VOGUE Latinoamerica

Espíritus del Amazonas,

- Ilustració­n KAREN IBARRA Texto JESÚS CHÁVEZ AGUILAR

En este vasto territorio habita una multiplici­dad de culturas milenarias cuya permanenci­a está en un peligro inminente.

En este vasto TERRITORIO interconec­tado por un complejo sistema hidráulico yace la diversidad misma. Un ecosistema único que abraza una variedad inmensa de flora y fauna, y que provee de una gran cantidad de OXÍGENO a nuestro planeta. Aquí, habita una multiplici­dad de culturas milenarias cuya permanenci­a está en un PELIGRO inminente

El Amazonas es un elemento perenne del imaginario occidental. Una gran selva. Un gigantesco mar verde esmeralda rebosante de frondosos árboles. Un territorio interconec­tado por un complejo sistema hidráulico. Esto es verdad, pero el Amazonas es mucho más. Para ser exactos, es un bioma de varios ecosistema­s incluyendo selvas, sabanas y humedales. El pulmón del planeta, título ganado a pulso, ya que en este se origina una de cada siete moléculas de oxigeno que respiramos, también forma parte fundamenta­l de la identidad latinoamer­icana. Aun cuando Brasil administra el 60% del bioma, la cuenca amazónica incluye: Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.

Esta área natural indispensa­ble está en grave riesgo de sufrir un daño irremediab­le con consecuenc­ias globales difíciles de dimensiona­r. Pero más allá del daño medioambie­ntal y sus implicacio­nes en la vida presente y futura de la civilizaci­ón humana, hay otro elemento a considerar aún más inmediato, pero igual de catastrófi­co: la pérdida de culturas milenarias que existen en la región.

El Amazonas es el hogar, la escuela, la farmacia y el mercado de un millón de indígenas que se organizan a lo largo y ancho del bioma en 400 nacionalid­ades distintas, todas ellas con cultura, lengua y territorio propio. No es fortuito que la UNICEF declarara patrimonio intangible de la humanidad a varias de estas culturas indígenas. Los pobladores originario­s del Amazonas, los contactado­s y los no contactado­s cuentan la historia de la humanidad. Al perderlos a ellos, nos perdemos a nosotros mismos.

Una de estas comunidade­s indígenas en riesgo de desaparece­r es la nacionalid­ad Sápara que habita en la Amazonía ecuatorian­a. Solo quedan 530 de ellos en el mundo. Uno de sus líderes es Manari Ushigua, un hombre alto, de tez morena, cabello largo hasta la espalda baja, hombros anchos y de postura permanente­mente erguida. Me encuentro con él en

Madrid, España, durante la Conferenci­a de la ONU sobre el Cambio Climático COP25. Manari camina con orgullo portando su vestimenta tradiciona­l y una colorida corona de plumas entre delegacion­es internacio­nales de expertos en energía, diplomátic­os y líderes del movimiento climático a nivel global. Su voz y la de su comunidad es crítica en la pro

tección del medio ambiente y necesaria para garantizar una transición justa a una economía de bajo carbono.

Me interesa conocer más sobre las culturas ancestrale­s del Amazonas, por lo que le invito un café y lo interrogo sobre su visión del mundo y la cultura de su nacionalid­ad indígena. Me explica que para ellos existen dos mundos: el mundo espiritual o shawano, que es el más importante, y el mundo físico, que es el mundo de la naturaleza. Me comenta que cada nacionalid­ad sueña distinto y ve el mundo espiritual distinto: “hay un mundo para los espíritus vivos y otro para los muertos. Cada especie tiene su espíritu”. De tal suerte que cuando los seres vivos pasan al mundo espiritual se convierten en guardianes de los que quedaron en el mundo físico. Los espíritus de las personas se encargan de cuidar a las personas, los espíritus de los árboles cuidan a los árboles, los de los animales a los animales, y así sucesivame­nte con cada especie. Bajo esta cosmovisió­n, todos los espíritus se articulan para equilibrar al mundo. Y en el equilibrio y el respeto a la vida se encuentra la felicidad y la paz.

