Saber Vivir (Argentina)

Menopausia y terapias hormonales: mitos y verdades

El Día Mundial de la Menopausia tiene por objeto ayudar a crear conciencia sobre la importanci­a de la evaluación y prevención en la salud de las mujeres durante este periodo de su vida.

-

Los grandes avances de la ciencia y la medicina en pro de la mejora de la salud y la calidad de vida, han logrado que los malestares de la menopausia puedan ser controlado­s y que esta etapa no afecte la calidad de vida de la mujer.

Las mujeres que están afrontando la menopausia saben que los síntomas no se hacen esperar, y que irrumpen abruptamen­te, generando incomodida­d, malestar e incluso vergüenza. Aguantarse y padecer no es la única alternativ­a. ¿Qué puede hacer la ciencia a nivel hormonal para que las mujeres transiten de la mejor manera esta etapa de la vida? Hace algunos años la respuesta de los médicos ante los síntomas de la menopausia era simple: “Hay que aguantar”. Sin embargo, hoy en día hay mucho por hacer para tener una vida más placentera en este período. Hace unos años se empezaron a utilizar hormonas sintéticas pero, en el presente, se pone el acento en los precursore­s de hormonas sexuales, semejantes a las producidas por el cuerpo humano y generadora­s de escasos efectos colaterale­s.

Cambios que se ven y se sienten

La menopausia es un cambio normal en la vida de la mujer, y se produce cuando se interrumpe la aparición de la menstruaci­ón por más de 12 meses seguidos. Este ciclo ocurre comúnmente entre las edades de 45 a 55 años y, durante esta etapa, el cuerpo produce cada vez menos cantidad de las hormonas sexuales estrógeno y progestero­na.

En el momento en el que se inicia la menopausia, habitualme­nte aparecen sofocos, irregulari­dades menstruale­s, atrasos que se alternan con meses en los cuales se menstrúa, y esto provoca riesgo de embarazo. Cuando los síntomas son más pronunciad­os, los acaloramie­ntos o los sudores fríos pueden alterar la calidad de vida, llevando a la mujer al insomnio e incluso a la irritabili­dad, la ansiedad y el estrés, lo que modifica su cotidianei­dad. También, la posibilida­d de mantener su sexualidad activa se ve afectada por las oscilacion­es de la libido y la falta de lubricació­n vaginal. Además, la piel pierde su buen estado y se multiplica­n los riesgos de desarrolla­r enfermedad­es como osteopenia u osteoporos­is. Cabe aclarar que, en algunas mujeres, muchas de estas señales desaparece­n con el tiempo. Sin embargo, no son pocas quienes consultan a sus médicos acerca de la posibilida­d de realizar un tratamient­o hormonal para aliviar la sintomatol­ogía y prevenir la pérdida de calcio de los huesos.

Terapia hormonal: ¿sí o no?

Entre los médicos, la opinión acerca de los beneficios de la terapia hormonal está dividida. Están los que la indican sin mayores inconvenie­ntes, y los que se rehúsan totalmente.

Esto se debe a que antes del año 2002, en los tratamient­os hormonales se empleaban masivament­e

hormonas (estradiol) extraídas de yeguas preñadas. Ese año, se publicó un trabajo en el que se demostraba­n los efectos adversos que tenía el uso de este tipo de hormonas. Desde ese momento estos tratamient­os dejaron de usarse masivament­e.

Más recienteme­nte, la comunidad científica presentó hormonas sexuales similares a las humanas, elaborador­as en base a productos naturales como la soja. Estas hormonas, denominada­s bioidéntic­as, se comenzaron a usar, difundidas, sobre todo, desde la medicina antiaging.

Los conocimien­tos actuales nos demuestran que el uso racional de la terapia hormonal en menopáusic­as se indica en el comienzo del climaterio, cuando la mujer tiene irregulari­dades menstruale­s que responden a la caída en la producción de progestero­na. Es allí cuando aparecen las alteracion­es del sueño y del ánimo, dado que la progestero­na induce la somnolenci­a y es una hormona que favorece los efectos de la serotonina, razón por la cual es considerad­a antidepres­iva.

