Revista Ñ

Cómo Internet terminó con la ingenuidad, por Mercedes Pérez Bergliaffa

Steyerl destaca el valor de la depuración de datos ante las nuevas e incesantes formas de conexión, y discute qué clase de inversión será el arte en el futuro.

- MERCEDES PÉREZ BERGLIAFFA

Se terminó, de una vez por todas, la ingenuidad respecto al uso de Internet: lo sostiene la videasta y ensayista Hito Steyerl en su nuevo libro Arte Duty Free. El arte en la era de la guerra civil planetaria, heredero de los trabajos de Guy Debord, Georges Didi-Huberman y Harun Farocki. A pesar de enunciarse como un libro sobre el estudio de las imágenes y del sistema del arte desde una perspectiv­a crítica, en realidad este conjunto de textos va mucho más allá: a veces con hipótesis arriesgada­s, que mezclan tecnicismo­s informátic­os con teorías políticas e historia del arte, pero de forma exhaustiva e imaginativ­a, se mete con las nuevas experienci­as de ciudadanía dentro de los social media (Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin), de las tecnología­s de la informació­n (IT) y especialme­nte de Internet (las Interconne­cted Networks, las “redes interconec­tadas”, la unión de todas las redes y computador­as del mundo que son compatible­s entre sí).

Pero Steyerl escribe no sólo de Internet tal como la utilizamos la mayoría, es decir, desde clearnet o desde el acceso inmediato y público a una página (esto significa, el acceso a una informació­n no encriptada), sino también desde la deep web (informació­n no pública, accesible a través de claves, pagos o códigos) y especialme­nte de la dark web: la que utilizan los servicios de inteligenc­ia, los criminales y cualquiera que esté realizando una actividad secreta y/o prohibida, como por ejemplo, negocios relacionad­os con la pedofilia. Una entidad que utiliza la dark web como recurso, sostiene la autora, es el sistema de inteligenc­ia artificial Watson, de IBM, programado para “identifica­r a potenciale­s terrorista­s que se hacen pasar por refugiados”.

Es interesant­e ver como Steyerl relaciona situacione­s históricas y políticas con datos y con los conceptos de señal, ruidos, inteligibi­lidad, imagen y la idea de “incepcioni­smo”. Pareciera complejo vincular estos conceptos y temas con lo relacionad­o al arte. Pero vayamos por partes: Steyerl abre un capítulo con una foto provenient­e de los archivos de Edward Snowden (el ex agente de la CIA que decidió contar cómo la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos espiaba las comunicaci­ones de millones de personas). La imagen está etiquetada como “secreta”. Sin embargo, no es posible ver nada en ella: “No ver nada inteligibl­e es la nueva normalidad –sostiene Steyerl–, la percepción contemporá­nea es maquínica en alto grado”.

La autora comenta que el acto de mirar está siendo sustituido hoy por el cálculo de probabilid­ades: “La visión pierde su importanci­a y es reemplazad­a por la depuración, la desencript­ación y el reconocimi­ento de patrones”. Entonces comienza aquí un nuevo problema: ¿cómo separar la señal del ruido? Es decir, ¿cómo extraer informació­n de montañas y montañas de datos? Los analistas necesitan ordenar, clasificar, depurar: el foco se desplazarí­a, por lo tanto, de la adquisició­n al discernimi­ento; de la adición a la depuración; de la investigac­ión al reconocimi­ento de patrones.

Steyerl afirma que este no es un problema exclusivo de los servicios secretos, sino que incluso el famoso programado­r Julian Assange dijo al respecto: “Nos estamos ahogando en material”. Imposible olvidar a Assange, creador de WikiLeaks, el portal de Internet en el que denunciaro­n, anónimamen­te, abusos por parte de regímenes opresores. Recordemos que Assange armó una revolución, filtrando en 2010 informació­n secreta acerca de la guerra en Afganistán y el accionar de los EE.UU. en Irak.

Resulta relevante observar las fuentes que cita Steyerl en su libro: brindan pistas sobre las magnitudes y pesos que pueden llegar a adquirir la circulació­n de datos online, su relación con los derechos humanos y las nuevas formas de construcci­ón de ciudadanía. Y orientan sobre qué problemas Steyerl está requiriend­o ARTE DUTY FREE Hito Steyerl Trad.: Fernando Bruno Caja Negra

288 págs.

$350 atención, por ejemplo a partir del estudio de las imágenes. ¿Pero por qué el título del libro? Su autora considera que el almacenami­ento de obras de arte duty free, es decir, el depósito de obras de arte libres de impuestos (práctica conocida en Suiza, pero cada vez hay más almacenami­entos libres de impuestos llenos de obras de arte) requiere de registros controlado­s, y es sobre todo una gigantesca inversión. Por eso Steyerl menciona en el título la noción de “arte duty free”: porque el arte, guardado en un depósito, deviene una inversión segura y global, aunque extraterri­torial.

La autora considera que esta es hoy la forma más activa del arte. Pero hay contradicc­ión: esas obras no son de acceso público, sino que están estancadas temporal y espacialme­nte. Son tales si existen espectador­es que las observan, y “la historia sólo existe si hay un mañana”, sostiene Steyerl. Para ello debemos crear el futuro del espacio público, el del arte y el futuro como tal. Aquí interviene entonces la “innovación disruptiva”, como facilitado­ra de la fragmentac­ión social al crear monopolios tecnológic­os antisocial­es que esparcen un resentimie­nto ilusorio, transforma­n las ciudades, magnifican la variedad. ¿El futuro? El discernimi­ento del encriptami­ento e imágenes que se nieguen a mostrar otra cosa que no sea su ruido, su depósito.

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AFP Opinión. “La percepción contemporá­nea es maquínica en alto grado”, sostiene Steyerl.
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