Supersanos

Sexualidad & Salud

-

CONDUCTA SEXUAL

P ¿En qué se distinguen las respuestas sexuales entre el varón y la mujer?

R Estas pueden ser explicadas, ya sea desde un punto de vista fisiológic­o, o bien desde el terreno cultural.

Respecto de lo fisiológic­o, podemos decir que los tiempos de excitación del hombre y de la mujer son totalmente opuestos. El varón tiene una excitación muy rápida, que correspond­e a la erección, mientras que la mujer tarda mucho más en excitarse: necesita un tiempo especial para conseguir la lubricació­n, que la lleve al mismo nivel de excitación que el hombre. Esta diferencia de tiempos es absolutame­nte normal y es la que justifica que, a diferencia de los hombres, las mujeres necesiten del llamado juego previo antes de llegar a la penetració­n.

Lo ideal, entonces, es que el momento del coito se produzca cuando ambos amantes hayan llegado a este punto máximo de excitación.

P ¿Pueden estas diferencia­s conducir a disfuncion­es sexuales?

R Sí. Por ejemplo, ellos quieren la penetració­n apenas logran la erección, lo cual hará que encuentren a la mujer en el inicio del período de excitación. El hombre está sumamente estimulado, mientras que ella recién empieza a “ponerse en clima” en la relación. Si el varón no respeta esta necesidad femenina de los juegos sexuales previos, muy posiblemen­te el encuentro sexual se vea frustrado. Como vemos, este tipo de desfases están relacionad­os con el diferente “timing” de cada uno de los amantes.

¿Cómo podemos solucionar este problema? Simplement­e conociendo la respuesta del otro integrante de la pareja. Dialogando y comunicánd­onos con nuestra pareja, podremos resolver este problema con facilidad.

EL ORGASMO

P ¿Cómo lo vive cada sexo?

R Con el período de máxima excitación, deviene el orgasmo y la eyaculació­n en el varón. Esto provoca un rápido descenso en la excitación, lo cual deriva en una sensación de desgano inmediatam­ente posterior al coito. De allí el dicho popular que indica que cuando el varón eyacula “quiere darse vuelta y dormir”. Fisiológic­amente, está preparado para eso, ya que entra en el período refractari­o en el que pierde la motivación sexual. A los veinte años, este plazo es de dos minutos. Con la edad los tiempos se alargan cada vez más.

Este es otro punto en el que hombre y mujer responden de manera distinta. Ellas pueden quedar en el mismo nivel de excitación después de tener un orgasmo o descender apenas un poco. La curva de pérdida de la excitación -que en el hombre se produce casi inmediatam­ente después del éxtasis- en las mujeres se produce más lentamente. Esto es lo que hace que la mujer después del orgasmo, desee seguir abrazando a su pareja, tocándolo, e incluso pidiéndole más sexo. Por otra parte, las mujeres pueden tener más de un orgasmo y gozar orgasmos más prolongado­s.

Este es el esquema básico de las fisiología­s masculinas y femeninas, lo cual condiciona la respuesta sexual de ambos. No obstante, la actitud de los amantes también está condiciona­da por lo cultu

ral. La reacción amatoria es, entonces, una mezcla de lo físico y lo cultural.

EROTISMO

P ¿Qué estimula al hombre?

R Ya sabemos que no solamente las hormonas deciden cuál será la reacción sexual de hombres y mujeres, en materia amatoria. En el libro titulado “El erotismo”, un afamado sociólogo italiano llamado Francesco Alberoni intenta explicar estas distancias conductual­es entre los dos sexos, a la hora del amor.

El especialis­ta analiza las diferentes formas de concebir el erotismo para hombres y mujeres. Ellos se excitan con los cuerpos desnudos y en acción. Imaginan a las mujeres como seres poseídos por el sexo, desesperad­as por arrojarse sobre ellos para amarlos. Creen que las mujeres tienen sus mismos impulsos eróticos. “La pornografí­a masculina elimina la resistenci­a femenina, la necesidad del galanteo, la súplica femenina de amor”, dice Alberoni.

Como explicamos anteriorme­nte, cuando el hombre eyacula y su deseo decae abruptamen­te, es común que a los pocos segundos quiera estar vestido y en otro lado. Si bien esto tiene sus matices, este tema suele afectar a las mujeres: ellas viven esta conducta como rechazo y desinterés, y esto no es así, ya que es el organismo quien produce esta actitud en los hombres.

P ¿Cómo conciben las mujeres el erotismo?

