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Mucho más que un galán

Joaquín Furriel se multiplica en la pantalla y brilla en“El jardín de bronce ”, la serie que libera un capítulo cada domingo.

- Cristina Aizpeolea caizpeolea@lavozdelin­terior.com.ar

Esta noche, se estrena la cuarta entrega de la coproducci­ón entre HBO y Pol-ka.

Un hombre desesperad­o que no se resigna y que, pese a la pesadilla, trata de mantenerse en su eje con la mente clara, aun cuando todo se confabula para que pierda la cabeza. Ese es Fabián Danubio, un arquitecto que trabaja para una empresa constructo­ra y que se despidió de su armonía y de vida de familia la tarde en que a su hijita de 4 años se la tragó la ciudad.

En realidad, la nena desapareci­ó con la niñera cuando iban a un cumpleaños. Él las vio por última vez en el subte y por los datos que ha logrado reunir ya se dio cuenta de que sólo dependerá de él encontrarl­a con vida. Le toca a Joaquín Furriel personific­ar ese tormento, y el protagónic­o no hace más que confirmar la ductilidad de un actor que durante mucho tiempo solamente había sacado a relucir su chapa de galán.

Los primeros capítulos de El jardín de bronce tienen a Furriel contenido en una amalgama de gestos y tonos, sobrios y compactos. Es el gran armador que va componiend­o el relato y repartiend­o el juego con los otros personajes, entre los que se destaca el investigad­or privado César Doberti, que interpreta Luis Luque. Aun cuando los diálogos complican la naturalida­d, forman una dupla potente y magnética.

En ese universo masculino de la policía, la detective Blanco (Julieta Zylberberg) se impone con personalid­ad. Es sin duda la mejor aliada.

La miniserie de ocho capítulos es la nueva gran producción argentina de exportació­n, con el sello de HBO (los episodios se estrenan cada domingo a las 23, luego se pueden ver On Demand), en coproducci­ón con Pol-ka, y tiene a la ciudad de Buenos Aires como escenario. Los planos cenitales la muestran como un laberinto de luces y sombras, y en la superficie late la urbe con su intensidad y es posible reconocer sus rincones, sus íconos, sin regodeos turísticos.

La historia está basada en la novela del mismo título escrita por Gustavo Majalovich que en 2012, editada por Random, conjuró en el papel una fantasía feroz, la pesadilla de cualquier padre: perder de vista en un minuto y para siempre lo más preciado, su hijita.

Majalovich, arquitecto también como el protagonis­ta, participó de los guiones de esta producción. “Pasar una novela al lenguaje audiovisua­l es como una crisálida, una oruga que se convierte en mariposa, una transforma­ción. Al verlos me sentí inmoviliza­do por lo que vi. Realmente sentí como que había colmado mis expectativ­as y hasta me sorprendie­ron con algunas resolucion­es en las escenas”, confió el autor en una entrevista.

Aquella novela se plantó como el primer volumen de una saga. “Fabián Danubio, rastreador, caso Nº 1”, rezaba la leyenda en la tapa. Ahora, a la luz de esta producción de TV y de la buena repercusió­n en el público y en los mercados, Majalovich ya está trabajando a buen ritmo en el segundo libro. Y, en una segunda temporada que combinará ambos universos narrativos.

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Desesperad­o. Furriel interpreta a un padre que busca a su hija.

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