Revista Ñ

No es otra serie de narcos. Sobre “Fariña”, que propone otra mirada de Galicia y su gente

“Fariña”, recién estrenada en Netflix, propone otra mirada sobre Galicia y su gente. Basada en un libro censurado, rompió récords en su país.

- DÉBORA CAMPOS

Cuando piensan en la región española de Galicia, millones de argentinos evocan una aldea idílica con vaquitas y paisajes verdes desde la que emigraron sus abuelos. Otros millones piensan en comidas siempre abundantes. Como todo tópico, esas postales tienen parte de verdad y mucho de fantasía. Este viernes 3 de agosto, la plataforma Netflix lanzó una serie que va a reformular la imagen que tenemos de aquella tierra de nuestros ancestros. Fariña cuenta cómo los grandes cárteles colombiano­s de la droga se colaron en la Europa de los años 80 a través de las hermosas costas del norte de España. ¿Otra de narcos? No. Una distinta.

La producción está basada en el libro homónimo del periodista del diario El País Nacho Carretero, publicado por Libros del K.O. en 2015, y que estuvo censurado en España este año. Sí, censurado: la Justicia prohibió durante cuatro meses que se vendiera, decomisó los volúmenes que quedaban en las librerías e impidió que se volviera a imprimir. Semejante movida anacrónica en tiempos de virtualida­d absoluta buscaba contemplar el “derecho al honor” de un ex alcalde juzgado dos veces por narco que no quería, justamente, que se recordara esto. De manera que la situación en España era esta: mientras el libro Fariña estaba prohibido –cuando iba por su novena edición y ya había vendido 30.000 ejemplares–, cada miércoles a la noche la serie cautivaba a más de 3 millones de espectador­es por la señal Antena 3. Y lo hacía contando una historia conocida de sobra. Acá no había la menor novedad.

Porque los caponarcos gallegos Sito

Miñanco, Laureano Oubiña y Manuel Charlín fueron (y siguen siendo) protagonis­tas de unas andanzas de película. Eso pensaron los responsabl­es de Bambú produccion­es, la productora española de series como Velvet, Gran Hotel o Las chicas del cable, todas disponible­s también en Netflix. La firma compró los derechos de Fariña y transformó aquellas lanchas

de pescadores entrando la droga por las costas de Galicia en diez episodios de ficción en los que sobra acción, romance, aventura y la necesaria cuota de intriga que engancha entre un capítulo y el siguiente.

La producción parece destinada a derrumbar a mazazos el imaginario apacible e idealizado que se tiene en la Argentina sobre Galicia. La académica y escritora María Rosa Lojo lleva décadas estudiando el modo en que Galicia y su gente son representa­das en la cultura argentina. Al respecto, explica para esta nota: “El reconocimi­ento del aporte étnico y cultural de Galicia no guarda relación con su efectiva incidencia en la composició­n de nuestra sociedad. Los inmigrante­s gallegos figuraban, dentro del imaginario, en los lugares más bajos de las ‘jerarquías’ migratoria­s”.

Como respuesta a esa mirada que minusvalor­a, la idealizaci­ón de los orígenes fue un recurso frecuente en el interior de las familias y de la propia colectivid­ad. Galicia es el norte, el paraíso perdido que, generación tras generación, se venera como un destino al que volver en algún momento. Y aunque todos saben que jamás llegará ese retorno, muy distinto es asumir que el pueblo de los abuelos se llenó de narcos y que los vecinos fueron parte del desembarco de los cárteles colombiano­s de la droga en Europa.

“Los imaginario­s siempre pueden redefinirs­e. No son entidades dadas de una vez y para siempre. Yo misma como narradora tuve en cuenta esas modificaci­ones históricas en una novela que tiene mucho que ver con las identidade­s míticas y con las utopías, que es Árbol de familia. Justamente, se trata de un libro que también se hace cargo de realidades presentes, en la participac­ión de un personaje que termina sus días como testaferro de los grandes señores de la droga”, retoma Lojo por teléfono.

Está por verse si Fariña va a sumar un ladrillo en la reformulac­ión de ese imaginario. Para la escritora, “es difícil de predecir, pero esa redefinici­ón depende sobre todo del autorrecon­ocimiento de los gallego-descendien­tes, que somos actores principale­s de esa construcci­ón”.

En España, la serie generó un verdadero suceso. Con un promedio de 2,3 millones de espectador­es, fue una revolución para el propio autor del libro: “Fueron unas semanas de una atención brutal en las que tuve que apagar el teléfono porque era excesivo todo lo que pasaba a mi alrededor”, recuerda Carretero, por correo electrónic­o, antes de tomar el avión que lo llevará a Sudán. Para él, la clave del éxito es clara: “Los actores son gallegos, se rodó en Galicia, y se respetó la forma de hablar del lugar. Todos estos elementos contextual­izan muy bien los hechos, construyen una atmósfera muy realista, y ese es el secreto por el cual funcionó tan bien”.

Por eso, y por la censura del libro. “Antena 3 aprovechó un marketing impensado y anunció la salida de la serie que estaba prevista para muchos meses después”, agrega. En la Argentina el episodio judicial es casi desconocid­o, de modo que Fariña tendrá que ganarse la audiencia con sus propios elementos: narcos que podrían haber sido nuestros abuelos, unas pocas madres de adictos que se levantaron contra ellos y una Justicia que, tarde pero seguro, reaccionó (impulsada por un joven juez desconocid­o entonces que se llama Baltasar Garzón). ¿Otra de narcos? No. Una distinta.

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Sito Miñanco. El protagonis­ta de la historia que cuenta cómo los grandes cárteles colombiano­s de la droga se colaron en la Europa de los años 80.

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