Adiós perfección
Traducir un defecto a una virtud, es la consigna que nos señala hacer un cambio de paradigmas. El nuevo y valeroso canon de la estética de hoy se escribe en plural y con una D de diversidad
La búsqueda de una piel impoluta logró un cambio de paradigmas, pero ahora se sustituye con D de diversidad
Generalmente las mujeres ya no quieren ser Barbies”, afirman las doctoras Mar Mira y Sofía Ruiz del Cueto especialistas en medicina estética. Y efectivamente, es un hecho que parece más que confirmado cuando hasta la propia Barbie, la muñeca más famosa y representativa de la belleza aspiracional femenina de cada época, ha dejado de parecerse a sí misma transformando, por primera vez desde su creación, sus controvertidas medidas imposibles en diversas alturas, diámetros de cintura y cadera y colores de pelo y piel. “Hay una tendencia cada vez más marcada hacia la naturalidad y lo natural nunca es 100% perfecto ni estándar, sino múltiple y variado”. Así explica el doctor Juan Peñas, cirujano plástico y estético, la base del positivo cambio que está viviendo el canon de belleza en la actualidad: cada vez está más alejado de la dictadura del ideal único (un precepto que llega a ser inalcanzable para la gran mayoría), más abierto a la heterogeneidad y marcado por anteponer lo diferente frente a lo que anteriormente era considerado perfecto.
BENDITAS DIFERENCIAS
#curvy, #bigisbeautiful, #imnotanangel, #bellezareal, #advancedbeauty… Como no podía ser de otra manera en la generación Instagram, la redefinición de lo que hoy consideramos bello ha llegado a golpe de hashtag. Lo confirma el estudio The Influence of the Digital Divide on Face Preferences, realizado por la Universidad de St Andrews (Escocia) en el año 2014, según el cual, el internet es clave en la determinación del nuevo canon. Sus conclusiones muestran una clara diferencia de criterio en cuanto al tipo de rasgos que consideran atractivos quienes viven en poblaciones con acceso a la red y quienes no. Y, claro, si algo caracteriza internet es la diversidad de referentes. Lo muestra año tras año el ya famoso informe de Instagram sobre los perfiles con más seguidores de dicha red social. Basta como ejemplo el del año 2015, en el que los cinco primeros puestos los ocuparon mujeres de bellezas tan dispares como Taylor Swift, Kim Kardashian, Beyoncé, Selena Gomez y Ariana Grande. Y de las redes sociales a las pasarelas y las campañas publicitarias. Una nueva generación de modelos
( de bellezas llamadas ‘atípicas’ encarna el cambio de tercio. Modelos curvy y plus-size. Modelos de rasgos ‘imperfectos’ como narices picassianas, caras de alien, orejas de soplillo, dientes separados, ojos bizcos, que han sacado de esto su mejor partido para destacar y triunfar. Modelos sin género, octogenarias, con síndrome de Down o vitíligo. Modelos que proceden del deporte paralímpico, con fisonomías ultra-fit y prótesis de titanio en lugar de piernas. Modelos como Cara Delevingne, Winnie Harlow, Lindsey Wixson, Georgia May Jagger, Andreja Pejic, Aimee Mullins, Carmen Dell’orefice… Son tantos los ejemplos que resulta paradójico seguir calificándolos de anecdóticos cuando, temporada tras temporada, diseñadores y directores de publicidad, marketing y comunicación se atreven a romper los paradigmas que fueron establecidos por la sociedad. En una sociedad bombardeada por los estímulos visuales —se calcula que nuestra retina recibe, solo a través de los medios publicitarios, una media de alrededor de 3.000 imágenes diarias— distinguirse parece ser la única receta para
no pasar desapercibido. Lo estándar o lo común, por muy idílico que sea, no destaca: “Las caras de muñequita, todas iguales y perfectas (entendiendo perfección por simetría, sin algún rasgo que ‘rompa’).
No impactan de la misma manera que un rostro con algo distintivo”, afirma la Dra. Mira. También, la Dra. Mónica González, incide en el mismo punto: “La belleza imperfecta provoca mayor impacto. Está demostrado —dice— que lo diferente, abstracto y poco simétrico facilita el proceso de memorización; por eso en las redes sociales tiende a triunfar lo peculiar, porque se recuerda y se fija de mejor manera en nuestra mente”.
Hoy, ya no resulta tan sorprendente que una mujer curvilínea o de más de 50 años protagonice un anuncio de cosmética. Pero en el año 2004, cuando Dove lanzó su primera campaña llamada Por la Belleza Real, protagonizada por mujeres cuyo físico se salía de los estereotipos regulares, la sorpresa llegó hasta los noti-
cieros. Se trataba de provocar la conversación sobre la necesidad de contar con una definición más amplia de la belleza.
Desde rrolladoDove entonces,por el la MovimientoAutoes-han desatima, el cual promueve programas y actividades educacionales para una construcción más sana de la identidad del género femenino y que ha llegado a 15 millones de mujeres en todo el mundo.
¿QUÉ ES SER BELLO HOY?
Parece claro que algo está cambiando y que aquella afirmación de Coco Chanel según la cual “para ser irremplazable, uno siempre debe buscar ser diferente” rige hoy más que nunca. Al menos en los desfiles, las redes y los anuncios de moda y belleza; pero ¿y en la calle?, ¿En las consultas estéticas? “Nuestro perfil de paciente nunca ha buscado cambios drásticos, sino mejorar o armonizar su rostro manteniendo su identidad”, afirman las doctoras Mira y Ruiz del Cueto. “Sí hemos notado cierto cambio en los últimos años, hay pocos pacientes que piden un rasgo concreto de otra persona; hace años, incluso a veces venían con una foto y solicitaban los labios de tal, los pómulos de alguien… Ahora no. Y eso, ya de por sí, es un avance, pues parece que hay una
Sosteniendo una perspectiva correcta, aquello que vemos como debilidad se logra convertir en una gran fortaleza
mayor aceptación de lo que a cada uno le hace diferente, que es al final lo que le confiere personalidad y atractivo”.
En la misma línea, la Dra. González afirma que hace tiempo nota “un cambio hacia la naturalidad, el paciente se acepta más a sí mismo aunque, también sigue buscando la aceptación de los demás. Por suerte, parece que la sociedad contempla cada vez menos lo artificial como bello y se entiende que la belleza no es unitaria sino diversa”. Atribuir la belleza a un único elemento como la simetría hace que se desvirtúe nuestra percepción de lo físico, generando emociones negativas.
Como ocurrió en los años 80, cuando se apostó por simetrías y perfecciones poco naturales que terminaron por recrear personas idénticamente distorsionadas, con rellenos iguales y bótox desmesurado, dando como resultado expresiones anodinas, casi clónicas”, explica.
Para la Dra. Ruiz del Cueto la clave de la evolución está en que estamos aprendiendo a vernos en conjunto, “cada vez hay más conciencia de que no hay rasgos bellos o feos de forma aislada, sino que es nuestro aspecto global lo que resulta o no atrayente”. “La belleza está en la armonía y esta no siempre es sinónimo de simetría, ni proporción”, apunta Mar Mira, “hay ciertos rasgos fisionómicos que siendo desproporcionados marcan la belleza del conjunto y su personalidad diferencial”. La Dra. pone dos ejemplos, la cintura de Marilyn Monroe y los labios de Angelina Jolie: “Sin esa cinturita de avispa, desproporcionada en relación a las caderas, Marilyn no hubiera resultado tan sexy. Lo mismo pasa con la boca de Angelina Jolie, clave para equilibrar su rostro de las facciones angulosas”. — María R. de Rivera