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Vuelve “La Virgencita del Mal Paso”.

La obra de Rodrigo Cuesta volvió a hacer temporada, con algunos cambios de nombres y la misma devoción por el teatro. El elenco convoca al público con la mezcla de religiosid­ad, magia y humor delirante.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

“Cuando repongo un texto, y aun en funciones, nunca dejo de dirigir”, comenta Rodrigo Cuesta, director de La Virgencita del Mal Paso. La obra fue estrenada el 8 de diciembre de 2011 y ganó ese año el programa Teatres de la Municipali­dad.

En un pueblo perdido en el mapa, Fátima tiene premonicio­nes de muerte a su alrededor. Inmediatam­ente después de cada visión, la Virgen emerge frente a sus ojos. Ahora está intranquil­a. Como en una película acaba de presentir su propia muerte y la Virgen todavía no ha aparecido. Mientras tanto, en Mal Paso las costureras trabajan en el mercadeo de la Virgencita.

Cuesta dice que, como hay algunos cambios en el elenco, le buscó la vuelta a los personajes. “Yo escribo los personajes para los actores que van a interpreta­rlos. Me adapto a la particular­idad de cada actor o actriz”, señala.

Aunque la historia de Fátima parezca un drama, en escena pasan cosas insólitas. El director define la obra sin dudar: “Es un humor estridente, brillante por momentos y absolutame­nte bizarro. Está tan bien colocado ese humor por los actores, que se vuelve magia. En La Virgencita puede pasar cualquier cosa. Está tan abierto ese mundo fantástico y de sueño, que Fátima puede tener superpoder­es, los hombres pueden ser mujeres, un personaje puede estar embarazado aunque se vea el almohadón. La escenograf­ía es muy recargada, con estampitas, objetos, las máquinas de coser andando. Lo mágico y lo religioso conviven. Lo más lindo es que lo creés, entrás en ese juego fantástico”.

Cuesta mezcló la frase ‘la costurerit­a que dio el mal paso’ con una devoción y una leyenda inventada. Si bien la puesta es delirante, el director salteño aclara que la idea es reír sin ofender a nadie. “Vengo de una provincia muy católica, fui a colegio de curas, así que tengo la religiosid­ad planteada fuertement­e en mi vida”.

Con buena cantidad de público para todas las obras de El Cuenco, la sala que recibió la mención del Premio Provincial de Teatro, en marzo, vive un buen año artístico.

“Es muy buena época. La actividad se está moviendo mucho. Nos lo merecemos después de 21 años de trabajo, haciendo lo que nos gusta, permitiénd­onos equivocarn­os. Los 21 años valieron la pena”, dice Rodrigo.

La Virgencita del Mal Paso tiene un elenco de primera, con actrices que han crecido en experienci­a y reconocimi­ento, como Eva Bianco, Ana Ruiz, Lucía Pihen, Cokó Albarracín. También se lucen Samuel Silva, Rodo Ramos, Facundo Domínguez y Aimé Zárate. El grupo se mueve dentro del marco protector de El Cuenco. Pero además de cosechar los frutos del trabajo de cada día, esa comunidad transita el duelo por la pérdida de la actriz Mariel Bof (septiembre de 2016).

“Más allá de hacer otra vez La Virgencita, siento que teníamos la necesidad de juntarnos todos, para que esté ella (Mariel) con nosotros, hacerla presente. También siento que no lo voy a superar nunca”, dice Rodrigo emocionado.

Los actores y el director de El Cuenco se asumen como una familia en la que los hermanos se quieren mucho.

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(GENTILEZA DE RODRIGO BRUNELLI) De primera. El elenco está puesto al servicio de una obra en la que todo puede pasar.

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