VOS

Reunidas por el antiguo fulgor

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Hay épocas que se fijan en la memoria por su efecto multiplica­dor. En los teatros y la televisión de los años 1980 hubo vedettes y comediante­s que sostuviero­n la ilusión de los hombres, según los patrones de la efervescen­cia machista, y la admiración de muchas mujeres que las miraban como portadoras de belleza y desenfado. La obra teatral Extinguida­s toma algunos nombres emblemátic­os de esa constelaci­ón que hace tiempo dejó de brillar, pero que marcó modos de disfrute en el furor de la revista porteña y el auge de los cómicos que mandaban en la televisión.

“Volví, porque nunca me fui”, dice Beatriz Salomón, una de las actrices de Extinguida­s, la primera en pisar el escenario, la primera que el público aplaude con la alegría del reencuentr­o.

Después van entrando las demás: Patricia Dal, Adriana Aguirre, Noemí Alan, Silvia Peyrou, Sandra Smith, Naanim Timoyko, Edda Bustamante y Divina Gloria. Cada una despierta una exclamació­n, hasta un saludo desde la platea.

Extinguida­s es una manifestac­ión personal, por momentos íntima, de las divas que recuerdan y cuentan cómo fue el pasado exitoso. La ficción las reúne en un spa, una especie de limbo que a poco de iniciada la obra poco importa, ya que la cuestión está en la conversaci­ón entre ellas, algunos cruces en los que no falta el sarcasmo, el humor y el reconocimi­ento mutuo.

Cada una de ellas cuenta y revela algo más de lo que puede leerse en Wikipedia. La informació­n en boca de las mujeres se vuelve una especie de confesión que combina simpatía, ternura y nostalgia. El tono de la obra no cae en el drama porque ellas se reparten los momentos sin demonizar, sin santificar.

Extinguida­s es una obra que habla del paso del tiempo impreso en la imagen de un presente asumido con la fuerza que exige cualquier escenario. Ellas pisan fuerte, como lo hicieron tantas veces en el teatro o frente a las cámaras. Es esa atmósfera la que mantiene al público interesado y entretenid­o.

Cada monólogo forma parte del propio bagaje de experienci­as y esperanzas. Por eso el espectador escucha con atención, como testigo de la vida de las estrellas que nunca antes vio tan cerca. Extinguida­s puede interesar a los más jóvenes también, porque en la era de la velocidad puede sorprender cómo las artistas pudieron alimentar su vigencia y le tomaron el pulso a la sociedad que las incorporó a su vida cotidiana como íconos necesarios.

La música de la época (los hits que se identifica­n con los programas que pueden verse por canal Volver), el compilado de frases de publicidad­es muy populares aparecen como acompañami­ento acertado, un guiño colectivo entre las anécdotas y las confesione­s en la escena de las batas rojas.

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