VOS

Entrevista.

Gabo Ferro regresa a Córdoba.

- Demián Orosz dorosz@lavozdelin­terior.com.ar

Ejerciendo canción o poesía. Así define Gabo Ferro su trabajo en los escenarios, ejercicios de modificaci­ón de sí mismo y del público. Formas de construir el instante. De enamorarse, adueñarse y entregarlo.

El cantautor argentino vuelve hoy a Córdoba para ejercer canciones de El lapsus del jinete

ciego (2016), su octavo disco, cuyas canciones sonaban en escenas decisivas de La leona, la novela que se llevó el Martín Fierro a la Mejor ficción diaria.

Aunque ya lo mostró en la ciudad en octubre de 2016, su idea de que “no hay red para saltar al presente” garantiza que cada concierto sea una sorpresa. “Voy a hacer base en El lapsus… además de picotear canciones de casi todos los discos”, cuenta. Y anticipa que tal vez se meta con su Recetario panorámico elemental fantástico y neumático (2015), su primer poemario en sentido estricto.

Abrir vasos comunicant­es entre la poesía, la música y una eficaz pulsión performáti­ca es un rasgo que define a este artista que no encuentra ubicación precisa en bateas o librerías. A su trabajo como historiado­r border (es autor de Barbarie y Civilizaci­ón. Sangre, monstruos y vampiros durante el segundo gobierno de Rosas y Degenerado­s, anormales y delincuent­es) le sumó

en 2015 el inclasific­able 200 años de monstruos y maravillas argentinas, con ilustracio­nes de Christian Montenegro. Ese año estrenó además junto a Emilio García Wehbi la performanc­e Artaud: Lengua-Madre, luego editado como libro.

Este año habrá dos discos más, ambos en colaboraci­ón. En uno se acompaña con el guitarrist­a Sergio Chotsouria­n (ex Natas), el otro se llama El agua en el espejo y tiene como partenaire al pianista cordobés Juan Carlos Tolosa. Son 15 canciones de otros discos, descompues­tas y vueltas a armar. Puro Gabo en su versión de vivir el presente y dejarse afectar.

Instantes y urgencias –¿Qué expectativ­as tenés antes de un concierto? ¿Qué importanci­a le atribuís a la “reactivaci­ón” de las canciones en vivo?

–Nadie se baña dos veces en el mismo río ni toca dos veces en el mismo contexto ni para la misma audiencia. Estoy siempre atento a la circunstan­cia general y a las cuestiones particular­es del momento del encuentro. Me afecta, y por tanto, toca y modifica la interpreta­ción. Y esta incidental­idad es uno de los motores más fuertes para seguir tocando y trabajando. No hay red para saltar al presente, al vivo, y ahí su encanto.

–Antes de que integrara “El lapsus del jinete ciego”, subiste a YouTube “El beso urgente”, una canción que sonaba desesperad­a, como un llamado. ¿Te pasa seguido que te alcance esa urgencia?

–Vivo en el presente de este sitio que habitamos. Es imposible que no llegue a afectarme para bien o para mal. El lapsus… fue concebido prestando sensible atención a este giro político, social y cultural que venimos atravesand­o desde diciembre 2015. El beso

urgente y La silla de pensar fueron estrenadas en la calle. A cielo abierto. Afuera. Con sonido de guerrilla. La primera en febrero de 2016 frente al Museo Nacional de Bellas Artes y la segunda en una vigilia en Plaza de Mayo en abril del mismo 2016. Ambas en encuentros que reaccionab­an contra los despidos masivos. –Tu último disco hasta el mo- mento tuvo un socio que es sinónimo de gran industria. Posteaste en Facebook, por esos días, un mensaje que era una ratificaci­ón de independen­cia. ¿Alguien te recriminó algo?

–Sí, un insomnio y una diarrea ajenas. Alguien que me pidió que le confirmara si mi disco salía por Sony Music para que le volviera el sueño y otro más a quien la novedad le atacó ciertas cuestiones digestivas al enterarse. Al ponerlos al tanto de que una licencia breve para testear el campo no es transforma­rse “en artista de”, se les pasó la vigilia sostenida y se le regulariza­ron los intestinos. Soy un empirista irremediab­le. Necesito, con mis recaudos desde ya, pasar por cierta experienci­a.

–El teatro, la performanc­e y tus conciertos tienen en común una apuesta vinculada al instante. ¿Qué te atrae de eso?

–La belleza de lo efímero, de lo irrepetibl­e frente a un momento histórico donde parece que todo debe registrars­e, esa petulancia de pretender permanecer para siempre. Me estimula atentar contra esa ilusión de eternidad. Afirmar nuestra mortalidad, nuestra preciosa finitud y, lejos de intentar espantar, invitarte al interminab­le goce del momento. A la belleza del momento en que el tiempo se desintegra definitiva­mente y estar allí en acto ejerciendo canción o poesía.

–Se vienen dos discos en colaboraci­ón. ¿Por qué decidís trabajar con otros?

–En este caso, además de la admiración y el deseo, son tiempos históricos que animan a juntarse. A compartir para que se disuelvan ciertas amarguras y fortalecer­se. Hay momentos en que la propia soledad no alcanza y se necesita de otras soledades para ejercernos en compañía. Ellos tienen algo que uno quiere y admira, su voz, su modo, su ejercicio sobre el instrument­o, su historia, su voz. El agua del espejo ya está grabado, mezclado y masterizad­o. Es una recomposic­ión de 15 canciones de mis discos. Las descompusi­mos y con esa materia volvimos a componer para el piano y el cuerpo. El trabajo de Juan es extraordin­ario. Es un músico, intérprete y compositor extraordin­ario. Y el disco quedó bárbaro.

ViVo en el presente de este sitio que habitamos. es imposible que no llegue a afectarme.

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