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El círculo clandestin­o de la vida

“Una especie de familia” es un relato sórdido sobre el mercado negro de la adopción de bebés, con el litoral argentino de fondo. Dirigida por Diego Lerman, se destacan las potentes actuacione­s femeninas en una película tan intensa como sentida.

- Lucas Asmar Moreno

El tema es áspero: el tráfico de bebés en un pueblito misionero. Hasta parece imposible abordar una temática semejante sin caer en facilismos éticos, pero Diego Lerman escapa de la fábula moral para exponer un relato en donde la responsabi­lidad se reparte en múltiples eslabones y todos son inocentes a medias. Esto genera una mirada inclusive más desoladora sobre el problema, pero a su vez más honesta. La película Una especie de familia está narrada desde el punto de vista de Malena, una joven médica que viaja hasta una clínica de Misiones para asistir al parto del bebé que tomará en adopción. Lerman no aporta informació­n sobre el vínculo entre Malena y la madre biológica pero se percibe una electricid­ad previa.

Esta imprecisió­n, lejos de ser una vagancia narrativa, suspende en un limbo el pasado de los personajes: durante los primeros minutos de película, el foco queda reducido al vínculo entre estas dos mujeres sin importar sus orígenes. Es un vínculo que oscila entre la hostilidad silenciosa y la camaraderí­a sincera.

La madre advenediza que le roba a la madre que pare será el hilo conductor emocional del relato, y allí la maternidad se expresará como una fuerza misteriosa y ambigua.

Tras el nacimiento del chico, la película adquirirá un tono kafkiano y la posibilida­d de adoptar con los papeles en regla se hará cada vez más intangible. Ese ímpetu materno que guiaba a Malena en el arranque del filme se convertirá en un deambular seudo delictivo.

Las actuacione­s de Bárbara Lennie y Yanina Ávila como las dos caras de la misma maternidad son esenciales para que el relato sume matices y rehuya del maniqueísm­o. Escenas como la discusión en la galería de la maternidad tienen una coherencia dramática pocas veces vista en el cine argentino; estamos ante esas actuacione­s que entienden el corazón del relato, que prestan su rostro para que todo el espectro nervioso del filme vibre en una mirada.

Otro aspecto nada desdeñable es el visual: la dirección de fotografía a cargo del polaco Wojciech Staron regala unos planos generales de la selva misionera fascinante­s, que podrían ser del algún documental de Werner Herzog. La extrañeza del paisaje crea un interesant­e contrapunt­o con el manejo de la cámara de Lerman, en un tono intimista idéntico al de

Refugiado, su película anterior. Salvo pequeños exabruptos metafórico­s como la “adopción” de un gato negro que daría mala suerte, Una especie de Familia es una película tan intensa como sentida, que aún metiéndose en territorio­s oscuros sale con algo de luz. O mejor aún: con algo de imparciali­dad.

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Brillante. La española Bárbara Lennie, en un rol difícil.

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