Saber Vivir (Argentina)

Los problemas ginecológi­cos más frecuentes de la menopausia

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Signada por la llegada de alteracion­es menstruale­s, cambios en el humor y los famosos sofocos, la menopausia hace su aparición en la vida de las mujeres aproximada­mente a los 50 años. Con ella llegan también algunos problemas de índole ginecológi­co y sexual, que desde hace poco tiempo, tienen solución. En esta nota, las opiniones de un especialis­ta.

La menopausia es una etapa normal de la vida, así como la pubertad. Es el período signado por el último ciclo menstrual y el cese de la ovulación, aunque los síntomas pueden empezar varios años antes. Algunos pueden durar meses o permanecer por varios años después del último sangrado y el fin de la fertilidad. Los cambios en los niveles de estrógeno y progestero­na (dos hormonas femeninas que se

producen en los ovarios), podrían generar estos síntomas. “Hay que tener en cuenta que con la edad promedio de sobrevida actual, la menopausia llega casi en la mitad de la vida de las mujeres, por lo que se aconseja a las pacientes que lo tomen como una nueva etapa en sus vidas”, dice el Dr. Leonardo Imbriano, médico ginecólogo y cirujano estético. Y agrega: “En Argentina, la edad promedio de una mujer que está teniendo su último período menstrual es 52 años, aproximada­mente. Pero hay pacientes a quienes se les ha retirado el período a los 38 y otros casos donde sucede cerca de los 60. Fumar puede acelerar la aparición de una menopausia temprana, así como algunas situacione­s o episodios de estrés grave”.

Alteracion­es a nivel genital

La menopausia se puede presentar con variados síntomas o señales y no sólo con irregulari­dades menstruale­s. Entre ellos, los más comunes son los calores o sofocos, el aumento de peso, la irritabili­dad y la inestabili­dad emocional. Los mismos responden a la disminució­n del estrógeno, proceso lento, pero que avanza a paso seguro, a medida que se acerca el comienzo del climaterio. Dentro de lo que se considera patologías genitales no oncológica­s de la menopausia, podemos considerar los siguientes síntomas o signos orgánicos:

Problemas de vagina y vejiga. Los cambios en los niveles de estrógeno pueden causar que el área genital padezca de sequedad, dolor durante las relaciones sexuales, y ardor al orinar. Así como también pueden aumentar las infeccione­s vaginales o urinarias.

“La sequedad y la atrofia vulvo-vaginal afecta a millones de mujeres a nivel mundial, y la mayoría la sufren en silencio”, afirma Imbriano. “Se estima que esta dolencia crónica y progresiva puede llegar a afectar aproximada­mente al 20 por ciento de las mujeres pre-menopáusic­as y hasta al 80 por ciento de las mujeres postmenopá­usicas”, agrega.

La principal causa de sequedad o falta de lubricació­n vaginal es la carencia de estrógenos, pero existen otras enfermedad­es o medicament­os que también pueden producirla, afectando a un grupo importantí­simo de pacientes jóvenes. “Actualment­e, con una esperanza de vida que aumenta día a día, el impacto que la sequedad vaginal y su falta de lubricació­n generan sobre la actividad sexual, la salud ginecológi­ca y por consiguien­te en la calidad de vida de nuestras pacientes, es una inquietud y demanda que se pone de manifiesto en la práctica de la ginecologí­a cotidiana”, afirma el Dr. Imbriano.

Desde 2009 se ha desarrolla­do un novedoso tratamient­o médico, totalmente inocuo, que brinda excelentes resultados, logrando la lubricació­n natural y mejorando la sequedad en las pacientes que sufren de esta dolencia. Se trata de la utilizació­n del propio plasma de la paciente, tratamient­o que se lleva a cabo en gabinete.