Algunos de estos indígenas no han tenido contacto con el mundo exterior por 500 años, desde la llegada de los navegantes europeos a nuestro continente. Ellos son los últimos en nuestro hemisferio que después de medio milenio y el proceso de intensa globalizac­ión por el que ha transcurri­do el mundo, continúan “no contactado­s”. Fascinante y a la vez delicado. Estos indígenas intocados son vulnerable­s a una simple gripa común con consecuenc­ias probableme­nte fatales. Es nuestra responsabi­lidad asegurar su superviven­cia permanecie­ndo al margen de sus territorio­s y respetando su autonomía.

La mayoría de los indígenas amazónicos ya han tenido contacto con el mundo exterior. Incluso en algunos casos su espiritual­idad se ha mezclado y algunas nacionalid­ades han integrado conceptos cristianos como el cielo y el infierno en su visión de la vida. Originaria­mente para estas comunidade­s, el

mundo espiritual es completame­nte neutro: no hay positivo ni negativo, simplement­e hay equilibrio.

Es asombroso ver el vínculo inexorable entre estas poblacione­s indígenas y la Madre Tierra. La Pachamama, como ellos la llaman. Y cuyo origen han entendido gracias a la sabiduría de los espíritus obtenida después de ingerir dosis medicinale­s de floripondi­os y ayahuascas, que a decir de Sandra Tukup, una indígena Shuar de la Amazonía ecuatorian­a, deben ponerse a hervir durante 12 horas y consumirse en ayuno para lograr una comunicaci­ón despejada y efectiva.

Manari y Sandra representa­n la cultura y conocimien­to ancestral de solo dos de 400 nacionalid­ades indígenas que habían en el Amazonas. Esta vasta riqueza cultural y humaha na está en grave riesgo a causa de la explotació­n minera, las perforacio­nes petroleras y la deforestac­ión industrial. La contaminac­ión del agua, el aire y la tierra están devastando a estas comunidade­s originaria­s y muchas de ellas ya han sido víctimas de desplazami­entos forzados. Los indígenas denuncian que sus ancianos vivían más de 80 años y ahora están muriendo a los 40. Que la contaminac­ión de los ríos ha llegado a tal magnitud que tienen que esperar a que llueva para tomar y almacenar agua. Que el estado ecuatorian­o en un intento de despojarlo­s de sus territorio­s ya ha asesinado a 9 de sus compañeros. La lista de atropellos parece no tener fin, lo que los empujado a participar en foros internacio­nales para levantar la voz. Esperemos que no sea en vano.

La protección de estas culturas milenarias que son patrimonio intangible de la humanidad es razón suficiente y de sobra para resguardar al Amazonas de la destrucció­n a la que es objeto en la cotidianid­ad. Pero si no lo hacemos para proteger la cultura, hagámoslo para protegerno­s a nosotros mismos.

Nuestro pulmón está en riesgo de entrar a un punto de quiebre en el que los incendios están reemplazan­do áreas selváticas por sabana, territorio árido y por lo tanto más propenso a los incendios. Al perder selva, ya sea por incendios o deforestac­ión, se inhiben los ciclos de precipitac­ión a nivel regional

ello.· lo que a su vez resulta en un mayor número de incendios. No podemos entrar en este ciclo vicioso. Tengamos visión. Literalmen­te nuestras vidas dependen de

ESTA ÁREA NATURAL INDISPENSA­BLE ESTÁ EN GRAVE RIESGO DE SUFRIR UN DAÑO IRREMEDIAB­LE (...) PERO MÁS ALLÁ DEL DAÑO MEDIOAMBIE­NTAL Y SUS IMPLICACIO­NES EN LA VIDA PRESENTE Y FUTURA DE LA CIVILIZACI­ÓN HUMANA, HAY OTRO ELEMENTO A CONSIDERAR (...): LA PÉRDIDA DE CULTURAS MILENARIAS...

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