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Comida y cócteles en el restó Brindisi.

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

Brindisi se dedica a la coctelería y propone maridar la experienci­a de la gastronomí­a argentina con tragos clásicos y de autor.

Brindisi es el nuevo restó de la bartender Lorena Vergani, una de las profesiona­les más reconocida­s de Córdoba y el país. Se ubica en donde antes funcionaba La Latina, sobre calle Belgrano entre la estación de servicio y la cervecería Peñón del Águila.

Y lo suyo indudablem­ente es la alta coctelería: trabaja con materias primas de excelente calidad, con productos frescos (frutas, hierbas, especias) y bitters de elaboració­n propia para recrear recetas clásicas y, por supuesto, sorprender con las creaciones de autor.

Lo mejor sin duda en estos casos en sentarse en la barra, para ver de cerca y alentar la conversaci­ón con los especialis­tas en busca de un nuevo cóctel, ese que nos lleve a vivenciar estímulos organolépt­icos nunca antes experiment­ados. ¡De eso se trata!

Y el plus de esta propuesta coctelera es que en la carta de comidas se pensó para ofrecer platos con identidad argentina. Además, por más que haya cervezas y vinos a disposició­n, se alienta a los visitantes a animarse y probar el maridaje con lo que salga de las cocteleras.

El gran licor de kummel

La carta de comidas es breve pero variada (carnes, pastas, pescados, pizzas, sándwiches, tablas). Nosotros nos vamos a quedar con la sección de entrantes para hacer un tapeo con maridaje especial. Primero fui- mos por la empanada frita de osobuco ($ 85).

Tiene un tamaño considerab­le. La carne fue hervida, desmechada y luego condimenta­da con diversos perfumes, entre los que se encuentra, como siempre, el comino. Y ese será el cable conector con nuestro primer cóctel de la noche, el León Rojo ($ 95), compuesto de gin, jugo de pomelo, frambuesas y licor de kummel, que muestra notas anisadas a comino.

Si bien no es una combinació­n clásica, tampoco es que se produjo una disonancia. Todo lo contrario. Los sabores son para jugar y la noche siguió por ese camino. De segundo, probamos la provoleta a la plancha ($ 110). Se acompaña con confitura de hongos, tomates cherry y rúcula.

Gran textura para el queso, que se maridó con un clásico Pimm’s Cup ($ 95), que lleva Pimm’s Nº 1 (apetitivo inglés), jugo de naranja, almíbar de jengibre y soda. ¡Delicioso y refrescant­e! Y como en todo buen bar, entre copa y copa el servicio incluye un vaso de agua.

Por último fuimos por las mollejas crocantes ($ 110), que salen bien doradas acompañada­s de chips de papas, huevo poché y salsa pico de gallo (tomate y cebolla). Una tapa que es un sueño argentino hecho realidad. La yema del huevo y la salsa pico de gallo humedecien­do el conjunto es un momento realmente intenso.

El postre

El tema de los maridajes en los postres es complejo con los vinos, así que en coctelería no debería ser menos. Pero siempre hay una conexión. La panna

cotta con jalea de maracuyá ($ 85) se llevó de maravillas con un madera de vida ($ 95), compuesto de ron añejo, bourbon, jugo de ananá, almíbar de coco, limón y clara de huevo.

Antes de servir, con un soplete se quema el detalle de ananá disecado que completa la decoración. Ese ahumado juega con los destilados y es lo primero que aparece en boca, pero luego la fruta tropical se abre y se deja acompañar sin complejos por la cucharada cremosa el postre.

A fin de cuentas, en Brindisi se come y se bebe muy bien. Lo mejor que tiene son las ganas de hacer algo nuevo y conseguirl­o con un alto estándar de satisfacci­ón en el cliente.

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Buenas mezclas. El local se caracteriz­a por los tragos de autor, originales y de alta calidad.

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