Diez obras a pelo de escobillón, por Victoria Verlichak
El artista exhibe en Praxis cuadros realizados sin tela ni pigmentos, con las cerdas más rústicas.
Artista y arquitecto, Gaspar Libedinsky exhibe Kunstformen der Natur en galería Praxis, muestra inspirada en las imágenes del libro más conocido del naturalista y filósofo alemán Ernst Haeckel (18341919). El volumen Kunstformen der Natur (Formas artísticas de la naturaleza), publicado originalmente en dos partes, en
1899 y en 1904, despliega 100 litografías que capturan minuciosamente las múltiples, ondulantes y geométricas formas que se encuentran en la naturaleza, en toda clase de organismos vivos como medusas, algas y estrellas de mar, helechos y coníferas, grandes y pequeños animales. Reeditado con frecuencia, el trabajo del investigador también especializado en botánica y biología –que difundió a Charles Darwin y creía en la “unidad de todos los seres vivientes”– fue muy bien recibido en el siglo XIX, no sólo por los científicos sino también por el mundo del arte, la arquitectura y el diseño. Su influencia sigue vigente.
Ahora en el siglo XXI, Libedinsky (Buenos Aires, 1976) trae las “formas artísticas de la naturaleza” al primer plano con una serie de imaginativas e inquietantes placas “pintadas” sin pigmentos. Son diez obras que utilizan escobillones domésticos de diversos colores como pincelada. Con este nuevo fetiche (el escobillón) como herramienta artística, el artista genera un nuevo lenguaje. Los tonos y giros de la pincelada varían en intensidad según la compresión, tensión y rotación que aplica el artista con un acrílico sobre los filamentos flexibles de los escobillones (utiliza solamente los cepillos para sus piezas, que tienen un volumen similar) atornillados a una plancha de metal.
El resultado es sorprendentemente bello. De lejos, las composiciones con distintos acentos de verdes, grises y beiges, azules y celestes, anaranjados y amarillos, rosas y rojos, aparecen como ramilletes, plantas a punto de abrirse, estantes de un mercado popular con brillantes objetos, muestrarios de colores. De cerca, mayormente, las cerdas se ven arremolinadas y las obras lucen como formas indiscernibles pero provenientes del entorno natural. Pareciera que, como señala el artista, “plasman un universo explosivo de emociones que remiten a la naturaleza más salvaje: aquella que aún falta descubrir”. Pasen, vean e imaginen. La libertad del artista a la hora de crear es la misma que tienen los observadores a la hora de mirar.
Hace años que Libedinsky se apropia de elementos de uso común –trapos de piso, franelas, repasadores–, que renacen tras diversas operaciones artísticas como ropas deportivas y conjuntos de vestir en los que, como dijo el artista en su momento, “queda de manifiesto el deseo intrínseco del trapo por ser una determinada prenda” o un vitraux (con franelas amarillas compradas a trapitos callejeros). La serie Mr. Trapo primero fue exhibida en el programa Universidad Di Tella / Beca Kuitca (2011) y luego en galería Praxis de Nueva York (2014).
Su trabajo suele nutrirse de la observación directa de la vida cotidiana (lo doméstico) y el espacio público (la ciudad). En ese sentido, por ejemplo, la intimidad doméstica de las pantuflas hechas con tejidos de alfombra de la muestra Arquitectura para el cuerpo (Malba, 2011) contrasta con la escala del “Monumento al hombre común” (Centro Metropolitano de Diseño, 2014), escultura blanda conformada por trajes de vestir usados (de oficinistas), izada por una única soga y un sistema de poleas.
En la exhibición Kunstformen der Natur vuelve a reflexionar acerca de las jerarquías; nuevamente, algo tan plebeyo como un instrumento para barrer el piso es capaz de cobrar dimensión artística, generar obras pictóricas. En su inmenso taller de Belgrano se apilan coloridas esponjas para lavar platos, aún sin rumbo aparente pero que seguramente pronto habrán de cambiar su destino. Esta es la primera vez que Libedinsky mira al mundo natural para inspirarse y ejecutar –con las brillantes cerdas sintéticas de misterioso azul, audaz rojo, sutil morado, furioso naranja, rosa chicle– una colección de híbridos movimientos tan armónicos como inesperados.