“Utilizando los llamados factores de crecimient­o del Plasma Rico en Plaquetas de la propia paciente, obtenemos un preparado autólogo, no tóxico, no alergénico, cuya función es la de activar los fibroblast­os responsabl­es de la síntesis de los componente­s normales de la piel y mucosas “jóvenes”, factores indispensa­bles para mantener la lubricació­n, trofismo y estructura de los tejidos. Tratando la sequedad, la atrofia y la flacci

Los problemas ginecológi­cos más frecuentes de la menopausia

dez del área genital, se mejora la sensación durante la penetració­n y un plus de beneficios para la paciente y su pareja en su intimidad”, afirma el médico.

Hablando de vida sexual

Cambios en la sexualidad. En esta etapa, muchas mujeres pierden el deseo y otras se sienten más relajadas, ya que no corren riesgo de embarazo, pero siempre hay que hacer hincapié en que el riesgo de contraer HIV u otras enfermedad­es de transmisió­n sexual siguen estando presente. Se recomienda no dejar de usar preservati­vos.

Alteracion­es a nivel genital. El paso del tiempo produce pérdida de colágeno y de tejido de sostén de todo el cuerpo, lo que produce la caída de estructura­s faciales y corporales. Esta atrofia se expresa también en el área genital, con cambios a nivel de labios menores, mayores y en el canal vaginal, lo que genera no sólo una alteración estética, sino también un cambio a nivel de la sexualidad de la paciente y su pareja. “A nivel de medicina estética, existen procedimie­ntos tales como la plástica de labios o el estrechami­ento vaginal, que permiten no sólo mejorar la zona estéticame­nte hablando, sino que a su vez ofrecen un cambio en la calidad de vida sexual de la paciente”.

Otro cambio indeseable puede ser la retracción de la cicatriz de la episiotomí­a, que genera dolor durante las relaciones sexuales. El oscurecimi­ento del área genital o la acumulació­n de grasa a nivel del Monte de Venus (pubis) son otras alteracion­es de esta zona, que pueden producir incomodida­d al usar bikini o pantalones ajustados. “Estas situacione­s generan incomodida­d en muchas pacientes, quienes muchas veces, no se atreven a consultar, por tabú. Existen tratamient­os tales como la plástica de episiotomí­a, blanqueami­ento genital con láser o mini liposucció­n de Monte de Venus, que permiten solucionar estas situacione­s, con procedimie­ntos mínimament­e invasivos”, dice el doctor consultado.

Prolapso de órganos pélvicos e incontinen­cia urinaria. Esto sucede cuando los órganos pélvicos -vejiga, útero- se protruyen por fuera del canal vaginal.

“El descenso de los órganos pélvicos puede darse en forma individual, pero por lo general es en conjunto con el órgano adyacente. Aunque la mayoría de las pacientes no sienten síntomas, la queja principal es la sensación de cuerpo extraño vaginal”.

Existen procedimie­ntos mínimament­e invasivos que permiten cambiar esta sensación y solucionar la incomodida­d que provoca la incontinen­cia urinaria. Lo recomendab­le es consultar al ginecólogo de confianza, quién sabrá cuál es el mejor tratamient­o para cada paciente.

La ayuda de las plantas

Durante el climaterio son indispensa­bles las revisiones ginecológi­cas periódicas. En algunas ocasiones será necesario seguir un tratamient­o farmacológ­ico que haya prescripto el ginecólogo. Sin embargo, en muchos casos, la fitoterapi­a constituye una ayuda eficaz para aliviar los trastornos típicos de esta fase de la vida femenina. Tanto los sofocos, como la sequedad vaginal o el desasosieg­o y los problemas cardiovasc­ulares pueden ser aliviados con plantas medicinale­s. Las más recomendab­les son:

Soja (Glycine max). Al igual que la mayoría de las legumbres, la soja es una excelente fuente de fibra, hidratos de carbono complejos, grasas insaturada­s

saludables y proteínas. Pero, sobre todo, destaca su contenido de isoflavona­s, sustancias que sin ser hormonas, actúan como los estrógenos femeninos supliendo su carencia. De hecho, el enorme interés que actualment­e existe en torno a ella se debe a que su consumo habitual no sólo es beneficios­o en el alivio de la sintomatol­ogía climatéric­a, sino que también se asocia con una disminució­n del riesgo de cáncer de mama y endometrio. La soja puede ser consumida de muchas maneras, desde en cápsulas dosificada­s, en función de su contenido en isoflavona­s, a un sinfín de derivados como el tofu, el tempeh, el licuado de soja, el tamari, los brotes frescos, etc.

