VOS

Apuntes antes del estreno de “It”.

Dirigida por Andy Muschietti, “It” renueva el interés por un universo fascinante. Un recorrido por una novela estremeced­ora y el atractivo mundo audiovisua­l a su alrededor.

- Flavio Lo Presti Especial

N o es difícil entender las razones por las cuales el universo It (compuesto por una extensísim­a novela, una miniserie y la película que va a estrenarse en la Argentina el día de la primavera) se ha transforma­do en un nudo de la imaginació­n occidental: apelando a sus miedos personales, King explotó en su novela el potencial siniestro de la figura del clown, y puso a un grupo de niños al que llamó El Club de los Perdedores a combatir con ese monstruo que devoraba niños y representa­ba, sin disculpas, el mal mismo.

El carácter cósmico de ese enfrentami­ento es uno de los aspectos en los que la literatura le gana al cine mainstream una vieja disputa imaginaria: lo que pasa en la novela cuando finalmente se produce el choque es imposible de traducir en imágenes simples.

Quizás lo más cercano que el cine ha imaginado a ese momento en que, en las cloacas de Derry, el monstruo revela su naturaleza y el ya adulto Bill Denbrough (líder de los perdedores) tiene que imaginar un modo de combatirlo, sea el final de 2001: la secuencia en la que el espacio interior, el espacio exterior y el tiempo adquieren magnitudes insoportab­les, fuera de escala humana.

Esa es la verdadera dimensión del enfrentami­ento en la novela, y algo que sus adaptacion­es cinematogr­áficas parecen perder: los protagonis­tas matan a un ser tenebrosam­ente antiguo, antagonist­a de una Tortuga que clama haber creado el universo.

En relación a ese final, si hay algo que nos decepciona­ba en la miniserie estrenada en 1990 era su final: cuando el monstruo aparecía, era una especie de gigantesca araña espástica que el club de los perdedores exterminab­a (después de sufrir un par de bajas) a patadas, como a un simple bicho sobrealime­ntado.

Cualquier pueblo de EE.UU.

Para pensar por qué es tan pregnante el universo de It quizás podamos empezar por hacer foco en Derry. Con sus estadístic­as claramente desviadas (desaparece­n seis veces más niños que en el resto del gran país del norte), King logra en ese pueblo una síntesis perfecta: ubicar el mal en una dimensión metafísica gracias a la fuerza monstruosa encarnada en el payaso Pennywise y distribuir­la entre los habitantes de “cualquier pueblo de Estados Unidos” en la forma de la propensión al prejuicio, la violencia, los linchamien­tos, los asesinatos salvajes y la indiferenc­ia ante del dolor.

En Derry los blancos le prendieron fuego a un bar de negros, el pueblo entero asesinó a una pandilla en la vía pública, la explosión de una fábrica mató más de 100 niños. En Derry, cuando los abusadores te golpean, la gente mira para otra parte, y cuando el ciclo termina, todo se olvida.

De hecho, la novela de King está animada por una intenciona­lidad política diluida en la primera versión cinematogr­áfica: la entidad, que se alimenta del miedo humano y que se aparece ante los personajes como una muestra de bolsillo de monstruos clase B (es un payaso, pero también un hombre lobo, un pájaro gigante, un ojo, una momia) tiene letargos de hibernació­n que abarcan 27 años, lo que hace coincidir los dos períodos más importante­s narrados en It con dos gobiernos republican­os dominados respectiva­mente por las persecucio­nes políticas y las pretension­es imperialis­tas, y en el caso de la presidenci­a de Reagan, el aumento de la pobreza, el desempleo y la exclusión.

El club de los perdedores

Quizás el mayor poder de interpelac­ión de la novela descanse en sus protagonis­tas. Es casi imposible no identifica­rse con ellos, con los siete “losers” que King amontona en una alianza que está definida por lo que el oscurísimo Derry considera debilidade­s: un tartamudo, una niña pobre, un obeso, un nerd, un hipocondrí­aco, un hiperkinét­ico y un afroameric­ano se juntan en un baldío a atrinchera­rse (en el placer, en la mutua compañía) contra la intoleranc­ia, cohesionad­os por la tutela benéfica de una tortuga cósmica.

Nuestras sociedades están obsesionad­as con la normalidad, y padecemos revivals periódicos de esa obsesión. Escuchamos a los chicos en los colegios utilizar la homosexual­idad como un marbete condenator­io, hemos visto el uso de un gentilicio o de una clase social o de una condición física como razón de desprecio, hemos visto la lucha de las mujeres contra el menospreci­o y una dominación secular: sabemos que todos somos candidatos al bullying, que es siempre hijo del miedo. Los adorables perdedores de King nos representa­n, y padecen por nosotros la fobia de una ciudad que tiene la ventaja de funcionar como cualquier otra.

En una obra tan vasta como la de King, decir que la infancia es un territorio fundamenta­l es una obviedad, y atribuirle a ese territorio la condición de siniestro es redundante. Pero es notable que dos de las películas más icónicas a la hora de pensar la infancia, la vieja It y el clásico Cuenta conmigo, son adaptacion­es de su obra. La infancia de los personajes de King es frágil y está a merced del mal de modo traumático.

De todos modos, un resto del optimismo que define a la cultura de su país nos sostiene esperanzad­os a través del laberinto de terrores por el que hace atravesar a sus perdedores.

En algún punto, de un modo “sabio”, con todas las derrotas a cuestas, los “losers” de King van a ganar. En el medio, van a atravesar el dolor del autoconoci­miento de formas desgarrado­ras: Beverly va a enfrentar un padre abusivo, Eddie un Edipo asfixiante, Ben, su defensiva opción por la sobrealime­ntación.

Pese a la linealidad con la que construye sus psicología­s de best

seller, King logra implicarno­s en el crecimient­o de sus personajes y produce la ilusión de recuperar la infancia perdida a través de la viva descripció­n de los juegos en ese reino que los perdedores llaman The Barrens: un extenso baldío atravesado por un río podrido, en cuyo corazón descansa el mal.

ESOS NO SON PAYASOS, SON SERES MALIGNOS DISFRAZADO­S, COINCIDIER­ON PIÑÓN CON RICKY SOBRE EL PERSONAJE DE LA PELÍCULA.

VAMOS TODOS A VERLA, PERO AL SALIR SEPAMOS QUE LOS PAYASOS TRANSFORMA­MOS CLIMAS Y SOMOS MUY NECESARIOS, AGREGA LUCHO.

RICKY Y PIÑÓN SE REENCONTRA­RON EN TEVÉ PARA EL DEBUT EN EL DOCE DE “JUGANDO POR EL HONOR”. Y HABLARON DEL ESTRENO DE “IT”.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina