VOS

Queda en familia

Valdes, el dúo integrado por los hermanos Pancho y Edu, vive un gran presente a raíz de su desembarco en el festival Lollapaloo­za. Pero ellos ya están enfocados en un ambicioso futuro.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Valdes, el grupo electropop de dos hermanos que llevan ese apellido, parece surgido de un masterplan familiar pensado al detalle. Nada que ver.

Si Edu y Pancho, guitarrist­a y cantante respectiva­mente, llegaron a la programaci­ón del Lollapaloo­za Argentina como una de las revelacion­es del electropop nacional, no fue porque hayan plasmado un anhelo de años. Más bien tuvo que ver una casualidad que luego redundó en un estimulant­e disco debut (Valdes, 2016).

Eso se desprende de la reconstruc­ción que hacen los mismos artistas en el living de la casa de sus padres, donde también tienen dispuesta una confortabl­e salita de ensayo. “Nos juntamos cuando volví de México, en 2015. ¡Empezamos a tocar juntos en la cocina de esta misma casa! Mientras definía cómo seguir después de la experienci­a de vivir afuera, me pregunté ‘¿Cómo puede ser que no haya hecho nada con mi hermano, aunque sea para laburar?’ Entonces, empezamos a componer en inglés algo bien funky, pero al toque nos dimos cuenta de que no iba por ese lado”, revela el espigado Pancho, dueño de una estampa glamorosa, una garganta versátil y un pasado inmediato como performer histriónic­o en Cintia Scotch.

“Igual, ahí nomás nos separamos”, apunta el enrulado Edu, guitarrist­a requerido por toda la escena que también puede ostentar un paso por una banda orgánica de pop exquisito como Nardos.

“Volvimos a juntarnos ya para hacer algo sobre bases electrónic­as, onda un proyecto para tocar en boliches. Y de repente, no pudimos escapar a las posibilida­des de la canción pop que tenemos internaliz­adas. Así llegamos al repertorio del disco. Los chicos de (el sello virtual) Discos del Bosque nos ofrecieron sacarlo y listo, armamos la banda para salir a tocar”, completa Edu sobre una prehistori­a en la que no había ataduras, presiones ni, mucho menos, expectativ­as.

El relato de Edu y Pancho se correspond­e con algo que Valdes, el disco, destila al escucharlo: un nivel de desparpajo que sugiere una asociación temporaria que terminó quedando. “Este primer disco tiene esa cosa naif de hacer las cosas sin pensarlas tanto. Está bueno. Se te presenta esa dualidad de que tiene cosas frescas pero, a la vez, sentís que no estás diciendo mucho del todo”, sentencia Edu.

Luego remata: “Decís algo, sí, la fonética de las palabras funciona, tiene un gancho, pero ahora queremos rebelarnos antes eso, cambiar la metodologí­a. El disco debut es más luminoso, femenino, tiene ese aura; y el disco que viene será un poco más oscuro y más masculino. Es medio choto caer en esa catalogaci­ón binaria pero así lo sentimos”.

“Estoy tratando de usar menos el falsete y más mi voz de pecho. Por eso tiene una parte oscurina (sic)”, avala Pancho, que moldeó su expresión por admiración a Cerati, Freddie Mercury, Brandon Boyd (Incubus), Jim Morrison, Pedro Aznar y Michael Jackson.

Vida de viaje

Es curioso: Valdes surfea la parte superior de la ola, pero ya piensa cómo reaccionar ante ese ideal perseguido por todos al momento de armar una banda. “Vemos este proceso bastante cercano al de (los rosarinos) Indios, que sacaron un primer disco con ocho hits y después retrucaron con introspecc­ión, oscuridad, asfalto. Esa cosa más nostálgica y densa de Buenos Aires, donde se han establecid­o”, concluye Edu. –¿Y ustedes se van a ir a Buenos Aires?

–(Pancho) Creo que sí, en algún momento. Por ahora, vamos y venimos.

–(Edu) Será así hasta que aguantemos. Porque el año pasado se nos hizo pesado el asunto. Éste, no tanto. El año pasado viajamos mucho y, en muchos casos, por desorganiz­ación nuestra: volvíamos y a los dos días teníamos que salir de nuevo. Me parece que la idea es de desembarca­r. Tratar de estar más presentes por una cuestión de laburo, de obligacion­es. La misma situación nos termina llevando. Más allá de que no dimos ese paso, el de establecer­nos allá, como bany da tomamos otros riesgos.

–Pancho, ¿cómo describirí­as la experienci­a de Cintia Scotch en México?

–(Pancho) Fuimos a ver qué onda y nos pasaron cosas como de películas. Primero apareció un inversioni­sta yanqui y nos tiró una onda tipo “Les voy a poner un estudio para grabar un disco”. Empezamos a tocar y nos separamos de ese yanqui, pero pocos días después unas amigas nos presentan a un productor mejicano. Estábamos muy asentados en Playa del Carmen y este tipo nos dice “vamos a grabar al DF”. Nos llevó al DF para curtir una fantasiosa vida de hotel y, efectivame­nte, nos lleva a un estudio que era propiedad de Warner. El tipo me decía “¡Tienes que cantar como Shakira, güey!” Consecuenc­ia: terminamos con el productor mejicano y nos vinimos para acá. Fueron unos años intensos. Siento que este último tipo nos puso el sueño en la mesa y, de pronto, nos lo sacó. La autocrític­a es que nosotros también la hippeamos (sic) bastante.

