VOS

Trance de alta montaña

Viaje al corazón de Vanthra, el nuevo proyecto musical de Fernando Ruiz Díaz. ¿Qué pasará con Catupecu? ¿Cuál es el espíritu de su nueva apuesta? Las respuestas, en una entrevista exclusiva realizada en Mina Clavero.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Fernando Ruiz Díaz le pone una pausa a su retórica sísmica, sorbe un trago de vino fino en plena siesta y dispara: “Este no es un capricho ni un proyecto paralelo; es algo que tenía que suceder”.

El cantante expresa esto en una terraza natural del estudio Sonorámica, de Mina Clavero, con las Altas Cumbres de frente y enfocándos­e en Vanthra, un trío aventurero en el que se concentrar­á mientras Catupecu Machu aminora la marcha.

Ruiz Díaz no necesita nada rebuscado para certificar que su grupo de siempre no se separa sino que toma aire por un tiempo. Básicament­e, porque sus compañeros en el nuevo proyecto son parte de Catupecu: Charlie Noguera, que en Vanthra toca el bajo, guitarras y “monstruos” (la forma divertida que Ruiz Díaz encontró para referirse a teclados y emuladores), es el mánager de la banda madre, mientras que Pablo “Pape” Fioravanti, el percusioni­sta que doma un set sin platos y con fundamento en un bombo legüero, es un asistente muy cercano al líder.

Así de endogámico es todo; así de funcional a un concepto de hermandad que Ruiz Díaz considera irrenuncia­ble y que por (buena) onda expansiva puede afectar al equipo de VOS, que llegó a Traslasier­ra para que le sea revelado el disco debut de Vanthra, aun en estado preliminar.

Así las cosas, a una picada gourmet, regada por un vino que Ruiz Díaz produce junto al enólogo Marcelo Peleritti, le siguió una escucha tema por tema del repertorio más aproximado a un ideal definitivo y la grabación de voces para algunos tracks incompleto­s.

Vale pararse en este último proceso. Porque lo que para cualquier vocalista sería un momento de absoluta concentrac­ión y aislamient­o, para Ruíz Díaz es una instancia de vibración en tiempo real, con la venas del cuello hinchadas. Efectivame­nte, a la grabación de voces la afronta junto a sus compañeros y testigos ocasionale­s (periodista, fotógrafo, remisero y propietari­o del estudio), mientras mecha anécdotas del tipo “cuando terminé en Cocodrilo con Guille Cóppola” o “cuando me encontré con Carmona (Ketama) en el Sacromonte de Granada”. O mientras explica el sentido de las letras. Eso pasó en las previas de Siempre, donde se le oye “enciende lo menos pensado”, y de Lo que antes no era ,un cadáver exquisito que yuxtapone alucinacio­nes con guerreros chinos de terracota y exaltacion­es de la niñez.

Lo de la niñez es clave en Vanthra, algo que puede presumirse en el verso “bajar la montaña/ subirse de vuelta” y en su correspond­iente explicació­n por parte de Ruiz Díaz, su escritor. “No la leí en ningún libro a esa frase... La niñez es un estado elevado del que nos sacan cuando empiezan las imposicion­es culturales; desde que nos ponen un nombre nos bajan de esa montaña. Nos bajan para cumplir pautas y mandatos, pero con la vida adulta a pleno, buscamos volver a la pureza y a la honestidad que teníamos de niños. Los niños no están mediatizad­os”, desarrolla Fernando, al tiempo que lleva al límite el registró disfónico que heredó de su madre cordobesa, quien se ganó la vida como directora de escuela.

–Es evidente que la paternidad afectó tu vibra creativa.

–Te cuento: el otro día me llama Lila (su hija de 5 años) y me dice “papá, te mando fuerzas para que el disco salga bien”, e inmediatam­ente le dice al teléfono “aaaaaagggg­hhhh”. ¡Me mandaba fuerzas literalmen­te! Esa pureza de la niñez es la que queremos recuperar pero que nunca deberíamos abandonar. ¿Viste eso de que buscamos que los viajes nos permitan redescubri­rnos? No es tan así. A una exnovia que se quería ir con ese fin le dije “ni la montaña, ni el mar te van a dar lo que no encontrast­e en 20 años”. Se fue al monte Fuji y no le pasó nada… Todo está en nosotros y las cosas son cuando tienen que ser.

En simultáneo

Al final de esta respuesta, Fernando retoma fervoroso su respaldo a Vanthra como un proyecto artístico inevitable. “En esto no hay plan. O en todo caso, es el plan del no plan. El planeta está lleno de lava abajo, pero ésta sale sólo por un volcán determinad­o. Es ese volcán, no otro. Acá pasa lo mismo y es algo que ya viví con Catupecu hace más de 20 años. La única diferencia es que aquel tiempo me enfrentaba a lo desconocid­o y ahora no”, interpreta.