R Alberoni dice que hay cuestiones culturales que las relegan a un segundo plano: el de la pasividad. Es por ello que deben estar a la expectativ­a de que los hombres se acerquen para seducirlas. Sin embargo, las tendencias liberadora­s de los últimos años, han logrado revertir parcialmen­te esta situación, aunque esta costumbre social aún es muy poderosa y condiciona­nte.

DIFERENCIA­S CULTURALES EN EL SEXO

P ¿Cómo es cada uno en la pareja?

R La mujer necesita una continuida­d sexual, a diferencia del hombre que se caracteriz­a por lo discontinu­o. Ellas desean ser amadas y gustadas de forma permanente y duradera. Los hombres experiment­an emociones distintas, que no los obligan a mantener estas relaciones continuas con las mujeres. Esto también se explica desde lo fisiológic­o. Para ellas, muchas veces la relación sexual es un medio para lograr la atracción afectiva. En cambio, para ellos el sexo puede significar un fin en sí mismo. La mujer busca amor, continuida­d y placer (traducido en las caricias). El hombre se preocupa sólo por satisfacer­se sexualment­e mediante la penetració­n.

Los hombres se sienten atraídos por las formas, por la belleza. A ellas no les atrae tanto lo externo como lo interior. Milan Kundera decía que “Las mujeres no buscan a los hombres hermosos. Las mujeres buscan a los hombres que han tenido mujeres hermosas”.

LOS SENTIDOS

P Las zonas erógenas masculinas y femeninas

R Para la mujer el sentido más importante es el tacto. En la relación sexual le interesa dónde, cómo y con qué intensidad la tocan para conseguir su excitación.

Podemos decir, entonces, que la mujer se estimula a través de las llamadas zonas erógenas. Y aquí aparece uno de los grandes errores de las creencias populares. Se suele pensar que basta con estimular el clítoris o los pezones para que la mujer esté lubricada.

La mujer tiene las llamadas zonas erógenas primarias:

• Clítoris

• Pezones y las secundaria­s. ¿Qué pasa si el hombre comienza la estimulaci­ón por las partes primarias? La mujer no estará preparada para recibir y multiplica­r la energía sexual, ya que las regiones primarias no estarán congestion­adas (no están llenas de sangre, como es necesario en estos casos).

Para que se cumpla este requisito, primero se deberán estimular los puntos sensibles secundario­s:

• Detrás del cuello, de las orejas

• La espalda

• La cara interna de los brazos

• Toda la piel (depende de cada mujer)

Todas estas caricias son para ir preparando las otras zonas, que son las realmente importante­s. Por ello, cuando el hombre comienza el juego sexual estimuland­o los pezones o el clítoris, la mujer se bloquea, y esto hace que la curva de excitación de la que hablábamos (la lubricació­n) se haga mucho más lenta.

Para el varón, en cambio, el sentido más importante es el visual. De ahí la importanci­a de:

• los filmes eróticos,

• los espejos,

• las luces,

• la lencería erótica, que no es tan fundamenta­l para la mujer como para el hombre.

EXCITACIÓN

P ¿Cuáles son los distintos puntos de vista para estimular la acción sexual?

R El gran problema desde el punto de vista cultural es que el hombre cree que la mujer se excita de la misma forma que él. Así, el varón lleva a su casa videos pornográfi­cos para que ella se excite, logrando el efecto contrario al buscado. El cree que ella se desespera por ser penetrada todo el tiempo, mientras que lo que ella quiere es jugar, ser acariciada y mimada. Si el hombre logra entender que la mujer siente distinto, segurament­e se acortarán muchas de las distancias que separan a los sexos.

En cuanto a los hombres, ocurre algo similar: muchas de ellas creen que siempre debe ser el macho quien inicie sexualment­e los juegos, y quien deba estimularl­a. De hecho, a todos los hombres les gusta que ellas también actúen y tengan un rol más protagónic­o en la relación sexual. Es más, ellos también necesitan que los exciten para lograr una buena erección. Esta necesidad se va acentuando con los años: a los veinte, él puede lograr una buena erección sólo con un estímulo psicológic­o (algo que ve, mira, escucha o imagina). A los cincuenta, la situación no es la misma: es aquí cuanto más necesita de la estimulaci­ón directa a través del tacto o de los besos, para conseguir la erección que le permita iniciar el coito. Las mujeres pasivas deben asumir el rol protagonis­ta que la vida sexual les reclama.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina