Robot argentino en la NASA
Tiene 20 años, es mendocino, cursa el tercer año de la carrera de Ingeniería Industrial, y acaba de crear un vehículo que es capaz de colocar un GPS en el Planeta Rojo.
Cuando un profesor de la primaria le preguntó que quería ser de grande, sin sonrojarse, Marcos Bruno le contestó: “Yo voy a ser astronauta”. Y, hoy el joven mendocino de 20 años que está cursando el tercer año de la carrera de Ingeniería Industrial, está cada vez más cerca de cumplir su sueño. Si bien, por ahora, no viajará a la estratósfera, acaba de inventar un robot que puede transportar un GPS y dejarlo fijo en la superficie del planeta Marte.
Su proyecto fue seleccionado entre cientos de todo el mundo por The Mars Society, una sociedad científica estadounidense que trabaja en cooperación con la NASA, y cuyo objetivo central es impulsar la exploración del enigmático Planeta Rojo en el futuro.
“El año pasado asistí a un Congreso Aeroespacial en Buenos Aires donde conocí a un chico peruano que trabaja en la sede que tiene The Mars Society en su país, y me habló de la convocatoria que se hace principalmente para Perú, pero que está abierta a toda América Latina, y por eso decidí presentar el proyecto. Cuando me enteré que había quedado seleccionado no lo podía creer. Me largué a llorar de la alegría”, cuenta, antes de explicar en qué consiste oficialmente su gran creación, a la que todavía no le puso nombre. “Es un robot apenas más grande que el tamaño de una caja de zapatos. Tiene cuatro ruedas, un sinfín de conectores, un sensor y
“Cuando supe que había quedado seleccionado, no lo podía creer. Me largué a llorar de la alegría”
Arr.: Marcos contó con la ayuda de su amigo, Gabriel Caballero. Ab.: Federico Cravero y Agustín Mazza participan de la RoboCup 2016
un brazo que puede manejar instrumental y una cámara digital fotográfica. Aún no tiene nombre, todavía lo estoy pensando”, relata Bruno con seriedad.
“Me contaron que los peruanos crearon un GPS para usar en Marte, pero como allá hay muchas tormentas de viento necesitaban un dispositivo que lo moviera y lo dejara fijo, por eso se nos ocurrió crear uno que fuera capaz de clavar un GPS en el suelo de Marte. Varios GPS funcionando al mismo tiempo hacen un sistema de posicionamiento global, pero el problema es que si uno se vuela o se rompe, el sistema entero se cae. Por eso, el robot debe transportar un nuevo GPS e instalarlo para reparar todo el sistema”, explica el talentoso inventor al que, una vez que tuvo en claro la idea, no le resultó para nada complicado llevarla a cabo. “Algo entendía porque de chiquito me encantaba armarlos y desarmarlos”, recuerda. AMIGOS Y SOCIOS
En su aventura, Marcos contó con la ayuda de su amigo Gabriel Caballero, estudiante de Ingeniería Electromecánica, con quien tiene pensado formar dúo para presentarse a las convocatorias de los próximos años. “Tanto el diseño como la construcción fueron de los dos. Las cosas que no sabíamos las buscamos en Internet. No fue tan difícil como parece”, asegura.
El gran desafío que tuvieron que afrontar los jóvenes fue el de poder crear, con chasis de acrílico, motores, ruedas plásticas y computadoras en desuso, entre tantas otras piezas, un robot capaz de soportar las condiciones extremas que hay en Marte, distante a unos 225 millones de kilómetros de la Tierra, y que todavía no fue pisado por el hombre.
“Tuvimos dos semanas para ir haciéndole los ajustes, lo más difícil fue que clavara el GPS en el desierto. Lo había probado en el patio de mi casa, pero allá falló. Por suerte pudimos solucionarlo y fue un éxito”, concluye el futuro estudiante de Mecatrónica que tiene un nuevo sueño para cumplir: “Ojalá que los directivos de The Mars Society me den la oportunidad de poder trabajar con ellos. Con Gabriel tenemos para contarles muchísimas ideas tan buenas como ésta”, afirma.
“Tiene cuatro ruedas, un sinfín de conectores, un sensor y un brazo para manejar instrumental y una cámara”