Todo sobre la polémica de “Ojos que no ven”.
Anadie le gustaría quedar ridiculizado públicamente y mucho menos en televisión. Por eso, el planteo inicial del programa Ojos que no ven que comenzó por estos días en la pantalla de El Trece (lunes a viernes a las 16.45) es totalmente inverosímil. ¿Cuántos casos se podrían conseguir de un hombre que quisiera declararle su amor ante las cámaras a una mujer de la que estuvo enamorado por muchos años con el miedo a ser rechazado? Realmente muy pocos.
Y ahí está la cuestión. Porque por más que la producción del programa haya querido desligarse con un insólito mensaje en el pie de la pantalla en el comienzo del envío del jueves, está claro que en el mejor de los casos se trata de dramatizaciones o de parejas consolidadas en otros, como se comprobó con un rápido chequeo en las redes sociales de los participantes por parte de algunos usuarios. El fraude estaba consumado.
A raíz de estas revelaciones con respecto a los participantes se generó un gran revuelo en las redes y el programa se vio obligado a emitir una aclaración que no hace más que oscurecer todo. “Los contenidos de Ojos que no ven son historias de amor reales que viene a contarnos la gente común. Nosotros ponemos todo el programa a disposición para que ese amor se concrete. Cualquier diferencia con la realidad corre por cuenta de quienes vienen a contarnos esas historias”, decía el mensaje que dejó más expuesta a la producción. ¿O acaso no es parte de su trabajo chequear las historias de los participantes? En resumen, si esto es un fraude, no es culpa nuestra.
Como era de esperarse, los números del rating bajaron drásticamente del promisorio debut con picos de ocho puntos a un promedio de cuatro, igualmente un número nada despreciable para enero. El problema fue que el daño ya estaba hecho, y si hay algo con lo que no se juega es con la ilusión de los televidentes. “Mi abuela se enojó tanto cuando le dije que los participantes ya eran pareja que cada vez que pasan la propaganda del programa cambia de canal”, publicó una chica en Twitter como para reflejar ese sentimiento.
Eso sí, la legión de tuiteros que comenzó a congregarse todas las tardes bajo el hashtag #OjosQueNoVen mientras arranca el envío conducido por Andrea Politti, es un fenómeno que va camino a superar al programa mismo. Están allí para ver quién deschava primero el fraude, reírse de los participantes o simplemente defenestrar al envío y su conductora. Es decir que, sin quererlo, para una parte del público el ciclo se terminó convirtiendo en una parodia en menos de una semana.
Algunos podrían aludir que en muchos otros programas (recordar Caso cerrado o su antecesor
La corte, por nombrar sólo dos muy emblemáticos) también había guiones y muy poca realidad, aunque allí el contrato con el televidente estaba más claro. El foco estaba puesto en cuán “bizarro” podía ser, tal como terminó ocurriendo con Cupido, el recordado segmento de Much Music conducido por un jovencísimo Santiago del Moro y primera experiencia de la luego exitosa dupla Cohn-Duprat. Es que Cupido comenzó “en serio” y luego fue modificando su camino, hasta llegar a convertirse en un producto audiovisual “de culto” dentro de la cultura trash.
Volviendo a Ojos que no ven, tal vez ese podría ser un destino más digno, como ya lo dijo uno de tuiteros que desenmascaró a los participantes el día del primer gran fraude. “Está todo dicho. Ya sabemos que el programa es híper
fake, pero por favor háganlo más bizarro. Que haya cachetazos, insultos, etcétera, así nos entretenemos un rato”. ¿Le harán caso?
QUEDÓ CLARO QUE, EN EL MEJOR DE LOS CASOS, EL PROGRAMA MUESTRA DRAMATIZACIONES O PAREJAS CONSOLIDADAS.