Volando muy alto...
Nieves Zuberbühler muestra que el periodismo puede ser todo, menos un lugar común
Nieves Zuberbühler nos habla de sus logros en 60 Minutes y los desafíos que enfrenta su apasionante oficio
Algunos refieren a Nieves Zuberbühlrer como Associate Producer de 60 Minutes, un programa que se dedica a contar las historias jamás esperadas, pero que tiene detrás de ellas la audacia de esta mujer, que tras mucho esfuerzo, hizo de su nombre algo que vale la pena conocer. “Mi pasión por el periodismo es consecuencia de mi curiosidad extrema, cuestionamiento generalizado, obsesivo y persistente. En el 2011 me mudé de Buenos Aires a Nueva York para hacer una maestría en Ciencias Políticas y Periodismo en NYU. El programa duraba dos años, así que vine con la idea de volver a Argentina, pero uno nunca sabe… Durante el máster hice dos pasantías, una en el Council on Foreign Relations y otra en 60 Minutes; esta última transcurrió justo antes de graduarme, mientras escribía mi tesis. Cuando terminé la pasantía me contrataron y después fui creciendo dentro de la empresa: pasé de servir café a tener mi propia oficina, ¡pagué con gusto el derecho de piso! ”, admite.
“Hoy en día cada reportaje que hago me obliga a zambullirme de lleno en el aprendizaje de muchas y diversas temáticas. De todas formas, a través de mis estudios posteriores y de mi experiencia laboral acumulada, hoy sé que dentro del periodismo las áreas que más me interesan son la investigación y la política internacional”. Dedicarse a esta profesión, se sabe que tiene sus riesgos, y eso puede incluir a tu propio género: “La violencia contra la mujer, la desigual distribución del poder y las relaciones asimétricas que se establecen entre hombres y mujeres están presentes en la mayoría de las sociedades, pero en general y por desgracia se aceptan como parte del orden establecido. Ser mujer nos hace más vulnerables por naturaleza, y en el ejercicio del periodismo las mujeres definitivamente corren más riesgos que los hombres. En mi caso, solamente una vez tuve miedo, fue cuando investigábamos ciertas prácticas relacionadas con la lucha contra el narcotráfico llevadas a cabo por la policía en Estados Unidos. Estábamos filmando en un pequeño pueblo del interior del país y la policía local se encontraba muy molesta con nuestra presencia. Recuerdo que una noche, uno de los oficiales me persiguió en la autopista algunos kilómetros mientras yo manejaba, sola en el auto, pero no sucedió nada más que eso. Ser valientes y continuar trabajando ratifica el compromiso con el periodismo y más substancial aún, fortalece la dignidad humana. Por otro lado, creo que progresivamente se vuelve más larga y lúgubre la lista de países en donde es peligroso ejercer el periodismo. Esa es la dolorosa realidad. Mientras es evidente que las zonas de guerra son inseguras, es fundamental no olvidar aquellos casos en que los reporteros arriesgan sus vidas al cubrir temas como el crimen organizado o la corrupción. Un triste ejemplo es México, donde la profesión se encuentra más expuesta a la violencia que nunca. Estoy convencida de que la principal causa de cada nuevo asesinato, secuestro o ataque contra la prensa, es la impunidad en que permanecen estos crímenes. El gobierno mexicano y todos los gobiernos del mundo tienen la obligación de vigorizar los mecanismos de protección de periodistas para evitar la continuación de un tétrico círculo vicioso. Matar a un periodista para silenciar su labor no solo es un crimen, sino también una violación de los derechos humanos; un infame ataque a la libertad de expresión”, nos asegura.
Gracias a 60 minutes, cuenta historias que pocos se atreverían a relatar. Ella es de esas personas que a veces busca las historias, pero estas también la encuentran: “En esta profesión, tener miedo no es una opción. Creo que entre buscar y encontrar los relatos, es algo que se da mutuamente. Soy una persona muy curiosa; leo muchísimo y me encanta acudir a todo tipo de eventos artísticos. Soy sociable y charlatana; cuando conozco a alguien, ¡le hago millones de preguntas! Puedo parecer entrometida y un poco loca, pero lo mismo me ocurre con los lugares. Investigo su cultura y pasado. Existen infinitas historias esperando a ser contadas, pero hay que tener el radar encendido y estar abiertos para buscarlas y encontrarlas”, reconoce.
Matar a un periodista para silenciar su labor, no solo es un crimen, sino también una violación a los derechos humanos. Un infame ataque a la libertad de expresión
Nieves es una mujer que no tiene miedo de ser juzgada, sino que busca incansablemente algo que exponer, llegando a encontrarse con crónicas y personas que la han dejado marcada: “Todos los relatos dejan una huella en mí. Sin embargo, el perfil que hicimos sobre Benjamin Ferencz, el único fiscal de los Juicios de Nüremberg que permanece vivo es especial para mí. Es la persona más fascinante que he conocido. Le estaré eternamente agradecida por todo lo que me enseñó en el tiempo que compartimos mientras producíamos el segmento. Su historia es una inagotable fuente de inspiración: Ben luchó en el ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, participó en el desembarco en Normandía y la liberación de los campos de concentración. A los 27 años se convirtió en el fiscal del juicio a los Einsatzgruppen, un conjunto criminal de escuadrones de ejecución de las SS. Desde hace tiempo, dedica su vida a establecer un sistema legal internacional para evitar otro Holocausto. Es una tristeza constatar que el ser humano no aprenda de sus errores, y hasta el día de hoy no cesan de perpetuarse genocidios y crímenes contra la humanidad. Pero Ben, con sus 97 años, jamás se rinde. Su coraje y perseverancia me iluminarán siempre”, confiesa.
Se sabe que Nieves alguna vez mencionó que en Nueva York no eres importante por tu nombre, sino por tu talento y dedicación, pero duda que estos influyan en las nuevas generaciones: “En términos generales, no creo que las nuevas generaciones le otorguen una mayor importancia al talento. Sin embargo, no todas las sociedades son iguales en este aspecto, por ejemplo, creo que Nueva York es una ciudad mucho más meritocrática que Buenos Aires. Lamentablemente, desde mi punto de vista, pienso que en Buenos Aires factores como tu nombre o tus contactos pesan muchísimo, y eso no solo es injusto, sino que además priva al individuo de conocer su esencia y la verdadera razón de sus éxitos o sus fracasos. Respecto a los valores exaltados por las nuevas generaciones, te confieso que soy bastante pesimista. Estamos en la época de las selfies y la autorreferencia, donde las personas se encuentran cada vez más alejadas de aquellas interacciones humanas que definen el sentido mismo de nuestro vivir. Creo que este narcisismo absurdo y extremo, asfixia cualquier posibilidad de desarrollo personal y provoca un oscuro vacío”, afirma sin titubear.
Ser la única argentina que ha ganado un Emmy, le ha servido para esforzarse en encontrar historias, llegando a buscarlas fuera del país en el que habita: “Mi sueño es contar más historias de Latinoamérica. Los latinos constituimos el 18 por ciento de la población de Estados Unidos, por eso es imperativo que el público conozca los problemas y los obstáculos a los cuales se enfrenta nuestra región del mundo”, explica.
No podemos olvidar que vivimos en un momento en el que la audiencia está cambiando, y esto puede ser un arma de doble filo: “Como toda revolución mediática, la era digital trae consigo elementos positivos y negativos. Las plataformas comunicativas se vuelven cada vez más democráticas: aumenta la libertad para crear, incluso