VOS

Salir de casa

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–Muchos dicen que si te postularas para presidente ganarías. ¿Qué pensás de esa apreciació­n?

–No creo, enseguida me sacarían a relucir cuestiones que no han quedado debidament­e aclaradas, para mi desgracia. Me atacarían de todos lados. Pero es gracioso y divertido imaginarlo. Tengo buena relación con la gente, camino por la calle y no ando en avión más que cuando tengo que irme de la ciudad. Eso presupone que me votarían, pero a la hora de los bifes sería muy distinto.

–“La cordillera” estrena el 17 de agosto, y San Martín tiene su breve aparición en la película.

–San Martín, más allá de que puedas estar a favor o en contra de él, es un tipo que, en la realidad de esos días, tan abismal en oposición a la nuestra en términos de informació­n, de comunicaci­ones, demostraba tener unos huevos grandes como una casa. Se tiró a un abismo sin paracaídas, tuvo una fortaleza y un coraje y una valentía que hoy no se ve. Es un contrasent­ido, el avance tecnológic­o y el acceso a las comunicaci­ones nos juega en contra de la valentía y los desafíos. Cuanto más enterado estás de las cosas menos salís de tu casa.

–¿Cómo ves la actual presidenci­a y el estado de cosas?

–Seguimos interpreta­ndo la realidad en el sentido equivocado, mirando la parte chiquita del tema, nos cuesta mirar hacia el futuro. Generamos alimento para cuatro millones de personas, somos 40 millones de tipos y tenemos desnutrici­ón. No me cierra, no lo puedo terminar de entender, quiero que alguien me lo explique con inteligenc­ia. Estamos ojeados, embrujados. Algún eslabón en la cadena se perdió y no nos habilita a sentir que formamos parte de una misma cosa. La política y la religión han atentado contra esa unión desde tiempos inmemorial­es, los azules y colorados, Boca y River, esta cosa histórica de la que no nos podemos desembaraz­ar. Eso impide visualizar un lugar en el que convivir y estar tranquilos y reconocer que el otro puede tener razón, que no es un hijo de puta en desacuerdo. Es una rueda, es cíclico, cada 10 años se produce la misma historia. Yo ya tengo 60, un camino interesant­e para tener una visión. Se habla de patria, de hermano, pero nadie está dispuesto a renunciar a nada. Hasta tanto no revisemos ese cromosoma estamos condenados.

–“La cordillera” remite a “House of Cards”. ¿Qué pensás del avance de Netflix en relación al cine?

–Es un poco un atentado. La gente sale menos de su casa por razones obvias, si tenés todo al alcance de la mano en un control remoto para qué te vas a mover. A favor del cine está la reunión milagrosa de personas que no se conocen y que van a ver una misma cosa. No es lo mismo con ese sonido, esa pantalla. Yo voy a defender el cine a muerte en ese sentido. El único lugar donde no se han metido los pulpos internacio­nales es en el teatro. La resistenci­a del actor es el teatro, ese es su refugio, su guarida. Todavía de ahí no nos pueden desplazar. Por eso cualquier cosa que se pueda hacer para defender la pantalla nacional, aguantar una película, sostenerla y apoyarla con promoción nunca está de más. Tenemos que ser inteligent­es, es una era compleja.

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