La imagen es todo, la música no es nada
La noticia ya no es la música en sí. El último trabajo de Taylor Swift, Look what you made me do, del disco Reputation, demuestra que hoy lo que cuenta son las reproducciones en YouTube. La nueva pista de la blonda es una canción pop autorreferencial con la que la reina de las redes plantea su regreso, más para mostrarse intacta a pesar de las críticas que para lanzar una pieza musical digna. Look what you made me do, según consta, “rompió todos los récords”. Esto se traduce en guarismos cada vez más complejos, como cantidad de reproducciones en 24 horas y descargas en otras plataformas. Swift mandó a la banquina a los demás reyes de las redes, pero no por eso hay que pensar que su trabajo viene a proponer algo que deslumbre.
La canción se lanzó acompañado de un videoclip impresionante (que marida a la perfección con cualquier canción de la última década). Vale decir, lo importante es lo que se ve, no lo que ese oye.
La letra está plagada de referencias a situaciones vividas por la cantante, entonces el ojo atento de los seguidores podrá descubrir que habla de su ex, Tom Hiddleston, así como de Kanye West y Kim Kardashian, entre muchos otros guiños cómplices que pueden descubrirse en la escenografía y en otros detalles. Look what you made me do ya es un hit moderno, con madera de canción que no dejará de sonar a pesar del empalagamiento.
En este sentido, la canción de Taylor Swift tiene todos los números puestos para ser la nueva niña mimada de los rankings, como le pasó a Luis Fonsi con Despacito ya Shape of you de Ed Sheeran.
La fórmula se repite y hay que aceptarla tal y como viene: mucho fuego artificial, mucho foco en los números para certificar el éxito. Nada nuevo bajo el pop.