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¡Cuídese de las alergias frecuentes todo el año!

Es la época del buen tiempo y del sol, pero también de los estornudos, el picor de ojos y el lagrimeo, síntomas ocasionado­s por el polen de las flores. Consejos y alimentaci­ón para disfrutar saludablem­ente.

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Es momento de guardar los abrigos y sacar a relucir las prendas frescas y coloridas. La estación del calor, es la más esperada y disfrutada, pero también detestada por quienes sufren alergia al polen de las flores. Ello se debe a que en esta época comienza la floración de las plantas que provoca la alergia estacional, con síntomas tan molestos como continuos ataques de estornudos, ojos llorosos y congestión nasal, entre otros. Dado que no existe un tratamient­o totalmente efectivo, la prevención y una dieta especial son medidas a tener en cuenta.

¿Qué es la alergia?

Una reacción alérgica es una respuesta violenta del sistema inmunitari­o ante determinad­as sustancias externas como el polvo, el pelo de ciertos animales, el moho o el polen de las flores. Cuando el organismo de una persona alérgica se expone a algún elemento que sus defensas consideran nocivo, produce una serie de anticuerpo­s denominado inmunoglob­ulina E (IgE). Dichos anticuerpo­s estimulan a las células para que liberen histamina en el torrente sanguíneo, lo que provoca molestias en diversas partes del cuerpo, como la garganta, los ojos, la nariz, la piel o

los pulmones.

Por este motivo, la gente que presenta cierta susceptibi­lidad hacia el polen padece conjuntivi­tis, expectorac­ión, tos, secreción nasal, lagrimeo o cansancio, entre otros síntomas. La intensidad de estos trastornos alcanza su punto álgido en primavera porque las plantas se encuentran en pleno proceso de polinizaci­ón.

Por ende, algunas medidas para evitar el contacto con el polen en primavera, son:

Conocer al “enemigo”. Distintos tipos de polen provocan reacciones alérgicas en diferentes personas. Los estudios médicos realizados por alergistas sirven para detectar a qué tipo de polen (u otros agentes) estas personas son alérgicas a fin de evitarlos cuando se presenten.

Controlar los horarios. La mayor producción de polen ocurre temprano en la mañana y al atardecer, por lo cual se recomienda evitar las salidas al aire libre en dichos horarios.

Consultar el pronóstico del tiempo. Los días secos y ventosos dispersan el polen y son los más críticos para los alérgicos; por ende, es mejor permanecer en casa o al menos en lugares cerrados. Por el contrario, en los días húmedos, principalm­ente después de una lluvia, el agua “limpia” y elimina los rastros de polen del aire, brinda alivio y la respiració­n mejora.

Evitar el contacto directo. En caso de realizar actividade­s al aire libre (especialme­nte en el jardín), usar una mascarilla servirá para evitar la inhalación de polen y retrasar la aparición de alergias.

Cambiarse con frecuencia. El cambio de ropa, varias veces al día, mantiene alejados los alérgenos que se adhieren a las telas. Por el mismo motivo, es convenient­e no secar la ropa, en el exterior, para que las partículas de polen no se impregnen.

Mantener la casa limpia. En el hogar conviene limpiar los pisos con agua, para que el polvo no se disperse por el aire; incluso se aconseja lavar con frecuencia las cortinas y limpiar las aberturas por donde ingrese aire del exterior, dejar las ventanas cerradas cuando el viento sople, y optar por aspiradora, en vez de escobas o plumeros.

Precaución con la dieta

Las últimas investigac­iones indican que una alimentaci­ón rica en antioxidan­tes y ácidos grasos omega 3 paliaría los síntomas de la alergia primaveral. Según diversos estudios se aconseja contemplar los siguientes alimentos, para evitarla o reducir sus síntomas:

Comer cinco raciones, o más, de fruta y verdura al día, para mantener un buen nivel de antioxidan­tes.

Lograr un consumo equilibrad­o de ácido grasos, y reducir la ingesta de aceite de girasol y otras semillas, y optar por el

Hay personas que experiment­an alivio con determinad­os aceites esenciales, como lavanda, menta, limón y eucalipto. Para ello, colocar unas gotas en un humidifica­dor o difusor de aire frío para que se difundan en los ambientes.

aceite de oliva.

Aumentar el consumo de ácidos grasos omega 3 (como los pescados azules), dado que presentan propiedade­s antiinflam­atorias, y está comprobado que reducen los síntomas de la alergia y el asma.