–¿Y vos Edu? ¿Cómo llegás a tirar bases electrónic­as después de tener una banda pop orgánica como Nardos? –(Edu) Siempre escuchamos música electrónic­a, somos de acá,

CUANDO NOS CONFIRMARO­N EL LOLLA ESTÁBAMOS EN MEDIO DE UN ENSAYO SIGNADO POR LA MALA ONDA Y NOS ABRAZAMOS.

LA IDEA ES DESEMBARCA­R EN BUENOS AIRES, TRATAR DE ESTAR MÁS PRESENTES, POR UNA CUESTIÓN DE LABURO.

íbamos a bailar al Chateau…¡He ido a la Moonpark en Buenos Aires! Cuando era muy chico, empecé a estudiar en La Colmena; sabía tocar la guitarra pero no componía…Y un loco, más grande que yo, me pasó un programa, el Cakewalk, y me nutrió con un montón de loops para experiment­ar arriba. Entonces, la primera música que hice en mi vida fue de naturaleza electrónic­a…Yo estaba cebado cuando manejaba el Cakewalk: armaba temas y los usábamos con mis amigos en la previa antes de salir. En serio, ponía los temas chotos míos y bailábamos. Esta metodologí­a la llevé a Valdes con bastante conciencia, porque nos preguntába­mos “¿Qué vamos a hacer? ¿Canción pop? No, están los Rayos (Láser), están los Hipno (Hipnótica)”. Hubo un proceso descarte…

–¿Cómo llegaron al Lollapaloo­za?

–(Edu) Fue por varias vías, pero ninguna fue tan poderosa como el de boca en boca. Nuestro mánager tiene conectas, pero todo nos agarró de sorpresa. Fuimos al Lolla de este año (no habíamos ido nunca) y dijimos “¡Qué bueno sería tocar acá!” Y resulta que a los siete meses nos llaman para tocar y, sobre todo, como parte de un line up obsceno. Todo es como ¡¡¡guau!!! Nos contactaro­n hace cinco meses, nos dijeron que en una de esas estábamos…Nos dejaron maquinando a full, pero con el tiempo se nos pasó porque teníamos un montón de cosas por resolver. Y cuando nos confirmaro­n, estábamos en el medio de un ensayo signado por la mala onda y nos abrazamos.

–(Pancho) Él tenía mala onda porque estaba enfermo; con la noticia, se le pasó todo al toque.

–¿Tienen muchos momentos “Hermanos Gallagher”? ¿Se pelean entre ustedes?

–(Pancho) No extremos. Pero somos hermanos, nos peleamos.

–(Edu) Pasa que él es todo lo que no soy y yo soy todo lo que él no es. Ahí entramos en otro catálogo binario. Hace falta un gris, que finalmente lo aportan nuestros compañeros de grupo…

Los Valdes observan que no hay mucha música electrónic­a cantada en español. Citan al DJ chileno Alejandro Paz, confiesan respetar a Miranda! aun cuando lo consideran algo más pop & rock y no tienen pudor en asumir que llenan un vacío. Ahora bien, ¿qué onda la popularida­d? ¿Les obsesiona particular­mente? Edu: “Generacion­almente batallamos contra otras cosas. No con la ansiedad, sino con el choque entre el deseo y el goce… Perdón por ponerme tan psicoanalí­tico. En fin, nos gusta que nuestra música sea aceptada, pero a la vez, cuando la tocamos en vivo, sentimos que ya no es nuestra. La estética es algo subjetiva y abstracta, y producirá diferentes efectos en las personas. Cuando nos juntábamos a ensayar, con los chicos de la banda (músicos que tocan con el romántico Ángel Martín o Lorena Jiménez) no está la sensación de ‘tenés que hacer esto’; por el contrario, nosotros les permitimos que busquen su espacio, que sean libres. No nos obsesiona responder a nada”.

–Es claro que su generación es más libre, más despreocup­ada. La anterior era menos propensa a librarse de los corsés.

–(Pancho) Es así. En nuestra última fecha éramos Los Perras On The Beach y nosotros; ellos más punkies, nosotros más bailables, pero la gente la pasó súper.

–(Edu) Acá, si querés vivir de la música, tenés que tocar de todo, ser versátil. Y hay algo fascinante en ser así de heterogéne­o: conocés a un montón de gente.

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(PEDRO CASTILLO). Trabajo en equipo. El baterista Tomás Luján, la cantante Flor Lucena, el bajista Rodrigo Lagos, Pancho y Edu Valdes, la banda a pleno
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(PEDRO CASTILLO)
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Sangre propia. Edu y Pancho Valdes, las dos mitades de un proyecto que no para de crecer. El año próximo estarán en Lollapaloo­za.

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