VOS

Transparen­te ritual y consumo irónico

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

La Bizarren Miusik Parti logró su cometido: ya es natural celebrar la música ligera o grasa en el ambiente que sea, bajo el paraguas conceptual que pinte, y sin perder ningún tipo de atributo simbólico.

Por el contrario, hacer mohín de asquito al enterarse de que Alcides toca en Club Paraguay ubica al sujeto como un intolerant­e que no entendió nada, como un anciano tempranero que no sabe moverse en un mercado cultural donde el consumo irónico empieza a perder tal carácter.

Fundamenta­lmente, porque el impulso para disfrutar de la música y el carisma del riocuarten­se ya se tutea con la honestidad.

¿Acaso los asistentes a este concierto pagan la entrada para reírse de o con Alcides? Arriesgo que lo hacen para experiment­ar la sensación de bailar Violeta, según el caso, por primera o enésima vez.

La promoción del espectácul­o capitalizó esta impresión. “¿Quién es? Violeta y se va sin decir adiós. Si te llamás Violeta, este sábado entrás #GRATIS al show de Alcides y La Pata de la Tuerta. Mándanos inbox los últimos tres números DNI o etiqueta a las Violetas que conozcas así se enteran del regalito que tenemos para ellas”. Eso compartier­on los organizado­res por WhatsApp y distintas redes.

Más que una hipsteriza­ción de lo bizarro, se impone aquí la celebració­n de poder saciar instintos sin filtro. Acaso sea por algo similar que Ricardo Fort se ha convertido en el santo patrón del meme legitimado­r de picaresca progre. OK, es probable que haya distancia irónica entre el millonario fallecido y el que postea su imagen con un “basta, chicos” (o el gif con ese quiebre de cintura tan particular), pero la insistenci­a con la que lo hace empieza a desdibujar los límites.

Es probable que Fort haya sido más honesto que, entre otras co- sas, un rock argentino que corre a todo el mundo por izquierda pero que prefiere al público sumiso y obediente a todo gesto megalómano.

El escritor Alejandro Seselovsky, quien nunca se toma a la ligera las figuras fulgurante­s de la cultura celebrity, supo comulgar con la idea de Fort como fetiche de transparen­cia: “Fort se hizo cargo del deseo obsceno de todos hasta volverlo público, por eso sigue vivo, porque es, él, la suma pornográfi­ca de todas nuestras vergüenzas”.

“Fort somos todos queriendo viajar a Miami y ante la obturación del deseo porque no nos da ni la tarjeta ni el culo para ir hacerlo, elegir odiar Miami. Fort es nuestro sueño húmedo de la culpa, lo que no queremos ser y lo que somos, es un desenmasca­ramiento: Fort es León Gieco viviendo en Le Parc. Fort, fatalmente, es una forma de la verdad. Alguien tenía que asumir lo horrible que podemos ser. Vos, yo, nosotros”. Categórico.

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