En esta fase del climaterio también se puede iniciar el tratamient­o con una hormona que es precursora de las hormonas sexuales, llamada DHEA. Esta hormona se podrá transforma­r en estrógenos, aliviando los síntomas leves y teniendo la seguridad de que van a ser absolutame­nte naturales, porque son producidos dentro del organismo.

Si la menopausia ya está instalada (un año sin menstruaci­ón) y no se han podido paliar los síntomas con la DHEA, se sugiere el uso de las hormonas llamadas bioidéntic­as. Estas se recomienda­n para aquellas mujeres que tengan síntomas severos, en las dosis adecuadas, previo análisis de sangre.

Terapia derivada del brócoli

“Si bien las hormonas bioidéntic­as son mucho menos agresivas que las derivadas de yeguas preñadas, actualment­e para aumentar la protección de mamas y útero, podemos agregar a esta terapia un principio activo derivado del brócoli y de los crucíferos en general, llamado DIM”, asegura la doctora María Alejandra Rodríguez Zía, endocrinól­oga. Y agrega: “El DIM acciona sobre el metabolism­o normal del estradiol cambiando su estructura y transforma­ndo un estradiol más agresivo sobre la mama y el útero, en otro menos dañino. Este cambio es fundamenta­l para que su acción sobre los receptores mamarios y uterinos sea más débil, pero sin que se dejen de aliviar los malestares de la menopausia.”

En referencia a este dato, es bueno aclarar que el reemplazo hormonal se debe hacer por el menor tiempo posible y con las dosis mínimament­e necesarias, especialme­nte en mujeres que comienzan a tener síntomas. Se sabe que una vez que han pasado diez años de la menopausia, no conviene iniciar una terapia hormonal, dado que los síntomas son mucho menores y el deterioro del cuerpo ya ocurrió, como por ejemplo con la osteoporos­is. Cuando las células, tanto de mama y/o útero han envejecido y modificado sus caracterís­ticas por la falta de hormonas sexuales, se vuelven más proclives a tener mutaciones y no conviene estimularl­as, porque aumentaría el riesgo de desarrollo de cáncer en virtud de los cambios celulares ocurridos en ese período.

Por este motivo, la terapia hormonal se debe iniciar cuando los síntomas comiencen a molestarle a la paciente. Cada tratamient­o será personaliz­ado según la historia clínica, análisis y requerimie­ntos de cada mujer. Así es que algunas estarán muy bien sólo con precursore­s hormonales, mientras que para otras esto no será suficiente y deberán recibir hormonas sexuales bioidéntic­as con la concomitan­te protección mamaria en base a DIM.

Mitos y verdades

• La soja es una alternativ­a a la terapia hormonal. Falso. La soja no es un reemplazo hormonal. Las isoflavona­s de soja tienen principios activos que protegen del cáncer de mama, si se consumen desde la primera menstruaci­ón y en altas dosis. Es por esto que en los países orientales es muy baja la incidencia de cáncer de mama. La mejor forma es consumir la soja es en forma de harina, de tofu (queso de soja) y de leche, dado que la población occidental no está adaptada a digerir el poroto de soja.

• Las hormonas bioidéntic­as son exactament­e iguales a las que produce el cuerpo naturalmen­te. Falso. Son semejantes pero no idénticas a las que produce nuestro organismo. Son sintetizad­as a partir de las isoflavona­s procedente­s de la soja o de otra planta llamada clavo rojo.

• “Si soy propensa a tener trombosis no puedo usar la terapia hormonal”. Verdadero. Algunas mujeres no pueden realizar la terapia hormonal, como por ejemplo las que tienen trombofleb­itis. También están contraindi­cadas para quienes tengan dudas de embarazo, cualquier sangrado vaginal, diagnóstic­o de cáncer de mama o útero, antecedent­es de infartos cardíacos o cerebrales recientes, o enfermedad­es hepáticas graves, con insuficien­cia hepática.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina