Revista Ñ

Flora y fauna

- MARCH MAZZEI

“Caparrós canta y cuenta a orillas del Río del Plata”, decía el anuncio. Aprovechan­do su visita para dictar el taller de libros de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoameri­cano (FNPI), Martín Caparrós, “uno de los grandes cronistas de nuestra región”, según lo presentó la mexicana Cecilia González, brindó una lectura musical en la Fundación Proa, a la vera del río, y para la que eligió textos de su producción de no ficción... excepto en el final, cuando retomó una confusión de la que parece disfrutar.

Junto al guitarrist­a Luciano Sellan, la lectura comenzó con una melodía telúrica y Caparrós interpreta­ndo con voz de paisano a Don Malvino, que mentaba las épocas de gloria de una fábrica de extracto de carne en Puerto Liebig, Entre Ríos. El fragmento pertenece a El interior (2006), libro en el que Caparrós buscó retra- tar paisajes de las provincias argentinas y, en simultáneo, distintas formas de contar lo real. “Acá la muerte se hacía todos los días”, lee. Y muestra después al auditorio la disposició­n vertical de lo escrito en la hoja. “Hablamos de Nuevo periodismo y en realidad es algo bastante viejo, que se terminó de conformar en los años 60”, explica. Tom Wolfe, Truman Capote, Rodolfo Walsh. El mecanismo de usar formas literarias para contar lo real fue la novela realista norteameri­cana, algo que cristalizó. “Me interesó no reproducir los resultados del mecanismo –argumenta– y buscar otras formas de contar”. Por entonces, en su cabeza circulaban Los poemas de Sidney West, de Juan Gelman y los haikus, que eligió para describir el vasto paisaje.

Invitado por el Festival Basado en Hechos reales, que anunció su segunda edición para el 1, 2 y 3 de noviembre, en el CCK, Caparrós continuó con la introducci­ón de El hambre (2015), mientras el rasgar de guitarras se ponía triste. Para abordar un tema tan amplio y cliché, quiso ponerlo en primer plano y, según le contó a González, que hacía preguntas entre fragmentos, obtuvo una revelación: no existe el hambre sino personas que no comen suficiente. Eran protagonis­tas.

De su libro Postales, que acaba de editar Altair en Barcelona, proviene el más inquietant­e de los relatos. Una escena de 1992, en Sari Lanka, adonde el cronista llegó para contarle al mundo sobre los turistas pedófilos. “Lo peor fue tan peor que ni siquiera lo conté en mi crónica”, relata. La lectura avanza y se vuelve intolerabl­e. El autor, en busca de imágenes para su artículo, fotografía a chicos en el mar, hasta que descubre que ellos lo habían advertido. “Estaban haciendo pornografí­a para mí. Es duro tener asco de uno mismo”.

En el accionar del mecanismo, Caparrós incursionó en la difícil tarea para el periodismo de contar la duda. Y eligió el “Supongamos...” para narrar desde la voz de María Soledad Rosas, la joven de 23 años que pasó de vivir en Recoleta a ser acusada de terrorismo por la justicia italiana, sólo por unirse a un grupo de okupas anarquista­s en Turín, donde también se enamoró. Amor y anarquía (2013) tiene reedición y el

20 de septiembre estrena su versión cinematogr­áfica, que protagoniz­a Vera Spinetta y dirige Agustina Macri. “Está bien hecha y me alegró muchísimo. Que una tenga un lenguaje propio es un mérito bastante extraordin­ario”.

En Todo por la patria (2018), su novela más reciente, destaca el personaje del pibe Rivarola, un muchacho que pululaba por Buenos Aires en los años 30, quería escribir tangos, y alguno le salió. “Siempre me interesó la época en la que el tango estaba vivo, cuando era una opción para ponerse un poco al margen”, dice Caparrós. El pibe Rivarola escribió “Gil”, un tango que alude al poeta Borges, con el que competía por una chica, pero el que entona es el hombre vestido de negro que escribió la novela, el personaje y que desde el comienzo de esta lectura habla de las maneras de contar lo real. “¿Podemos decir que escribiste un tango?”, le pregunta González. Y él se pone a cantar: “Giiiilll, te creés un gran señor y sos un gil, te creés un trovador y sos un giiiilll”.

 ?? BASADO EN HECHOS REALES ?? Debut orillero. Caparrós entona las estrofas del tango “Gil”, en Proa.
BASADO EN HECHOS REALES Debut orillero. Caparrós entona las estrofas del tango “Gil”, en Proa.
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