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No todo es fiesta en el rock

Dos psicólogos especializ­ados en la labor de los artistas: Morella Mor y Fabio Lacolla, analizan los casos extremos y recientes de músicos que se quitaron la vida, como Chester Bennington o Chris Cornell. Las relaciones con el éxito y con el público suele

- José Heinz jheinz@lavozdelin­terior.com.ar

La muerte repentina de una estrella de rock siempre despierta emociones encontrada­s. Son imposibles de evitar: por su popularida­d y por la cobertura mediática que provoca, muchísima gente siente la necesidad de expresar su opinión. El fan lo lamenta, el detractor o el cínico aprovecha para burlarse o remarcar que su música nunca le gustó, el colega lo despedirá con un texto sentido, los panelistas improvisar­án algún análisis… En definitiva, un loop de sensacione­s que se reproduce durante algunos días, hasta que la agenda impone otra cosa. La última de estas tragedias ocurrió la semana pasada, cuando comenzó a circular la no- ticia del suicidio de Chester Bennington, vocalista del grupo de nü

metal Linkin Park. Tenía 41 años y seis hijos.

El hecho presentaba caracterís­ticas de una novela policial. Bennington era amigo muy cercano de Chris Cornell, ícono grunge que se quitó la vida en mayo pasado, una muerte lo afectó profundame­nte. Casualidad o no, el cantante de Linkin Park eligió el 20 de julio para tomar la drástica decisión, día del cumpleaños de Cornell. Al igual que este último, no dejó una carta que anunciaba su final, pero en algunas entrevista­s ya ofrecía algunas pistas de que las cosas no estaban bien.

En un video que se viralizó en los últimos días, Bennington aparece en un estudio de radio con una actitud abiertamen­te confesiona­l. Mientras el conductor del programa intenta llevarlo hacia el single que promociona, el cantante habla de su fragilidad psíquica. “Este lugar aquí, este cráneo entre mis orejas, es un mal vecindario”, dice mientras apunta un índice en su sien.

“No debería estar allí solo, no puedo estar allí por mí mismo. Es una locura aquí. Es un mal lugar para estar solo, hay otro Chester

ahí que quiere derribarme”.

Para alguien que no está demasiado familiariz­ado con el caso, la noticia puede generar dudas comprensib­les, más por la ignorancia que por la crueldad: ¿qué lleva a una estrella que aparenteme­nte tiene todo –éxito, fama, dinero, reconocimi­ento– a tomar una decisión así? Nadie puede saber a ciencia cierta qué ocurre en la cabeza de un artista conflictua­do, pero sí es posible intentar un acercamien­to para intentar comprender cómo funciona una personalid­ad así. ¿Es muy diferente a la de una persona común y corriente?

“Sí, básicament­e por la relación con el éxito y el público. Eso determina la diferencia entre un paciente común y el artista. Cuando un músico me viene a consultar por problemas con lo artístico, el atravesami­ento tiene que ver con el éxito y el público”, dice Fabio Lacolla, psicólogo, músico y autor de Estar en banda. Psicología del músico de rock, un libro en el que analiza el género desde diversas ópticas y también entrevista a varios músicos argentinos que de alguna u otra manera han tenido que salir adelante en sus carreras después de un problema.

En el caso de Bennington, Lacolla observa que el cantante ya venía manifestan­do los problemas que tenía con las adicciones, pero también plantea que lo afectó profundame­nte esa muerte cercana. “Escribió una carta muy sentida cuando ocurrió la muerte de Chris Cornell. Tenía una fuerte identifica­ción con él, se veía reflejado. A veces el suicidio se contagia, lamentable­mente. Acá yo creo que había una cuestión como de competenci­a entre ellos, por lo menos del lado de Chester. Había una fuerte identifica­ción, envidia, competenci­a… Todos sentimient­os primarios que tiene una persona, más allá de sus problemas personales. Si tanto lo admiraba, y el maestro dijo que el suicidio podría llegar a ser una solución a los conflictos, siguió ese camino, lamentable­mente”.

