Un baño de sinceridad masculina
El gran acierto de Romeo Santos no está reñido sólo con la suerte. El dominicano consiguió abrirse camino en un universo plagado de ofertas similares, y lo hizo a golpe de teclas correctas, estableciendo con su público (ya universalizado) una complicidad que siempre le reportó beneficios.
En estos días rebotó la noticia de la canción que cantó junto a Julio Iglesias. El tema está incluido en un álbum de duetos y se llama El amigo. La canción habla, con eufemismos y rodeos, del pene del dominicano. En un rapto de sincericidio masculino, Santos consigue la más acabada síntesis de la visión generalizada y cultural que tenemos con nuestras partes íntimas en un mundo estrictamente machista.
La canción es una bachata que va enumerando los recuerdos de las aventuras vividas en conjunto, a la vez que agradece los episodios memorables. Aunque
El amigo pueda suscitar críticas y señalamientos desde varios sectores, su estilo y espíritu está alineado con la esencia del músico, y en ese sentido es consecuente.
La canción es armónica, se defiende sola y tiene un gran trabajo de estudio con el que brillan las voces. Criticar a Romeo Santos por ofrecerle a su público otra pieza de su colección de complicidades es un despropósito, porque de eso se trata su carrera.
Desde el caribe avanza siempre un tsunami de pasión latina que arrasa. Y ante las propuestas de los artistas de esas fronteras las audiencias sudan, ensayan movimientos amatorios mientras danzan y se entregan a una comunión rítmica tribal y lujuriosa. ¿Por qué habría de esperarse otra propuesta desde el género musical? O mejor, ¿por qué no destacar que una canción de esas características es una declaración de principios? Nos guste o no, El amigo es una confesión de partes.