Transparente ritual y consumo irónico
La Bizarren Miusik Parti logró su cometido: ya es natural celebrar la música ligera o grasa en el ambiente que sea, bajo el paraguas conceptual que pinte, y sin perder ningún tipo de atributo simbólico.
Por el contrario, hacer mohín de asquito al enterarse de que Alcides toca en Club Paraguay ubica al sujeto como un intolerante que no entendió nada, como un anciano tempranero que no sabe moverse en un mercado cultural donde el consumo irónico empieza a perder tal carácter.
Fundamentalmente, porque el impulso para disfrutar de la música y el carisma del riocuartense ya se tutea con la honestidad.
¿Acaso los asistentes a este concierto pagan la entrada para reírse de o con Alcides? Arriesgo que lo hacen para experimentar la sensación de bailar Violeta, según el caso, por primera o enésima vez.
La promoción del espectáculo capitalizó esta impresión. “¿Quién es? Violeta y se va sin decir adiós. Si te llamás Violeta, este sábado entrás #GRATIS al show de Alcides y La Pata de la Tuerta. Mándanos inbox los últimos tres números DNI o etiqueta a las Violetas que conozcas así se enteran del regalito que tenemos para ellas”. Eso compartieron los organizadores por WhatsApp y distintas redes.
Más que una hipsterización de lo bizarro, se impone aquí la celebración de poder saciar instintos sin filtro. Acaso sea por algo similar que Ricardo Fort se ha convertido en el santo patrón del meme legitimador de picaresca progre. OK, es probable que haya distancia irónica entre el millonario fallecido y el que postea su imagen con un “basta, chicos” (o el gif con ese quiebre de cintura tan particular), pero la insistencia con la que lo hace empieza a desdibujar los límites.
Es probable que Fort haya sido más honesto que, entre otras co- sas, un rock argentino que corre a todo el mundo por izquierda pero que prefiere al público sumiso y obediente a todo gesto megalómano.
El escritor Alejandro Seselovsky, quien nunca se toma a la ligera las figuras fulgurantes de la cultura celebrity, supo comulgar con la idea de Fort como fetiche de transparencia: “Fort se hizo cargo del deseo obsceno de todos hasta volverlo público, por eso sigue vivo, porque es, él, la suma pornográfica de todas nuestras vergüenzas”.
“Fort somos todos queriendo viajar a Miami y ante la obturación del deseo porque no nos da ni la tarjeta ni el culo para ir hacerlo, elegir odiar Miami. Fort es nuestro sueño húmedo de la culpa, lo que no queremos ser y lo que somos, es un desenmascaramiento: Fort es León Gieco viviendo en Le Parc. Fort, fatalmente, es una forma de la verdad. Alguien tenía que asumir lo horrible que podemos ser. Vos, yo, nosotros”. Categórico.