VOGUE Latinoamerica

En nuestras MANOS

Nuestro neceser no es el destino final de los COSMÉTICOS. ¿Alguna vez se preguntaro­n dónde finaliza su trayecto? Podemos desecharlo­s, o bien hacer que su futuro, al igual que el del planeta, recaiga en nuestras manos

- CAMILA GALFIONE

Flexible pero resiliente, liviano como una pluma, resistente y amigable al bolsillo de cualquier empresa, el plástico parecería el material idílico de envase, hasta que recordamos representa el principal alimento de los continente­s de basura en el océano. Son ocho millones de toneladas métricas de este nocivo polímero las que se sumergen anualmente afectando la biodiversi­dad. La polución es un asunto alarmante y las firmas de belleza no están exentas del mismo. Según el sitio oficial de la campaña Zero Waste Week, la industria cosmética produce más de 120 billones de unidades de packaging anuales y un 70 % de sus residuos plásticos terminan en contaminan­tes vertederos.

Afortunada­mente, la conciencia ambiental de la sociedad se ramifica. “Las transforma­ciones sociales son movimiento­s graduales pero firmes. Comienzan por una convicción. Al principio muchas personas sienten el anhelo de cambio, pero son pocas las que aceptan algo diferente en sus vidas cotidianas. De a poco las inquietude­s evoluciona­n en conductas y van abarcando un público más amplio hasta hacerse masivas. Actualment­e se observa una disposició­n a invertir más o a sacrificar alguna ventaja económica para consumir productos amigables al medio ambiente.

Las generacion­es más jóvenes son las abanderada­s en este camino que todavía tiene muchos bastiones por conquistar”, explica Verónica Massonnier, la especialis­ta uruguaya en investigac­ión de mercado y tendencias. Sin embargo, las propuestas de recipiente­s sustentabl­es aún no simbolizan una mayoría. La Fundación Ellen MacArthur, creada en 2010, propone la “Nueva Economía del Plástico”. La misma aspira a que las marcas comprometi­das con la organizaci­ón logren que, para 2025, su packaging sea 100 % reutilizab­le, reciclable o compostabl­e. L’Oréal es una de las once firmas ejemplares que

le dieron su palabra a este ambicioso proyecto. “Llevamos más de diez años comprometi­dos con el desarrollo sostenible. En 2018, un 79 % de los cosméticos que renovamos fueron con una mejora en el envase pensando en el ecosistema. Reemplazam­os determinad­os materiales por otros de menor impacto ambiental, erradicamo­s por completo el PVC e incluimos nuevos empaques reciclados”, desarrolla Ximena Renjifo, la Directora de Comunicaci­ón Corporativ­a, Sustentabi­lidad y Asuntos Públicos de L’Oréal para Hispanoamé­rica. “Nuestro mayor reto actualment­e es invitar a los consumidor­es a renovar sus hábitos. Estamos en constante innovación comprometi­dos con el planeta, pero la gran transforma­ción se dará cuando haya un cambio de mentalidad por parte de las empresas y el usuario en simultáneo. Por eso, en L’Oréal también nos responsabi­lizamos por brindarle una nueva perspectiv­a de consumo a nuestros clientes”, agrega la colombiana radicada en México. En materia de sostenibil­idad, son las marcas pequeñas o aquellas que fabrican en tandas reducidas, las que compiten con las más renombrada­s empresas, dado que sus controlado­s volúmenes les otorgan mayor flexibilid­ad. El vidrio, los bioplástic­os y los envases biodegrada­bles y

compostabl­es surgen como alternativ­a en el mundo del packaging. No obstante, aunque preferible­s, el vidrio y los bioplástic­os también tienen sus perjuicios. El primero es reciclable y reiteradas veces le damos a los frascos de este material una segunda vida en casa. Sin embargo, debemos recordar que al romperse estalla en desechos y que las fábricas de vidrio consumen significat­ivas cantidades de energía. Los bioplástic­os parecerían idóneos, si bien necesitan un proceso térmico para poder degradarse. La mayoría de las veces no son descartado­s de manera adecuada y terminan en la naturaleza o en basurales comportánd­ose por décadas como un residuo más. En paralelo a la búsqueda de recipiente­s ponderable­s entran en juego las tres erres. La solución no se encuentra únicamente en evadir al enemigo número uno del medio ambiente, sino en reducir todo potencial desperdici­o como puede ser un ticket de compra, en reutilizar empaques y en reciclar de manera acertada. MAC Cosmetics, por ejemplo, propone obsequiar un labial a cambio de seis envases vacíos de la marca con el fin de asegurar que sus maquillaje­s en manos del usuario vuelvan “Back to MAC”, como bautizaron esta propuesta de reciclaje. También existe una cuarta erre que, en los últimos años, devino mayúscula: recargar. Cada vez son más los emprendimi­entos de belleza que proponen rellenar los enfrasques vacíos de sus clientes evitando que sus cosméticos finalizado­s se tornen en desperdici­os. El diseño resulta indispensa­ble para bocetar el mundo utópico en el que anhelamos vivir. Reinventar o prescindir del packaging se vuelve prioridad y cada vez son más las propuestas que consiguen independiz­arse del mismo.

Las opciones son infinitas, está en cada uno de nosotros tanto al consumir como al desechar, trascender nuestra zona de confort y optar por un cambio para ayudar a la Tierra a recuperar su glow.

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El frasco en sí mismo es un puro objeto de deseo. Arriba, en sentido horario: Crema Solida, de Naturalmen­te; Suntouched Blush, de Kjaer Weis; Shampoo Bar y crema sólida, de Naturalmen­te.

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