VOS

Tan simple como la pasión futbolera

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Es posible defender El fútbol

oyo como muchas veces lo hacemos con la camiseta de nuestros amores o con el fútbol mismo: con emoción más que con razón.

Por eso es posible empezar con una importante cuota de prejuicio: toda persona que no vea todos (todos) los partidos del equipo del cual es hincha (en la cancha y/o en la tele), y que además sume los encuentros de su rival, los clásicos de todos los clubes, algunos partidos de la B y de los grandes de Europa y, de vez en cuando, algún partidito vintage de esos que pasan ESPN y Fox, no tiene razón alguna para ver la película.

Pedro (Suar) es de esos tipos que hoy abundamos: vemos fútbol a toda hora o cada vez que podemos. El asunto es que el “futbolismo” o “futbolmaní­a” que Pedro padece le genera problemas conyugales.

Verónica está harta de que su marido “ame” o se “apasione” por “22 tipos en calzones corriendo detrás de una pelota”.

Aquí surgen algunas críticas sobre el papel de inconformi­sta picasesos que le endilgan a la siempre impecable Julieta Díaz. Pero quien responda al perfil descripto más arriba y no acepte haber tenido al menos dos discusione­s de las que tienen Pedro y Vero, falta a la verdad.

El asunto (y ahí es donde Carnevale le encuentra la vuelta a esta efectiva comedia) es que los personajes de Adrián Suar y Díaz atraviesan una crisis de pareja inmersa en otra crisis mayor aún: la de los 40 años.

El fútbol resulta la mejor vía de escape para un tipo que no ve que el mundo (el suyo propio) se desmorona a su alrededor. Esta comedia es tan simple como el fútbol.

Hay que sentarse a disfrutarl­a y dejar que jueguen los que saben. Buscarle demasiadas vueltas es como intentar explicar un chiste o un caño de Lionel Messi.

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