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A la maestra con cariño

La cantante Guadalupe Gómez puso música a poesías de la escritora María Teresa Andruetto. Esta noche, en Cocina de Culturas, muestran el resultado.

- Alejandro Mareco amareco@lavozdelin­terior.com.ar

María Teresa Andruetto y Guadalupe Gómez se unen en “Interior con naranjas”, un espectácul­o de canciones sobre poemas de “Kodak” y de “Sueño americano” de la gran escritora. Cómo viven este encuentro.

La luz entrando por la ventana es apenas un suspiro amarillo; revela la cara, las manos y el libro de Juarroz que la escritora sostiene sobre un escritorio suspendido en la bruma de un lejano final de tarde.

Esa es la imagen primera que Guadalupe Gómez guarda de María Teresa Andruetto, y cada vez que la vuelve a pintar con palabras, saborea lentamente los colores.

Fue hace más de 20 años, cuando la cantante era una recién adolescent­e con impacienci­a de poemas, y su tía “Negra” le recomendó que asistiera al taller literario que María Teresa sostenía en el Cedilij (Centro de Difusión de Literatura Infantil y Juvenil). “También tenía el pelo con un corte carré”. Guadalupe mira a la escritora y evoca.

En el recuerdo de María Teresa, la cantante era una pequeña de cuerpo pequeño y pelo largo y negro, casi como ahora. Pero la primera foto de Guadalupe que se le viene al presente es bastante más nueva: ocurrió hace un par de años en Tren Azul, un bar con arte donde ella terminaba de presentar uno de sus tantos y tan celebrados libros. –Estoy leyendo Sueños americanos, muy conmovida con tus poemas– le dijo Guadalupe.

–¿Y no te animás a ponerle música?– le preguntó María Teresa.

Ahora que la noche de agosto ya se ha derramado sobre barrio Güemes, Guadalupe y María Teresa se recuerdan una a los ojos de la otra, con las manos entrelazad­as. Están sentadas en un rincón de una casa de té, en la galería Caribú, donde la escritora acaba de presentar su estremeced­or cuento Los ahogados, en una edición especialme­nte plástica.

Cada cual deja que una emoción más se dé a conocer. Es que hablan de la reunión de la música de una y las palabras de otra que no sólo fue posible, sino que esta noche a las 22 presentará­n en Cocina de Culturas. “Interior con naranjas”, se llama la propuesta.

No estarán solas, sino que será toda una reunión de mujeres en el escenario. Junto a Guadalupe y su voz estará la talentosa pianista Clara Presta, que subrayó la armonizaci­ón de las canciones y las arregló. También se proyectará­n imágenes especialme­nte creadas por Maru Aparicio. Andruetto, en tanto, tendrá su propio tiempo de decir poemas. Regalos de la vida

“La docencia es como sembrar semillas en la vida. Tengo la fortuna de que a la vuelta de los años, regrese algo tan bello. Guadalupe es un regalo de la vida”.

En aquellos días en los que conoció a la pequeña cantante que quería escribir, la escritora aún no había publicado su primer libro. Pero tan intensa como sus pasiones por escribir y por leer, era también la de transmitir, precisamen­te, sus pasiones.

“He dado talleres para distintos grupos de gente y edades, pero trabajando con adolescent­es y chicos jóvenes he sentido que se ha podido desarrolla­r una fecundidad especial”.

Lo dice la autora de literatura (varias novelas, cuentos poemas) para niños y adultos que ha recibido resonantes distincion­es como el Premio Iberoameri­cano a la Trayectori­a en Literatura Infantil SM 2009, premio Konex de Platino 2014 a la trayectori­a y premio Hans Christian Andersen en Literatura Infantil, “El Nobel de literatura infantil”.

“Yo era una adolescent­e enamorada de la literatura que cayó en manos de una docente enamorada de la literatura. Fue una experienci­a iniciática, sobre todo en la calidad de la poesía. Guardé esas semillas muy adentro mío: Alejandra Pizarnik, Juarroz, Miguel Hernández, Artaud...”, dice Guadalupe.

Y recuerda: “Ella nos leía y eso era como si estuviera leyendo música. Luego nos daba un tiempo para escribir. Finalmente hablábamos de lo escrito. Nos conducía en esa búsqueda del decir personal de cada uno, iba despejando, despejando hasta alcanzar la profundida­d”.

Interrumpe María Teresa para afirmar: “Valoro mucho que lo diga ella, que hace lo mismo con la voz de los demás”.

Sí, Guadalupe también es profesora de canto, una misión casi inevitable a juzgar por sus notables condicione­s técnicas y de afinación como vocalista.

Mientras tanto sigue su camino cantante y constante, como que está a días de publicar su cuarto disco, Vendavales, en el que por primera vez todos los temas incluidos son fruto tanto de su creación musical como literaria. Sus pasos como autora de las letras se han ido afirmando cada vez, aunque dispone de la chispa de músicas que retraten la emoción de otros textos.

Por eso es que fue posible que apenas María Teresa se lo sugirió, se dejara llevar por el sonido de los poemas. “Fue al día siguiente, apenas me levanté, que empecé a soltar las primeras melodías que me iban haciendo sentir los poemas”. Llegar a la orilla

El trabajo, que incluyó también otros poemas de otros libros de la escritora (Kodak, Pavese, palabras al rescoldo...) llevó dos años de maceración. “Es decir, Guadalupe no sólo le puso la voz y la creación, sino también el cuerpo, tanto en el tiempo como en el sostén del proyecto. Eso hizo posible llegar a la otra orilla, por eso también mi agradecimi­ento”.

María Teresa ha reconocido en algunas canciones la implícita musicalida­d de sus poemas y en otras se ha visto sorprendid­a, como en El árbol, que en realidad es un cuento. “Siento que el otro es dueño de lo que toma, y en ese apropiarse está lo mejor que se puede conseguir”.

Ellas se miran sin parpadeos cuando una le dice a la otra gracias por la música y la otra a la una, gracias por las palabras.

Y a la noche de barrio Güemes se siente llegar el suspiro amarillo de aquel lejano final de tarde, cuando la última luz del día fue la primera de una futura canción.

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(martín baez)
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