Morella Mor, licenciada en Psicología especializ­ada en el mundo de la música, sostiene que muchas estrellas “están muy desatendid­as en lo afectivo”. Luego amplía: “Nosotros nos movemos en la vida por pequeñas insatisfac­ciones, de alguna manera. Hay algo que nos mueve a decir ‘hoy tengo que conseguir esto, mañana esto otro’. Con un músico de este nivel, que lo tiene absolutame­nte todo, se da por sentado que está bien, que tiene todas las carencias satisfecha­s, y no es así en absoluto. El lugar del músico endiosado es muy fuerte y difícil de sostener. Hay un montón de cosas que se desatan cuando alguno de estos artistas toma estas decisiones. Es un peso jodido de soportar. Ser un Maradona, un Messi, una estrella de rock… Hay mucho para pensar en relación a eso”.

Drogas y rock and roll

Cuando muere una figura pública asociada a los excesos, sea músico, deportista o actor, siempre sobrevuela el fantasma de las drogas. Pero el asunto siempre es más complejo que la demonizaci­ón de una sustancia. “El consumo está antes, siempre. Cuando un músico es popular, por supuesto que tiene más acceso que otra persona, con los famosos ‘amigos del campeón’. Pero la droga destapa, pone en evidencia”, dice Lacolla.

el lugar del músico endiosado es muY fuerte Y difícil de sostener. Morella Mor Yo trabajo con el artista debajo del escenario. lo que uno ve arriba es una puesta en escena. Fabio Lacolla este lugar aquí, este cráneo entre mis orejas, es un mal vecindario. es una locura aquí. Chester Bennington

“Por lo general, la gente cree que uno pasa un momento difícil, entonces la droga tapa. Y es justamente lo contrario. Siempre digo que la genialidad preexiste al consumo. De lo contrario, cualquier consumidor podría componer el Sargeant Pepper. En todo caso, como la droga potencia lo que uno es, si sos un genio, tal vez puedas potenciarl­o. Pero en muchos casos, las estrellas de rock son personas con muchos problemas y las drogas destapan eso. El músico tiene la esperanza de que la droga lo transforme, pero no lo transforma: en todo caso lo desnuda”.

Junto con el dolor que experiment­an los familiares y fans, los integrante­s de la banda que sufren la pérdida de uno de los suyos deben plantearse un debate complicado: seguir o parar. Lacolla trabajó con grupos que sufrieron bajas, sea por tragedias o decisiones artísticas. ¿Qué los hace salir adelante en estas situacione­s?

“Primero, una fuerte convicción de que la salida está a través del arte. El arte y la salud mental van generalmen­te de la mano. También un fuerte compromiso ideológico, porque ante una situación así de dolorosa, uno se empieza a replantear un montón de cosas y tiene que sentar una posición frente a eso que ocurrió”, sostiene el psicólogo. “El público te hace aparecer y desaparece­r, cuando va en busca de otra cosa. Salvo los fieles seguidores, los retromanía­cos, el resto puede abandonarl­os. Por eso se necesita el amor propio, la cohesión grupal, y defenderlo desde el arte, que es un gran instrument­o”.

A fin de cuentas, el humano que habita el cuerpo de una estrella tiene las mismas necesidade­s y padece los problemas que puede tener una persona normal. “Yo trabajo con el artista debajo del escenario. Lo que uno ve arriba es una puesta en escena”, dice Lacolla. “De alguna manera, todo lo que hace es para ser querido. Los problemas giran en torno a eso, no tienen que ver con la creativida­d. En un contexto terapéutic­o, tiene que dejar la genialidad fuera del consultori­o”.

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Morella Mor. La psicóloga se especializ­a en el campo de la música.
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Fabio Lacolla. Publicó un libro en el que relata su experienci­a con músicos reconocido­s.
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Un adiós prematuro. Chester Bennington se suicidó a los 41 años.

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