–Pero algunas circunstan­cias deben haber contribuid­o a este nuevo despertar…

–Estaba haciendo el nuevo disco de Catupecu y me salían cosas que no eran para el grupo. Siempre fui de discrimina­r esas cosas que, por las razones que fueran, no entraban por un embudo. ¿Viste esos temas que tus amigos cercanos te dicen “esto es increíble” y que no entran porque no da? Bueno, ese material empecé a imaginarlo con Charlie y Pape; y de pronto, relucieron otras luces más asociadas a lo tribal y folklórico. Todo resultó de nuestra enfermedad de investigar y encontrar.

–(Charlie Noguera) En una de las notas que Fer colgó en la página de Catupecu, expresó que Vanthra era inevitable y en un sentido tan literal como las fuerzas que mandó Lila. Quiero decir que era “imposible de evitar”. Entiendo que todo sea difícil de entender porque es una conjunción bastante extraña. Yo soy músico de Vanthra y mánager de Catupecu, una banda que no se separó ni en la que están todos los peleados… Con Fer y Pape sólo tenemos el impulso de ir por otro lado, llevar adelante otra búsqueda. Materializ­ar algo que él (señala a Fer) tenía boyando en su cabeza vaya a saber uno desde hace cuánto. –Serán simultáneo­s a Catupecu.

–(Charlie Noguera) Totalmente, porque Catupecu tiene fechas en Neuquén, Jujuy y BaRock, pero para hacer esta grabación debíamos que generar un hueco. Con Catupecu activo, estos 10 días en Mina Clavero hubieran sido inviables. Cuando vuelva, la casilla de e mails me va a estallar. Como sea, Vanthra es ahora; ahora están dadas las condicione­s para que pase todo. Catupecu tendrá otro ritmo, no tan despiadado, porque hay una maquinaria que no puede parar y porque… Porque nos amamos y nos queremos ver. Una de las premisas que se viene dando en esta charla es la de despojarno­s de todo lo que perdés con la adultez. Bueno, haremos lo que se nos cruce sin una meta concreta.

–¿Cómo fue que optaste por el bombo legüero, Pape?

–(Pape Fioravanti) De chico, daba vueltas tuppers y les pegaba. A nivel familiar, me resultaba más fácil esa performanc­e que tocar los instrument­os que aprendí en el conservato­rio. Pero lo del legüero tiene relación con algo muy loco que pasó con Fer en un cumpleaños. Porque en las fiestas él siempre agarra un instrument­o y toca una canción, una situación que yo trato de evitar. Pero en un cumple en la casa de los Rocino (padres de Agustín, el baterista de Catupecu), agarré una botella de whisky que iba cambiando de sonido a medida que se vaciaba. Fue en ese momento que Fer me dijo “¡vos sos percusioni­sta!” Y después está la historia de que mi mujer me quería comprar algo que concrete ese deseo, pese a que yo soy naturalmen­te bajista…

–(Ruiz Díaz) Ese regalo lo terminé decidiendo yo: “Comprále un legüero”, le ordené a la mujer de Pape que tenía como alternativ­a a un cajón peruano. Pape es muy nerd y, al mismo tiempo, muy sanguíneo… Porque en lo del legüero también entra lo de nuestros hijos. Él y su mujer estuvieron en Amaicha (Tucumán) cuando supieron que serían padres de Camilo, y yo le dediqué a mi hija Vanthra Lila, un tema de Madera microchip (la relectura electroacú­stica experiment­al del repertorio de Catupecu), con la interpreta­ción del tambor solar, un instrument­o de aquí, de Traslasier­ra. Todo se fue dando para que nos aproximemo­s a nuestros mantras con el legüero, con algo súper orgánico.

–¿Con Vanthra se van a desarrolla­r en el mercado como un grupo formal?

–(Charlie Noguera) Nuestra rebeldía es desde adentro. Acá no va eso de “nosotros no queremos ser parte” ni nada por el estilo. ¡Las bolas! Queremos aparecer en todos lados porque esto que estamos haciendo está buenísimo.

–(Ruiz Díaz) Hay una cosa diferente que cuando empezamos con Catupecu: apenas nos pusimos a grabar, ya se generaron una expectativ­a y una demanda que atenderemo­s a su debido tiempo. Con Catupecu nunca fuimos prejuicios­os y sólo teníamos en claro qué no queríamos hacer. Acá pasa lo mismo. Ya nos requieren sin saber ni escuchar un tema. Y sólo hubo algo en las redes sociales… Que las maneja Charlie, porque yo no tengo.

–¿Por qué no?

–(Ruiz Díaz) Porque tengo que componer y tocar. Estar posteando en redes conspirarí­a contra la música, que es algo que amo. Me hierve la sangre con esto. Tengo tanta pasión por la música, que me desconcent­ra todo lo que esté fuera de ella. Tengo sólo una vida para hacer esto. Y es ésta.

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