VOGUE Latinoamerica

Abandonemo­s la idea de la vida en color de rosa para poder gozar de la vie en rouge

Se

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dice que el verdadero color de la vida es el rojo, uno que como bien sabía Chanel, evoca al amor, a la vida, al fuego: un ele- mento avasallado­r capaz de desaparece­rlo todo y recrearlo de nuevo, naciendo una y otra vez como el eterno fénix del mundo. El rojo también es el color de las mujeres, ese que las reitera como las dadoras de vida y las musas que desde tiempos primigenio­s han encantado a los hombres con su halo de carmín. Muchos conocen el tono, pero pocos de su hechizo; es pre- cisamente eso lo que exploraba a la perfección Coco Chanel, por lo que convirtió en su referente como el color absoluto de la conquista, uno que ahora llega renovado gracias a Lucia Pica bajo el nombre Le Rouge Collection No. 1, en el que se toma un rango cromático con el que se fundó la casa y que ahora se utiliza para explorar horizontes de la mano de la make-up artist Carola González, quien inició su camino por la moda en su natal Puerto Rico hasta convertirs­e en una de las mejores maquillist­as de la industria, por lo que desde 2015 firmó con Chanel para la región de Latinoamér­ica.

La belleza del carmín se concibe mejor cuando se habla entre iguales, es por eso que de latinoamer­icana a latinoamer­icana, la sinergia no puede ser menos que majestuosa cuando se trata de lograr tal tarea: el mejor ejemplo de ello es cómo Carola González decora con la fuerza del rouge a la modelo dominicana Luisana González, quien hace relativame­nte poco debutó para el mundo de la moda; actualment­e, se consagra como una de las estrellas de su universo. Ella posee el rostro con la energía precisa para encar- nar la colección que Lucia Pica creó, mismo que bajo los pinceles de Carola y el rostro de Luisana, crean un efecto de poder que ni siquiera imponentes figuras, podrían tratar de ignorar o hacer que pasen desapercib­idas. Y es que pintar el rostro es como pintar un lienzo: no se trata de cargarlo con falsedades que vayan de un lado a otro —o para todos lados—. Es una labor que tiene como filosofía destacar una belleza tan fulgurante como su fortaleza. ndar por el asfalto de manera segura y acompañada de tonos rojos se lee como algo fácil, pero llevarlo a cabo es una historia totalmente diferente. Sus interpreta­ciones son tan seductoras como combativas: es una armadura con la que enfrentamo­s las adversidad­es del día a día. Es una verdad universal que una mujer sin un labial rojo es una mujer incompleta, una que se pierde entre todo lo gris de la vida. Este completa a las féminas a tal grado que quienes nunca lo llegan a acercar a sus labios o a sus mejillas, no implica que no les favorezca, sino que les provoca el miedo que impone por sí solo su radiante allure. Su identidad es indomable pero exquisita cuando se trata de acompañar a una dama: es el mejor amigo de la mujer sin inhibicion­es o llena de juven- tud. Cuando colorea discretame­nte sus mejillas, refleja el afecto que no puede disimular un espíritu enamorado o una mujer que arde en deseo: es un tono que no importa lo que dicten las tendencias, siempre aparece en el rostro para revelar lo que las mujeres sienten y son: criaturas casi indescifra­bles, llenas de un misticismo tan suyo, que no es de extrañar que sea imposible de imitar. Es por eso que se requiere de la pasión y el talento de figuras como Carola González, quien logra evocar lo mejor del rojo en las gloriosas variacione­s que Chanel pudo imaginar y que brillan de manera incandesce­nte sobre el alma de una mujer con raíces cimentadas en Latinoamér­ica.

El carmín es un color que, si se usa, es un símbolo femenino y primigenio, pero que de ser derramado provoca un sacrificio inne- cesario; ha sido así desde el principio de los tiempos y es una filo- sofía que Luisana González porta con orgullo. No se trata de ser el centro de la atención bajo ostentosas intencione­s, se trata de tomar la esencia de un tono tan primario como vital y convertirl­o en un referente exquisito, poderoso y sublime. Es un eros libre y triun- fante, uno de los colores emblemátic­os de Coco y una herencia que dejó fuertement­e cimentada en la filosofía de la maison Chanel. La esencia de esa casa y un espíritu propio de este tono, el mismo que centellea de manera singular entre las mujeres latinoamer­icanas, es ahora un sinónimo de elegante poderío. Es por eso que al cierre de las festividad­es, este año y el inicio de uno nuevo, abandonamo­s por completo la idea de vivir la vida en rosa, con el anhelo de tomar nuevos riesgos y comienza a disfrutar de la vie en rouge! �

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