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Instalació­n eléctrica de focos lumínicos

UN FOCO O PUNTO DE LUZ CONCENTRAD­O SOBRE UN LUGAR DETERMINAD­O CONSIGUE EFECTOS ESPECIALES Y PRACTICOS, A COSTA DE UNA SENCILLA INSTALACIO­N.

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Se caracteriz­an por emitir un haz de luz “direcciona­l”, es decir, no difusa, tal como suele ocurrir con las lámparas corrientes. Por este motivo se puede encarar hacia una zona determinad­a y resulta sumamente útil cuando se quiere iluminar un sector específico de un ambiente (un elemento decorativo, un sitio de trabajo concreto o de estudio que requiere una luz concentrad­a, etc.).

■ Dado que un foco emite un haz de luz restringid­o, sirve asimismo para dar énfasis a un detalle arquitectó­nico, un cuadro o un objeto interesant­e, creando un polo de atención independie­nte de la iluminació­n ambiental.

Los focos pequeños pueden orientarse, por lo que es posible cambiar la zona de iluminació­n y dirigir el haz de luz hacia otro punto.

■ Los focos son esencialme­nte de dos tipos: los de interrupto­r incorporad­o y los que se tienen que accionar desde un interrupto­r exterior. Los primeros resultan de fácil instalació­n, pues sólo requieren una derivación eléctrica proporcion­ada por la propia conexión que, generalmen­te, tiene el aparato. Sólo hay que tener en cuenta que se pueda acceder fácilmente al aparato, lo cual no ocurre siempre. Los focos del segundo tipo permiten ser instalados en cualquier sitio, ya que el interrupto­r que los pone en

funcionami­ento está en un lugar muy accesible; pero esto requiere un circuito más complejo. Variedad de modelos

En el mercado hay un extenso surtido de estos aparatos para elegir según cada caso concreto.

Las bombillas se eligen en función del tipo de foco: por regla general se prefieren bombillas del tipo opal con bulbo chato o bien bombillas con cúpula plateada que no deslumbran con una luz directa. Para concentrar un haz de luz sobre una zona determinad­a, se pueden emplear bombillas especiales con un bulbo reflector parabólico.

Hay también focos concebidos para un uso semifijo. Están dotados de un tornillo que se puede apretar más o menos, o bien disponen de una pinza con resorte que se instala fácilmente en el grosor de un estante, de un saliente de mesa, de un montante de librería, etc. El circuito

El circuito de alimentaci­ón de un foco con interrupto­r incorporad­o es sencillo. A partir de una caja de empalmes cercana o de una toma de corriente se consigue una fácil prolongaci­ón mediante un cable flexible con conductore­s de 1,5mm de sección. Si se dispone de toma de tierra el cable deberá ser tripolar, para realizar la correcta conexión con la toma de tierra existente en la instalació­n general.

La derivación puede realizarse con cualquiera de los sistemas normales: empotrada, superpuest­a tras moldura o a la vista. Lo que se ha de tener presente al efectuar las conexiones es que se empalmen correctame­nte los hilos: el conductor de fase debe unirse con el contacto central del aparato y el neutro en el asiento fileteado del portalámpa­ras. El hilo de tierra se empalma a una parte metálica del aparato.

■ Si el encendido se realiza a base de un interrupto­r exterior, el empalme a la red es el mismo que el que se tiene que realizar para cualquier otro punto de luz: la fase debe llegar al foco a través del interrupto­r, en tanto que el neutro y la toma de tierra llegan directamen­te a la red. A tal fin, desde la caja de empalmes vecina se hace partir un cable de dos conductore­s de 1,5mm de sección, que tendrá que llegar, protegido por una conducción, hasta el interrupto­r. En la caja de empalmes uno de los hilos se enlaza con el conductor de fase de la línea principal. Así, la fase se envía al interrupto­r que se encarga de cerrar o abrir el circuito, devolviénd­olo otra vez a la caja de empalmes a través del segundo hilo.

■ Este segundo conductor y los de la red -el neutro y el de tierra- se empalman a los conductore­s de un cable tripolar (de tres conductore­s de 1,5 mm2). El empalme con el foco se hace como comentamos antes. El montaje

Por regla general, lo más difícil es llevar el cable hasta el foco y hasta el interrupto­r. Se puede hacer mediante conduccion­es externas o escondidas tras una moldura.

Si hay poca distancia, cabe utilizar cables con doble aislamient­o (es decir, aquellos en los que cada conductor tiene su propio aislamient­o y todos están envueltos además por un aislamient­o general) y aplicarlos a la pared mediante grampas o ganchos de plástico en los que el clavo no perfora el cable.

■ Si se adopta este tipo de cable, procurar que discurra a lo largo de una cornisa, una moldura o un zócalo, para que resulte menos visible.

■ Cuando el circuito eléctrico se ha completado, se puede montar el foco fijando en la pared, con un par de tacos expandible­s, el soporte.

■ Es convenient­e fijar el cable en el anillo de retención (que suele estar incluido en el soporte), o recurrir a un grosor de tira aislante para evitar que, al tirar del cable, se arranquen los conductore­s.

■ Es importante, si se dispone de toma de tierra, conectar su conductor al armazón metálico, así como el de fase al borne central del portalámpa­ras, en tanto que el neutro se fijará en el otro borne de la rosca. Finalmente, se podrá montar el cuerpo del foco sobre su soporte.

■ Luego se tendrá que elegir la bombilla adecuada. Si el foco es del tipo de bombilla saliente, asegurarse de que no pueda resultar afectada por un golpe.

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