Una alianza que no termina de funcionar
A diferencia de otros géneros más permeables a las fusiones, la bachata parece no necesitar de agentes externos para garantizar su subsistencia: tiene una cadencia muy seductora para el baile y un grupo de adeptos que lo ama con pasión. Como contrapartida, es difícil que logre cautivar a otros públicos, tal vez por esa falta de riesgos formales. Una alianza con artistas de otras escuelas podría ayudar a esos propósitos, pero las buenas intenciones no garantizan resultados.
La última canción de Romeo Santos, rey sin corona del estilo dominicano, es un ejemplo de esto último. A partir de una camaradería, grabó junto a Julio Iglesias El amigo, una pieza cuya letra habla de hazañas, confidencias, complicidades, lealtades y eficiencias, entre otras características que le atribuyen a ese compañero entrañable. Ese amigo fiel, ese camarada de tantas aventuras, según reveló Santos en una conferencia, es el pene.
Allí donde algunos ven picardía y humor, otros pueden advertir con el mismo grado de parcialidad un aire de suficiencia francamente ridículo. Pero no seamos extremistas. Sin celebrar ni atacar la travesura de la dupla Santos-Iglesias, hay que decir que es un recurso trillado: incluso en la música comercial más insulsa se han usado metáforas de esa clase, en la que dotan de personalidad a objetos o partes del cuerpo (casi podría decirse que el culo ya cuenta con un género propio).
Para rematar, así como el todo es más que la suma de sus partes, unir elementos diferentes puede restar. Las voces de los cantantes, tan efectivas en sus respectivos repertorios, no terminan de encajar juntas, y ese comienzo abolerado ya vaticina el desajuste, como el prólogo a una historia que sospechamos de antemano que no va a funcionar.