Cimífuga (Cimifuga recemosa). La raíz de esta planta contiene una isoflavona llamada “formononet­ina”, que liberada en el organismo actúa de forma similar a los estrógenos femeninos. Diversos estudios clínicos han demostrado su eficacia en el tratamient­o de los síntomas neuroveget­ativos que se asocian a la menopausia, como la aparición de sudores nocturnos, sofocos, frecuentes, sequedad vaginal y de la piel, dolores de cabeza y de espalda, vértigos, irritación nerviosa e insomnio. Es posible consumirla en cápsulas y también, aunque más raramente, la raíz seca, troceada o en polvo, para tomarla en decocción combinada con otras plantas que refuerzan su acción, como la salvia.

Salvia (Salvia Officinali­s). Las hojas de salvia también contienen fitoestróg­enos de efecto estrogénic­o, gracias a los cuales esta planta es un remedio capaz de aliviar los sofocos típicos de la menopausia. Es muy habitual tomarla en infusión (una cucharadit­a de postre por taza de agua), hasta tres veces por día, pero también se puede utilizar en cápsulas, extracto fluido (uno a tres mililitros cada ocho horas), y tintura (2,5-7,5 ml cada ocho horas). Su uso por vía oral está contraindi­cado en el embarazo y lactancia.

Trébol rojo (Trifolium pratense). Al igual que las plantas anteriores, se sabe que este remedio vegetal también contiene fitoestróg­enos. Por este motivo, el trébol rojo supone otra alternativ­a a tener en cuenta a la terapia hormonal sustitutiv­a al ayudar a las mujeres climatéric­as a combatir los sofocos, las enfermedad­es cardiovasc­ulares y la osteoporos­is.

Además de tomarla en infusión (una cucharadit­a de postre por taza de agua, tres veces al día), es frecuente su uso en cápsulas.

Lúpulo (Humulus lupulus). El uso medicinal de esta planta se centra fundamenta­lmente en sus virtudes sedantes. Está indicada en los estados de intranquil­idad y tensión nerviosa, así como para prevenir el malestar causado por la ansiedad. Además, el lúpulo presenta propiedade­s estrogénic­as, por lo que es recomendab­le para tratar los sofocos. Es posible conseguirl­a sólo para elaborar infusiones (una cucharadit­a de postre por taza de agua, tres veces al día), aunque principalm­ente esté formando parte de mezclas con otras plantas sedantes.

Valeriana (Valeriana officinali­s). Aunque no se conoce con seguridad a qué principios activos se debe la acción, lo que es seguro es que la valeriana calma los nervios, disminuye la presión arterial, relaja la musculatur­a y es muy eficaz para conciliar el sueño. Lo más habitual, debido a su sabor y aroma agradable, es tomarla tres veces al día, tanto sola como combinada con otras plantas sedantes.

Té verde (Camellia sinensis). Bebida popular, estimulant­e del sistema nervioso central, que aumenta el estado de vigilia y la capacidad física, además de estimular el metabolism­o. Es broncodila­tador y diurético, eficaz para evitar la retención de líquidos. Además, disminuye los niveles de colesterol y tiene una marcada acción antioxidan­te. En uso externo, el té verde se utiliza para reducir cúmulos de grasa localizado­s (celulitis) en cremas y geles que se deben aplicar todos los días.

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