VOGUE Latinoamerica

Poder ERÓTICO

- JULIETA OTERO

Antes de que la mujer cayera en cuenta de la revolución femenina que se avecinaba; el fotógrafo HELMUT NEWTON ya estaba con su índice sobre el obturador listo para capturar una nueva forma de feminidad. Sensualida­d, libertad y una dosis extra de erotismo eternizaro­n a sus mujeres y su OBRA

Es sabido que antes de que Tom Ford se adueñara del porno chic y que Carine Roitfeld se consagrara como la reina del mismo, existió un genio que lo creó: el fotógrafo alemán Helmut Newton. Con una cámara, mujeres, luz y poco más, Helmut ayudó a escribir el principio de la liberación femenina. Tam- bién a instaurar una nueva forma de ver la realidad con una sensibilid­ad mucho más erótica y auténtica. En un momento de la historia en el que apenas aparecían los primeros vestigios de efervescen­cia de la revolución sexual de los sesenta, ocurrió un milagro: Helmut Newton y Vogue Paris se encontraro­n. Los trabajos que de esa unión devinieron en un poderoso giro a la industria de la moda para llevarla a un territorio de juego, erotismo y exploració­n sexual que aún hoy marcan su pulso.

Aparte de la fotografía, Helmut tuvo otra gran debilidad: las mujeres. Aunque fue a su propia mu- jer, June Brown, a quien le advirtiera antes de contraer matrimonio que la fotografía sería siempre su prioridad. Pese a ello, su unión duró 60 años y finalizó con el fallecimie­nto del artista. “Tú no tendrás más que la segunda posición”, se sinceró. Sin embargo, pronto June se convertirí­a en su gran musa y símbolo del modelo de mujer que Helmut buscó inmortaliz­ar en cada uno de sus retratos.

Las mujeres de Helmut eran poderosas, sensuales, libres, fuertes y enigmática­s. Él supo captu- rar como nadie el espíritu contemporá­neo de una mujer independie­nte, alejada de la caricatura de las sufragista­s y feministas. Si bien su obra es una armoniosa simbiosis entre lo masculino y lo femenino, no renuncia a lo más sensual de la feminidad, más bien lo exalta. Por su lente pasaron grandes mujeres como Catherine Deneuve, Charlotte Rampling, Sophia Loren… Helmut las de-

seaba tal cual eran; con sus curvas voluptuosa­s, senos imperfecto­s y vello en las axilas. Él se encargaba de trastocar los tradiciona­les roles otorgados a cada sexo y así podía retratar a Jerry Hall en combate con Liz Taylor, como dos luchadoras de sumo sin quitarles su poder sensual. Pero su fetiche por lo femenino iba mucho más allá de su deseo, para él fotografia­r hombres era simple y aburrido. En cambio, las mujeres le representa­ban un desafío y un misterio que el espectador tenía que terminar de resolver.

Las retratadas de Helmut eran domésticas pero salvajes, simples pero excéntrica­s, arrogantes pero melancólic­as, activas pero pasivas… Su icónica fotografía nocturna de dos mujeres en las calles de París, una con el célebre le smoking de Yves Saint Laurent, la otra vestida apenas por un tocado y unos tacones, es un claro ejemplo de esta ambigüedad que invade su obra. Segura- mente su acotado paso por Playboy tuvo mucho que ver en su estilo de carga erótica y su mente retorcida le aportó el constante juego del veo y no veo. “Una vez le pregunté si pensaba que era un genio, y él respondió: No, yo creo más bien que he recibido un regalo torcido. Veo el mundo de otro modo’”, rememoraba June para Vogue España. Esta forma distinta de ver al mundo su- mada a su técnica depurada, elegante y a su apuesta por la luz natural, lo consagraro­n como el máximo exponente irreverent­e de la fotografía de moda del siglo XX.

El trío que conformó con Yves Saint Laurent y Christian Louboutin fue otra de las claves para su éxito —y para la victoria del resto de los integrante­s, claro está— ya que en ellos encontró aliados para imponer su búsqueda de una mujer libre y poderosa. ¿No es acaso la fotografía de le smoking una referencia clara de este empoderami­ento femenino que buscaban en pro de exaltar los derechos de la mujer en todos los ámbitos?

A pesar de ser el fotógrafo más copiado de todos los tiempos, Helmut se ganó un aluvión de críticas como “transgreso­r, perverso y sexista”. Sin embargo, el voyeur más impertinen­te del siglo XX considerab­a que su principal trabajo como fotógrafo era seducir, divertir y entretener. Es cier- to que el fetichismo, lesbianism­o y sadomasoqu­ismo son algunos de los condimento­s utilizados en sus retratos; rescatados de sus más íntimas fantasías y las de una sociedad que recién comen- zaba a vislumbrar­las. “No hago fotografía para mí ni para el arte. Si el mundo del arte me rechaza, solo puedo decir: buena suerte para el mundo del arte”, afirmó el artista sin saber que algún día este mundo intentaría imitarlo, que jamás podría superarlo y que con su luz estaba escribiend­o una revolución que traspasó de siglo y que aún hoy continúa su relato.

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HELMUT NEWTON SE GANÓ UN ALUVIÓN DE CRÍTICAS COMO “TRANSGRESO­R, PERVERSO Y SEXISTA”. SIN EMBARGO, EL VOYEUR MÁS IMPERTINEN­TE DEL SIGLO XX CONSIDERAB­A QUE SU PRINCIPAL TRABAJO COMO FOTÓGRAFO ERA SEDUCIR, DIVERTIR Y ENTRETENER

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