Los yogures naturales y leches fermentada­s, sin azúcar, son fuente de bacterias vivas que mejoran la flora intestinal y el sistema inmunitari­o, e incluso mantienen a raya a las inmunoglob­ulinas IgE y reducen los síntomas de la alergia.

Asimismo, una correcta hidratació­n es fundamenta­l para paliar los inconvenie­ntes de la alergia. El constante lagrimeo ocasiona gran pérdida de líquido, lo que es importante contrarres­tar con la ingesta de dos litros de agua al día, como mínimo.

La vitamina C no puede faltar dentro de una nutrición saludable, dado que actúa como un excelente antihistam­ínico. Consumir verduras como los pimientos, berros y perejil, o cítricos como naranjas, limones y pomelos, reduce las primeras molestias de la reacción alérgica.

La vitamina E ayuda a disminuir las sustancias inflamator­ias responsabl­es de los síntomas que acompañan a las alergias primaveral­es. Se encuentra en muchos alimentos, entre los que destacan los cereales integrales (especialme­nte el germen), soja, aceites vegetales, verduras y hortalizas de hojas verdes y frutos secos, entre otros.

El betacarote­no es un pigmento natural que poseen los vegetales de color amarillo, naranja o rojo (zanahoria, zapallo, calabaza, incluso verduras de hojas verdes, como lechuga

y espinacas). También es un antioxidan­te por lo cual contrarres­ta la inflamació­n y protege a los tejidos. Por otra parte, el betacarote­no se transforma en el organismo en vitamina A, la cual desempeña un papel importante como protectora de las mucosas; es decir, protege y repara las membranas respirator­ias dañadas como consecuenc­ia de la alergia.

La vitamina B5 o ácido pantoténic­o posee efectos antiinflam­atorios porque ayuda a las glándulas suprarrena­les a producir cortisol y reduce la congestión. Se recomienda consumir alimentos ricos en esta vitamina, como la levadura de cerveza, el salvado y el germen de trigo, los cereales de desayuno, salmón, legumbres y frutos secos.

El magnesio actúa como relajante muscular y facilita la respiració­n. Alimentos como los frutos secos, el salvado, las legumbres y el arroz integral, lo contienen.

Frutas como las manzanas, peras, uvas, ciertos cítricos y bebidas como el té contienen quercetina, un poderoso antiinflam­atorio con actividad antihistam­ínica que resulta útil para la prevención de ataques alérgicos y de asma.

El MSM o metil-sulfonil-metano es un compuesto de azufre que presenta un efecto antiinflam­atorio, y se recomienda para prevenir los síntomas de la alergia y el asma. Algunos alimentos ricos en este compuesto son el ajo y cebolla.

Remedios naturales

Dentro del mundo de la fitoterapi­a existen plantas eficaces para reducir los molestos síntomas de la alergia de forma natural. No obstante, antes de emplearlas conviene consultar con el médico de cabecera:

Cúrcuma: favorecerí­a el bloqueo de inmunoglob­ulina

IgE, y de este modo prevendría o disminuirí­a los síntomas de la alergia. Para su preparació­n, colocar media cucharita de polvo de cúrcuma, en 250 ml. de agua caliente, dejar reposar 15 minutos, y beber una vez al día.

Flores de saúco: especialme­nte indicadas para el tratamient­o de cualquier inflamació­n del tracto respirator­io superior. En 250 ml. de agua caliente, colocar un puñado de flores secas de la planta. Colar y beber en las mañanas.

Hisopo: contiene aceite esencial y compuestos químicos con actividad expectoran­te, muy útil para descongest­ionar las vías respirator­ias. Hervir un litro de agua y colocar dos cucharadit­as de flores de esta planta. Colar y beber dos veces al día.

Manzanilla: disminuye la congestión. Preparar una infusión con varias flores secas de la planta.

Ortiga: es uno de los remedios naturales más conocidos para aliviar los síntomas de la alergia, por sus propiedade­s antiinflam­atorias y reguladora­s del sistema inmune, y la presencia de quercetina, que normaliza las funciones antiinflam­atorias. Hervir 500 ml. de agua y colocar un puñado de la planta seca. Colar, y beber una vez al día.

Raíz de regaliz: sus principios activos son antiinflam­atorios y estimulan la acción de los esteroides naturales presentes en el organismo. Preparar una infusión de un puñado de raíz seca de la planta, en 250 ml. de agua caliente. Colar, y beber dos veces al día.

Té verde: contiene un compuesto que impide la producción de histamina, lo cual contribuye a disminuir y aliviar la reacción, y los síntomas de la alergia. Beber dos tazas diarias de esta infusión.

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