¿por jsoiveemnp? re
La juventud y la belleza se han enlazado desde tiempos hiperbóreos, pero sin desvanecer el ingrediente principal de su esencia: una sorpresa inesperada
Muchos reconocen que una de las preguntas que prevalece en el tiempo es qué significa la belleza. De dónde viene, a dónde va, quién la posee y cuáles son los criterios que la convierten en algo merecedor de tal atributo. Mientras el difunto filósofo Umberto Eco escribió una extensa investigación bajo el título Historia de la belleza, algunos artistas se limitaron a descubrirla en unas cuantas palabras, pocas han logrado perdurar como las de Charles Baudelaire: “Lo bello es siempre extravagante: no quiero decir que sea voluntaria, fríamente extravagante, porque en tal caso sería un monstruo que desborda las raíles de la vida. Digo que tiene siempre un punto de sorpresa que lo convierte en algo especial”. Dicha extravagancia, llevó a la belleza a tener sus propios mitos, como la fuente de la juventud. Sus relatos se remontan a Herodoto y los tiempos bíblicos. El historiador griego relató a través de su Historia, la crónica de un lago en Etiopía capaz de restablecer la juventud. Otro ejemplo es el jardín del Edén, en el que se encuentra el Árbol de la Vida; el manantial que lo rodea, es referido como la fuente de la inmortalidad o la juventud. Por otro lado, está el mito de la duquesa húngara Isabel Báthory, de quien se contaba que se bañaba en sangre de doncellas vírgenes porque creía que así prevalecería por siempre joven —de aquí se derivó parte del mito de Drácula—. A su vez encontramos la historia de Ponce de León, uno de los conquistadores de América, al que los nativos del Caribe le aseguraron que el lago Bímini, era capaz de volver jóvenes a los ancianos. Y claro, en las artes tenemos al Dorian Gray de Oscar Wilde, quien hace un pacto con el diablo para olvidarse de la senectud. Como vemos, la ambición por la eterna belleza ha acariciado todos los confines del mundo y, por ende, ha superado al tiempo, pero ¿qué significa ser joven
La lozanía es un precepto que ha ido cambiando con el paso de los siglos. Sin embargo, conserva ese je ne sais quoi que todos admiran