Te cuento…
Tristeza, sí, pero sobre todo, rabia e impotencia. ¿Contra la Selección? No, esto es fútbol y yo soy argentina más allá de los resultados. Podré gritar, podré insultar más que el Tano Passman, pero ahí termina todo. Mi rabia es con muchos compatriotas que, como la gota de agua que horada la piedra, han ido gestando en el mejor jugador del mundo (¡que como el otro mejor, Maradona, es argentino!) la frase con la que el domingo 26 me terminó de matar: “Se terminó la Selección para mí”. ¿Una decisión tomada en caliente? Dios quiera que así sea. Fueron muchos los argentinos que lo menospreciaron, pero los que siempre tuvimos en claro qué clase de tipo y de deportista es, hoy rogamos que no cumpla su palabra. Porque si existe una justicia divina, no es Messi el que tiene que decir adiós a la camiseta celeste y blanca, y eso sin entrar en el tema de la corrupción en la AFA. Apenas perdimos con Chile, empecé a contar los minutos para que el Tata Martino saliera a decir “renuncio”, y ni hablar del Pipita y del Kun, dos caprichos impresentables a los que no les saco méritos futbolísticos pero que ya dieron sobradas muestras de tener la cabeza y los pies en cualquier lado menos en una final. Pero no. Fue Lio, en un gesto que lo hace aún más grande de lo que es.
Si no vuelve a vestir la albiceleste, lo vamos a lamentar todos, los que lo mataron desde que era chiquito y se fue a España, hasta los que lo seguimos desde ese mismo instante. Pero yo tengo fe, y quizás el tuit que su mujer le escribió el lunes, a él y para el mundo, le haga la cosquilla suficiente como para recapacitar. “Más de uno quiere seguir viéndote jugar y ver tu magia. Yo quiero que te retires cuando hagas lo que siempre soñaste: ¡sacar campeón a Argentina!”, escribió Antonella. Ahora, si no cambia de opinión, está en todo su derecho porque, efectivamente, Lio, no te merecemos.
“Si se quiere ir que se vaya”, dicen los soberbios; “no lo necesitamos”, gritan los necios. Y yo ya ni gasto energía en responder, porque la energía, como hace Messi, hay que ponerla en lo importante, y él la puso hasta el último domingo en la Selección de su país, un país que lo ha maltratado como a pocos. Perdonalos, Lio, no saben lo que hacen, perdonalos y volvé, que nos espera Rusia 2018 y con tu genio podremos ganar ese Mundial y vos, levantar esa copa que te es tan esquiva. Tal vez ese día, tus inquisidores te pongan una bandera que diga “Perdón Messi”, como a aquel Bilardo del ‘86. Quizás un día, tus asesinos lean el mundo a través de las noticias, y vean a ese nene afgano jugando a la pelota con una camiseta de bolsa de nylon con el 10 de Messi; al argentino secuestrado en Nigeria que se salvó de que lo maten por nombrar a Messi; a esa mamá colombiana que quiso ponerle a su hijo la camiseta de su selección y el nene lloraba porque sólo quería la de Messi; a los 422 bebés nacidos en Cataluña que se llaman Lionel por él... Y a los que aún tienen el tupé de llamarte “pecho frío”, les dejo aquellas palabras de un hincha que en 2015, en las redes, hizo un descargo que se volvió viral, y que hago mías: “¿Cómo le voy a decir ‘pecho frío’ a un tipo que cuando tenía 11 años se inyectaba agujas solo para pelear contra una enfermedad? ¿Cómo le voy a decir ‘pecho frío’ a un tipo que con 11 años se fue a Europa con la responsabilidad de cargar con el futuro suyo y de su familia en sus espaldas? ¿Cómo le voy a decir ‘pecho frío’ a un tipo que le dijo que no al país que le dio todo y eligió al que no le dio nada? ¿Cómo le voy a decir ‘pecho frío’ a un tipo que podría estar contando guita en una playa privada y sin embargo está intentando dejar en lo más alto a la Selección de su país? ¿Cómo le voy a decir ‘pecho frío’ a un tipo al que comparan con un señor que dicen fue el mejor de la historia? ¿Cómo le voy a decir ‘pecho frío’ a Messi? Pecho frío sos vos, que tratas de pecho frío a Messi”.
VOLVÉ, YA SE VA A DAR Los mismos argentinos que te mataron van a ponerte un día una bandera que diga “Perdón, Messi”, como a Bilardo en el Mundial ‘86