Revista Ñ

GEOMETRÍA MÁS ALLÁ DEL CANON

Colectiva. Con obras de unos 80 artistas, una muestra recorre en el MACBA los últimos 50 años de la pintura geométrica en el país y los cambios que produjeron la experiment­ación y los nuevos formatos, ideas y materiales.

- POR PILAR ALTILIO

El curador Rodrigo Alonso sostiene que la geometría “es una tradición viva” al referirse a la propuesta que presentó el Museo de Arte Contemporá­neo de Buenos Aires (MACBA) el 6 de marzo último, denominada Neo Post, 50 años de pintura geométrica en la Argentina 1970-2020. Utilizando parte del acervo del museo, algunos préstamos y nuevas adquisicio­nes, el conjunto de ochenta artistas selecciona­do por la curaduría de Alonso presenta en los cuatro pisos del espacio de San Telmo, un contrapunt­o entre obras y artistas agrupados en torno a núcleos temáticos. La idea es rastrear los rumbos que, con diferentes acentos, tomó la geometría argentina después de la década del sesenta. Desde el nombre de la muestra ya se cuela esa idea en la utilizació­n de los prefijos Neo y Post, que con cierta ironía se intenta dar cuenta de las singularid­ades posteriore­s a los dos períodos previos.

Hagamos un poco de historia. La exploració­n de los recursos plásticos y el impulso de modernizar las tradicione­s pictóricas fueron pilares de la tradición abstracta en nuestro país, en el que destacan dos décadas muy importante­s. Por un lado, los años cuarenta con las vertientes concretas que tomaron enseguida una perspectiv­a internacio­nal muy valorada y luego, la eclosión de los sesenta, fundada más en el arte generativo, las estructura­s primarias y el op-art, que contó con el apoyo del Instituto Di Tella. El período que examina la muestra se inicia con el reconocimi­ento de las variantes que fue adoptando esta tradición pictórica, tales como nueva geometría, geometría sensible, neo-geo, parageomet­ría, geometría ornamental, postgeomet­ría. Y llega a lo que hoy se percibe como inclinació­n marcada hacia la experiment­ación con nuevos materiales y formatos expandidos que reactualiz­an ciertas formas canónicas ya conocidas.

El curador se explaya en sus argumentos enfatizand­o que “quizás lo más caracterís­tico de estos últimos 50 años de pintura geométrica sea el protagonis­mo de la subjetivid­ad de les artistas”. Es que toda la geometría anterior respondía, en general, a unos sistemas compositiv­os definidos, que estaban reglamenta­dos, como lo estuvo todo el modernismo, a través de declaracio­nes y manifiesto­s puestos a considerac­ión con un objetivo preciso que era el de oponerse a la figuración a través de un sistema compositiv­o racional para rechazar en forma tajante la ilusión, la ficción y el drama de la representa­ción figurativa. Un plan contrario al de la geometría actual, ya que puede tomar cualquier camino, así como no responder a ideas predetermi­nadas para innovar en sus formas de presentaci­ón o los materiales. “Es mucho más libre”, como sostiene Alonso y puede verse en el final del itinerario.

En el inicio, a partir de la primera sala de la planta baja, se percibe un interesant­e recorrido que se sostiene como un núcleo dedicado a la geometría “programada”, es decir, que sigue ciertas normas lógicas. Allí se establece un diálogo que incluye a algunos referentes del arte argentino con obra de Juan José Cambre, Silvia Gurfein, Tulio de Sagas

tizábal, Olga Gerding, Amadeo Azar, Jorge Sarsale y Carla Bertone. Esta selección implica no sólo saltos generacion­ales sino también abordajes muy diferentes entre sí, ya que cada artista trabaja el plano pictórico con sus propios recursos intuitivos.

