VOGUE Latinoamerica

1980-89,

Los 80 son más que una década. Son un inacabable motor de nostalgia para una generación que se imaginó que el mundo sería lo que mostraban la TELEVISIÓN y las revistas de la época. La realidad no fue tan agradecida con nuestra imaginació­n, pero nunca deja

-

Fueron diez años de fantasía, en los cuales la televisión, la música, el cine y la moda más atrevida se convirtier­on en el emblema de una generación que revive con nostalgia aquellos días dominados por los mass-media.

Pongámonos estrictos. La década de los 80 no comenzó, como podría pensarse, el 1 de enero de 1980. La década prodigiosa, motor nostálgico de toda una generación, dio sus primeros paso el 20 de junio de 1975. En esa fecha, cinco años antes de lo que estipula el calendario gregoriano, el mundo vivió (y celebró) el estreno de Jaws, de Steven Spielberg. Con ella nació una nueva forma de entender la cultura popular. La primera película estrenada simultánea­mente en todo el mundo se convirtió en un hito que tendría su espejo, ahora sí, seis años después. El 12 de junio de 1981 un jovencísim­o Harrison Ford se caló su sombrero australian­o y su chaqueta de cuero para despertar instintos infantiles en cientos de millones de personas de países, culturas y religiones diferentes: había nacido Indiana Jones. Con esas dos películas Spielberg, miembro de honor de una hornada de cineastas (Brian De Palma, Peter Bogdanovic­h, Martin Scorsese) que miraban al pasado para cambiar el presente, hizo más por la cultura popular que cien millones de cajas de sopas Campbell.

La generación nacida en torno al inicio de los años 80, entonces no lo sabíamos, estábamos destinados a convertirn­os en la primera generación de la historia mimada por el mass-media. Fuimos un laboratori­o humano de la cultura pop, los destinatar­ios finales de un movimiento apolítico y narcisista que hoy llamamos ocio. Los videojuego­s, el cine, la música, la moda, el arte… Nuestra generación, sin que nadie lo solicitara, fue conminada a protagoniz­ar el fin de la historia proclamado por

Fukuyama, los que volaríamos sobre monopatine­s amarrados a unas Nike, los que alucinamos con la primera pizza a domicilio, con el Tour de France de Kraftwerk, con Karate Kid, con Paco Rabanne y Gianni Versace, con Back to the Future y las películas de locos, hormonados y excitados universita­rios. Bailamos con Depeche Mode, pero también los que vimos la caída del punk, los que temimos por la destrucció­n nuclear y los que observamos, no sin tristeza el auge y la caída de mitos pop como Diego Armando Maradona.

En Los Ángeles se abría paso el showtime de Magic Johnson y Kareem Abdul-jabbar y por primera vez en la historia los deportista­s podían compartir espacio con normalidad junto estrellas de la cultura, la política y el cine, una situación absolutame­nte normal hoy día. Steve Jobs aún no era Steve Jobs, pero el autoprocla­mado Da Vinci digital se encargaría de cambiar su historia, la de la computació­n, la de la publicidad y la de la propia humanidad con un anuncio emitido durante la Super Bowl de 1984. Inspirado en la novela de George Orwell y dirigido por Ridley Scott, convirtió a una manzana bíblica travestida de amigable computació­n en lo más sexy que había visto Occidente desde Farrah Fawcett.

Fue precisamen­te Ridley Scott, sir Ridley Scott para ser exactos, el encargado de imaginar un futuro distópico dominado

por la tecnología. Blade Runner era un simple relato de ciencia cción hasta que Scott se encargó de convertirl­o en una parábola de la soledad de la modernidad que poco a poco va deshaciend­o nuestra manera de relacionar­nos en sociedad como lágrimas en la lluvia. Los 80 fueron los años de Michael Jackson, de Prince, de Depeche Mode, de Guns ‘n’ Roses, de Metallica y de The Smiths. Todo era posible en los 80. “No te hablo de ganar dinero; te hablo de tener tu propio avión privado”, le dice Gordon Gekko a un jovencísim­o Charlie Sheen en un momento de la genial Wall Street de Oliver Stone; hacerse millonario parecía al alcance de cualquiera, como la cocaína que brotaba desde Sudamérica a los centros nancieros de todo el mundo. Tom Wolfe recreó esa excitación de dinero, de los nuevos amos del Universo que poblaban la decadente Nueva York, en La hoguera de las vanidades. Versace conquistab­a Estados Unidos, Rabanne hacía lo propio en París, en el País Vasco y MTV emitía su primer videoclip: Video Killed the Radio Stars. Hoy, los videos musicales se ven a través de una ín ma pantalla y la radio se escucha on demand, de ahí que toda una industria,

( la del entretenim­iento, se haya puesto manos a la obra con la generación de nostalgia. Es nuestra heroína, la droga que nos hace creer que al nal de la cueva, habrá un barco pirata cargado con los tesoros escondidos por el pirata One-eyed Willy.

 ??  ??
 ??  ?? De izquierda a derecha: la exitosa banda británica de música electrónic­a, Depeche Mode; pasarela de Jean Paul Gaultier; desfile de Paco Rabanne. En página opuesta: (de izquierda a derecha) pasarela de Chanel durante los años 80; pasarelas Otoño-invierno 2018 de las firmas Saint Laurent by Anthony Vaccarello, Gucci y Tom Ford.
De izquierda a derecha: la exitosa banda británica de música electrónic­a, Depeche Mode; pasarela de Jean Paul Gaultier; desfile de Paco Rabanne. En página opuesta: (de izquierda a derecha) pasarela de Chanel durante los años 80; pasarelas Otoño-invierno 2018 de las firmas Saint Laurent by Anthony Vaccarello, Gucci y Tom Ford.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina