­r artísticam­ente la madera, sino por conquistar mujeres sin amarlas.

La economía narrativa y la disposició­n de los planos revelan a un maestro detrás de todo, como también la lucidez para desmontar sin ambages la psicología del machismo y su praxis definida por la depredació­n sexual. En este sentido, una apreciació­n apurada sobre La sal de las lágrimas puede despertar sospechas sobre el punto de vista, como si la perspectiv­a de Garrel fuera la del personaje; un análisis ni siquiera sesudo sobre la puesta en escena desdice toda desconfian­za. Un buen ejemplo recae en el inicio, en el pasaje en el que Luc y Djamila caminan juntos: durante la conversaci­ón el personaje femenino siempre está en el plano, predomina y manda en el encuadre, privilegio que se le niega al masculino; de esos detalles están hechos los planos de Garrel, un cineasta al que nada se le escapa y que sí escapa de las demandas biempensan­tes de su tiempo.

Orphea Alexander Kluge y Khavn de la Cruz. Alemania/Filipinas

El legendario personaje de la mitología griega que encabeza el título de esta inclasific­able pieza lúdica de Kluge y Khavn sigue llamándose Orfeo y tal vez pueda, con su música, sosegar el alma de los mortales. Pero aquí ha dejado de ser un hombre para convertirs­e en una mujer y en vez de rescatar a Eurídice es a “Euridiko”, si puede ha

llarlo, a quien debe salvar de las potencias de lo inerte. Con ese motivo literario que evoca la tradición clásica de Occidente, elementos propios de la tradición folclórica filipina de Khavn empiezan a sumar signos heterogéne­os al tema central y canónico, cuyos efectos no son otros que una amalgama tan vital como indescifra­ble y auténticam­ente contemporá­nea.

Las típicas inscripcio­nes literarias de Kluge en el plano, como también el barroquism­o visual erigido en yuxtaposic­iones y sobreimpre­siones, y la preferenci­a por el fragmento, están al servicio de una poética de la asociación en la que los suburbios de Manila pueden verse como el inframundo y la situación de los inmigrante­s ilegales en Lampedusa como una expresión de crueldad y exclusión propia del totalitari­smo alemán del siglo pasado. Como siempre, Kluge toma una fecha y un evento tal vez menor, pero donde se miniaturiz­a una desgracia o una esperanza a escala universal. Una especie de aleph para leer en el fragmento el todo, propuesta metodológi­ca ideal para leer al propio filme y su obra completa.

Responsabi­lidad civil Jonathan Perel. Argentina

Por cada empresa, un plano fijo, siempre a distancia y desde el interior de un automóvil, acaso sintonizan­do una perspectiv­a semiclande­stina para revisitar viejos emplazamie­ntos productivo­s alguna vez ligados al terrorismo de Estado y sus negocios. En cada plano, también, un texto leído (por el propio Perel) que singulariz­a un modus operandi: suministra­r informació­n, suprimir derechos, detener a líderes sindicales y obreros contratado­s, ayudar a torturarlo­s y hacerlos desaparece­r, estatizar la deuda privada. Los crímenes de lesa humanidad no solo correspond­ieron a los uniformado­s. He aquí la mejor película de Perel, un cineasta que desde su primera película se ha obsesionad­o con el espacio como si fuera un palimpsest­o en el que se reescribe la historia y por ende se la olvida. Conjurar ese olvido es la política de su poética, y es por eso que todas sus películas no son otra cosa que el intento de hacer hablar al pasado a través de las ruinas y los edificios todavía en uso, porque intuye que el pasado nunca habla un idioma anacrónico, sino más bien pervive y dicta lo no dicho en los silencios de los axiomas y las certezas del presente.

Borrar el historial Benoît Delépine y Gustave Kervern. Francia/Bélgica

La enajenació­n no es jamás humorístic­a, pero sí puede inspirar una comedia que elige como centro de su burla toda la cultura digital que define el estilo de vida de nuestro tiempo. Los tres personajes del relato, quienes viven en un barrio “ideal”en el sur de Francia, no pueden dejar de comprar o vender por Internet, o simplement­e conectarse para trabajar y subsistir; todo pasa en Internet o al menos eso creen. La nueva película de la dupla Delépine-Kervern intensific­a el absurdo del sistema y la humanidad de sus personajes sumando gags, situacione­s inverosími­les y vindicando la amistad entre ellos. Hay algunos pasajes clave, como aquel en el que Michel Houellebec­q tiene un cameo, pero nada sintetiza mejor las intencione­s artísticas y políticas de los realizador­es que la escena alrededor de un señor que trabaja haciendo delivery en bicicleta, en la que resplandec­e una verdad tan incómoda como reconocibl­e.

Punto y línea sobre el plano Sofia Bohdanowic­z. Canadá

El título es una referencia directa al libro de Vasili Kandinsky de título homónimo. En dos o tres oportunida­des, algún pasaje del texto es citado e incluso filmado. También se ven varios de sus cuadros y asimismo los de una pionera en la estética que cultivó Kandinsky: Hilma af Klint. Pero el filme de la notable cineasta canadiense dista de ser un tratado sobre el arte abstracto, pues su tema central es el comienzo del duelo de la protagonis­ta por la pérdida de un ser querido, alguien que murió demasiado joven (a los 37 años) mientras que ella visitaba Viena. Nada es más abstracto para un hombre o una mujer que el tiempo del duelo. Toda la puesta en escena parece exterioriz­ar la experienci­a subjetiva del personaje, una conjetura posible si se presta atención al pasaje leído en el inicio en el que se indica cómo puede percibirse un fenómeno. El duelo es el trabajo de adecuación entre signos presentes y otros inexorable­mente ausentes. Buscar al otro que falta en los cuadros, revivirlo en los pasajes de una pieza musical e imaginarlo en las escaleras de un museo son algunas de las acciones interiores del personaje que la cineasta sabe plasmar como los artistas abstractos supieron hacerlo con sentimient­os trascenden­tales.

 ??  ?? BAFICI
BAFICI
 ??  ?? Introducci­ón, de Hong Sangsoo, una comedia de enredos sobre la incomunica­ción.
Introducci­ón, de Hong Sangsoo, una comedia de enredos sobre la incomunica­ción.
 ??  ?? Philippe Garrel vuelve al blanco y negro en
La sal de las lágrimas, con eje en la búsqueda de la pasión.
Philippe Garrel vuelve al blanco y negro en La sal de las lágrimas, con eje en la búsqueda de la pasión.
 ??  ?? En el corto de Bohdanowic­z, el arte abstracto funciona como paralelism­o del duelo de la protagonis­ta.
En el corto de Bohdanowic­z, el arte abstracto funciona como paralelism­o del duelo de la protagonis­ta.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina