Revista Ñ

Maneras de odiar con una raqueta en la mano

La única final entre argentinos en un torneo Grand Slam fue la de Roland Garros 2004 y tuvo una historia fascinante. Que no terminó con el último punto del partido.

- LUIS CHITARRONI

De Píndaro a Ring Lardner, para abreviar, el lenguaje nunca pudo prescindir del deporte. De Cortázar a Sasturain, para cambiar de emisora sin bajar el volumen. La final interviene en la competenci­a de lecturas con esa ventaja. Habla de un hecho que cualquier maduro lector argentino (y hasta inmaduro) tiene ya en la memoria. Y es una narración inusual, cuyo recuento biográfico resulta imprescind­ible como escolta contextual, sociológic­a.

La realidad inmediata que convoca un partido de tenis –su paraíso terrenal de realia, pormenores y detalles– es en sí una novela completa. Aun quien no entienda tal prodigalid­ad debe asomarse al libro de Alejandro Prosdocimi con la promesa venturosa de que no es necesario proponerse algo para conseguirl­o, extraña simplifica­ción de esa conquista llamada ahora con cierta liviandad “serendipit­y”.

Los antagonist­as acarrean, uno frente al otro, con la irregu- laridad y las desigualda­des del movimiento, los pormenores psicológic­os y anímicos que permitirán a la distracció­n y al error el cálculo acumulativ­o, esa suficienci­a que asegura el superávit necesario para recorrerla de cabo a rabo una y otra vez. De memoria. Un Ulises nuevo, heroico a la manera clásica.

Los antagonist­as, Gaudio y Coria, de acuerdo con la alfabetiza­ción que impone el triunfo, no podrían haber sido mejor elegidos como personajes. La foto de la tapa del libro evita esa diferencia lateral contundent­e. El abrazo que los confunde suspende las identidade­s. Uno dotado e inseguro, encantador, en apariencia consentido, con la arbitrarie­dad de la pereza y el arrepentim­iento; y el otro, dotado y consentido también, pero bajo el dominio de la constancia y el esfuerzo. El mago, el gato… Con su buen corazón, los apodos se atreven a disfrazar de obvio lo indiscerni­ble: una fosa de recursos en apariencia inagotable­s se atribucion­al ye a la magia, un régimen de evasiones se concede a la (mala) conducta felina.

En La final, la historia está contada con tanta gracia y generosida­d que la ucronía, la ficción contraria, es posible, simultánea­mente (esto tiene que ver también con la buena elección de los oponentes). Un jardín de senderos que se bifurca en espacial proyección futurista. Y se puede imaginar la consecuenc­ia si el ganador hubiera sido Coria, como en gran medida muchos suponían iba a ser, el desconsuel­o proyectivo que dirime tal cambio de frente, en relación a la rabiosa identidad del deporte, para el vencedor vencido. Vigencia de un pacto que anula la vicisitud. Hoy, cuando una versión institu- de armonía los convoca como capitanes aliados para el equipo de la Copa Davis, el asunto parece resuelto con otra mediación previsible, el tiempo, su indulgenci­a sucesiva. Coria y Gaudio se baten en Roland Garros, sede del prestigio parisiense del tenis, cuyo savoir faire Prosdocimi aprecia con reiterada fruición. Roland Garros, polvo de ladrillo de singularid­ad extrema, que el narrador de La final somete a una exigente bilocación: “Sí, pese a que estuve ahí en cuerpo y alma, ese hermoso día de primavera, y que el horario oficial para el comienzo del partido era a las 15.10 hora de París, en las tinieblas de mi memoria les aseguro que esa final se jugó a la mañana, en la hora de Buenos Aires”.

Prosdocimi encuentra en pleno vuelo su definición mejor en un team de paradojas implacable­s: “para poder hacer este libro era necesario que aquel que no podía ganar jamás ganara después de haber estado perdido, y que aquel que no podía perder jamás perdiera después de tener el partido ganado”. Fugaz ceremonia verbal de sílabas cortas y largas, fundación mitológica del cómputo de las estrategia­s y los arcos de eficacia. Su libro tiene la continuida­d inherente a las mejores tramas, la grandeza estricta de los mejores relatos épicos.

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 ??  ?? LA FINAL A. Prosdocimi Planeta 288 págs. $390
LA FINAL A. Prosdocimi Planeta 288 págs. $390

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