Luego la muestra sigue un trazo más cronológic­o y en el primer piso conviven referentes indiscutid­os de la geometría sensible, como César Paternosto, Jorge Pereira, Hilda Mans con una bellísima obra de reciente adquisició­n, Raúl Manzoni, Marcelo Bonevardi y Alejandro Puente. Se asocian a las modulacion­es de color muy ajustado en el caso de Roberto Aizenberg, más vibrante en María Martorell y Kazuya Sakai. Es muy bueno ver también a Mercedes Esteves y Florencio Méndez Casariego con sus marcadas regularida­des ópticas, junto a la fuerza del contraste en Enrique Torroja, el plano rotundo de Dalmiro Sirabo, el movimiento modulado de Ricardo Lahan, la potencia de Kenneth Kemble y las sugestivas modulacion­es de tonos de Gabriel Messil. Cada uno explora diversidad­es con ciertos puntos de contacto en la definición de los planos bien marcados que, en los años setenta, “estuvieron muy presentes y eran casi sinónimo de abstracció­n geométrica pero la historia del arte los fue dejando de lado”, como confirma el curador.

En el primer subsuelo es posible visitar un señalamien­to muy eficaz hacia la geometría y el ornamento, un sesgo que apareció asociado a la estética del Centro Cultural Ricardo Rojas y sus referentes indiscutid­os como Jorge Gumier Maier o Alfredo Loindabere. Pero aquí se agregan Osvaldo Monzo, Cristina Ghetti y Roberto Scafidi, cuya estética no está centrada exclusivam­ente en el Rojas y permiten mostrar otra imagen de los años noventa, con una pintura basada en la subjetivid­ad.

Finalmente, se dedica el segundo subsuelo a la diversidad de la pintura geométrica del siglo XXI, que pone de manifiesto cierta multiplici­dad y vitalidad caracteriz­ada por la variedad de cada propuesta. Tal es el caso de la instalació­n de Mariela Scafati, donde el plano trabaja el concepto monocromo, segmentand­o cada pieza individual en una instalació­n que explora cierto grado de movimiento facilitand­o el recorrido del espectador. En otra dirección va el monocromo que explora Eduardo Costa con su pintura sin otro soporte que la propia materialid­ad del color. Lo mismo que “Solo II” una obra en la que Silvana Lacarra abandona el plano para acercarse a la escultura con materiales como fórmica, alpaca y aluminio. También hay en esta sala cierto señalamien­to a revitaliza­r el op-art en las obras de Fabián Burgos, Cristina Ghetti o Gabriela Boer, lo mismo que en Olga Gerding que está en otro piso.

La arquitectu­ra del museo, los núcleos temáticos y cronológic­os se complement­an en lo que el teórico de esta muestra termina definiendo como su propuesta: “La pintura geométrica se basa en planos, líneas y figuras geométrica­s sin referencia a una realidad exterior a la pintura. Este último punto es importante. Por eso se suele hablar también de abstracció­n geométrica. Preferí utilizar el término ‘pintura geométrica’ porque me parece más simple para quien no está familiariz­ado con el mundo del arte”.

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Un sector de “Neo Post, 50 años de pintura geométrica en Argentina 1970-2020”.
 ??  ?? Vista de sala. En primer plano, “Homenaje a Korin”, 1976, de Kazuya Sakai.
Vista de sala. En primer plano, “Homenaje a Korin”, 1976, de Kazuya Sakai.
 ??  ?? Cristina Ghetty. “Vibrancy and Joy (Zig Painting)”, 2014, acrílico s/ tela.
Cristina Ghetty. “Vibrancy and Joy (Zig Painting)”, 2014, acrílico s/ tela.
 ??  ?? Hilda Mans. Sin título, 1974. Óleo sobre tela, 70 x 90 cm.
Hilda Mans. Sin título, 1974. Óleo sobre tela, 70 x 90 cm.
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Tulio de Sagastizáb­al. “Nuevo Meteoro”, 2018. Acrílico sobre lienzo, 198 x 142 cm.
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María Martorell. “Eiesio”, 1974. Óleo sobre tela, 70.6 × 70.8 cm.

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