El sabor de la vida
El verano llega con promesas de plenitud y frutos frescos por todas partes. Descubre cómo disfrutar, ligera y vital, los regalos del sol
Apolo abraza las promesas de la juventud sobre un abanico de sabores
Infinita belleza nos rodea como habitantes de una esfera azul que gira alrededor de una estrella, en una danza elíptica que hace que en cierto punto del ciclo empecemos a vestirnos con ropa más ligera, a sentir la alegría de la luz cálida en la piel, a celebrar los días más largos y las noches con amigos en terrazas. Las estaciones nos dan la oportunidad doblemente feliz del cambio esperado; la llegada del verano es algo nuevo, pero también es algo familiar. Sabíamos que llegaría. Sabemos también que acabará. Esta certeza agridulce puede o hundirnos en la melancolía o llevarnos a tomar la vida por las astas. Empiezan a llenarse los mercados de bayas y drupas, y la plenitud es tal que casi podríamos olvidar que la temporada y sus frutos llegarán a su fin. No lo olvidemos. No permitamos, tampoco, que se nos marchiten los frutos entre las manos. Hay mucho que podemos hacer para sacarle el jugo al verano y sus regalos.
Lo más sencillo e inmediato es comer frescas las frutas y verduras. Claro que siempre es posible dar un paso más y convertir una fruta rica en un manjar extraordinario. Al reposar un par de horas fresas en azúcar y extracto de vainilla se volverán descaradamente rojas, dulces y aromáticas; una cucharada sobre un tazón de yogurt de estilo griego puede ser el postre más perfecto en una noche tibia. En su libro A Kitchen in France, la diosa Mimi Thorisson recomienda reposar en el refrigerador melocotones blancos, sin piel, en un sirope de vino blanco, canela, vainilla y zumo de limón, hasta que se transformen en un refrescante y aromático poema comestible.
En verano buscamos color, ligereza, belleza y frescura. Una manera sencilla de conseguirlo es haciendo aguas aromatizadas: en una jarra de vidrio coloca agua, hielo, rodajas de frutas, cítricos y hierbas aromáticas, y tendrás un refresco tan bello como sutilmente delicioso. Puedes conseguir este mismo efecto mágico, haciendo cubitos de hielo con hierbas y flores comestibles adentro; el más simple vaso de agua se convertirá en una manifestación de toda la belleza que puede brindarnos la vida. Congelando zumos, jugos y hasta cocteles en paletas, con frutas y flores comestibles, estarás generando el mismo efecto: un paso más allá que lo lleva todo a otro nivel.
Es probable, por otro lado, que en el verano no te provoque pasar horas removiendo una olla caliente. Un cebiche, un tiradito, un tazón de poke o una tabla de sashimi son excelentes para sentirte vital, fuerte y ligera cuando estás en un hemisferio cercano al sol. Pero si no te provoca comer crudo y frío, el horno y la parrilla son buenos aliados para que cocinar no sea un paseo al último círculo del infierno. Tira unos pedazos de carne marinada sobre la parrilla, y frutas en papillote para el postre, y espera en una tumbona con un coctel fresco en la mano mientras la comida se prepara sola. Para la fruta en papillote, pon trozos de fruta sobre un cuadrado de papel aluminio, rocíales azúcar o panela, especias, mantequilla y algún licor si te provoca, cierra bien el paquetito (uno para cada comensal) y ponlo al horno o sobre la parrilla; el calor cocinará la fruta y generará una salsa sublime. Esta técnica es también excelente para preparar pescado, con mantequilla y las hierbas que tu corazón desee. el instante en que el verano termine —porque, recuérdalo, como todos los años, terminará— puedes llevar contigo algo de su espíritu vital y generoso que experimentaste durante sus gloriosos meses. Existe la posibilidad de darles larga vida a las frutas convirtiéndolas en mermelada, y a las verduras encurtiéndolas; los frascos coloridos adornarán tu cocina como P verdaderas joyas. Puedes también congelar moras y frambuesas. ara que queden intactas, congélalas extendidas sobre papel manteca o film en una bandeja, sin que se toquen; una vez congeladas, guárdalas todas juntas en un envase bien tapado y mantenlas en el congelador hasta que las quieras usar y consumir. Puedes incluso usarlas heladas; la textura es especial y la escarcha blanca sobre su color profundo es otro ligero toque que aporta magia. Un recordatorio de que la naturaleza es fantástica, como también es fantástico ser habitantes de una esfera que gira alrededor de una estrella. —Alessandra Pinasco
Al reposar un par de horas fresas en azúcar y extracto de vainilla, se volverán descaradamente rojas, dulces y aromáticas