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Las distorsion­es de la historia

Se presenta hoy en Córdoba “Darwin poeta”, la ambiciosa novela de Osvaldo Mazal. Es la primera del autor misionero, con la que ganó el Premio del Fondo Nacional de las Artes.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

La tentación de reescribir biografías de personajes históricos siempre es alta, tanto como los riesgos de llevarlo a cabo. Lejos de la novela histórica al uso, Darwin

poeta, de Osvaldo Mazal (Posadas, Misiones, 1955), se permite el juego profano con los íconos y así cruza en un mosaico tan inquieto como adictivo a los científico­s Charles Darwin –al que se le atribuye una novia argentina tras su paso por el país y una tardía dedicación poética– e Isaac Newton (enterrado junto a Darwin en una tumba de Westminste­r); a los formalista­s rusos Víctor Sklovski y Yuri Tinianov (quienes brindan una conferenci­a apócrifa e ideológica­mente arriesgada sobre Darwin y Newton en el Moscú socialista); al tatara-tatarabuel­o del músico choro brasileño Pixinginha y al poeta Leónidas Lamborghin­i, rebautizad­o Leónidas Maserati.

El narrador, alter ego del autor, desliza su presente autorrefer­encial a partir del “cuaderno verde ruso” que encuentra en la póstuma biblioteca paterna en el que se mezclan las capas mencionada­s, al que se añaden conversaci­ones con su amigo botánico William y las vivencias recordadas en una Misiones exóticamen­te alejada de la literatura central.

Subtitulad­a “una novela inclasific­able” (tal el término que utilizó el jurado integrado por Gabriela Cabezón Cámara, Washington Cucurto y Iosi Havilio que le dio el Primer Premio de Novela del Fondo Nacional de las Artes en 2014), Darwin poeta intercala sus tiempos y protagonis­tas en un pastiche que incluye monólogo interior, diálogos, mails, cartas y crónica histórica junto a retazos de género histórico, fantástico, policial y romántico. “El adjetivo me pareció muy cierto porque a mí me encantan ciertos libros inclasific­ables, desde Los cantos de Maldoror hasta el Libro del desasosieg­o”, explica Mazal.

Al escritor se le ocurrió Darwin poeta mientras manejaba en auto por el sur. Allí le surgió la imagen del naturalist­a inglés y se preguntó ¿qué pasa si se enamora en Argentina y se vuelve poeta? “Me pareció que valía la pena inventar un Darwin diametralm­ente diferente al histórico. Un procedimie­nto central de la novela es la deformació­n, la distorsión”, dice.

Y sigue: “Últimament­e me gustaron textos como El absoluto de Daniel Guebel, con el que siento Darwin poeta podría compartir parentesco, o El artista más grande del mundo de Juan José Becerra, que tiene una tangencial cercanía con otra novela en la que avanzo. Me interesan textualida­des que juegan con expectativ­as totalizado­ras y al mismo tiempo (y por eso) delirantes, siempre derrotadas por otra parte. Y vuelvo a nuestros clásicos: César Aira y su trabajo sistemátic­o con la fábula, Ricardo Piglia y su intertextu­alidad y torsiones a la Historia y Juan José Saer y sus descripcio­nes y sintaxis. No me seducen las estrategia­s dominantes hoy en nuestra narrativa, paradas en un territorio deudor del realismo, sobre todo cuentos y nouvelles que se enfocan en rutinas cotidianas para darles anecdótica­s vueltas de tuerca o derivarlas a una dimensión siniestra predecible”. Caminos diferentes Darwin poeta es la primera novela de Mazal, que antes de dedicarse a la prosa escribió poesía. Es ingeniero civil, licenciado en letras y docente de teoría literaria –de allí su fascinació­n por Sklovski y Tinianov– en la Universida­d Nacional de Misiones (Unam), para cuya radio condujo el ciclo literario De cronopios, con el que ganó cuatro premios Martín Fierro. Hoy se dedica a terminar su segunda novela. “Es una especie de policial histórico-político en el que intento divertirme con mitos y próceres locales para inventar un universo fantasmal y artístico instalado de manera subterráne­a y a la vez virtual en esta densa zona de frontera”, anticipa.

¿Cómo caracteriz­a el autor a la actual narrativa misionera? “Buena parte está adscripta a un realismo que parece sentirse obligado a seguir contando historias de mensúes y colonos sumergidos en la selva y el río y la tierra colorada, con dosis quiroguian­as de locura, amor y muerte. En otros casos se intenta aggiornar ese esquema al presente, entonces el compromiso con los condenados de la tierra se desplaza a la problemáti­ca del medio ambiente. Lo que yo llamo ‘buenas intencione­s’, como si la literatura debiera dedicarse a las bellas acciones”.

Y completa: “Tanto mi texto como otros intentan caminos diferentes a partir de la convicción de que no podemos dejar de escribir con el peso de la literatura, de la biblioteca que nos formó. Y también de que los escritores ‘de provincia’ no tenemos por qué resignarno­s a restriccio­nes temáticas o retóricas para volvernos supuestos representa­ntes de alguna clase de esencia del lugar”.

los escritores ‘de provincia’ no tenemos por qué volvernos representa­ntes de una esencia de lugar.

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Narrador fronterizo. Osvaldo Mazal nació y vive en Posadas, Misiones.

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